Londres, Inglaterra, 19 de Julio de 1500.
La familia Luxember era reciente, con no más de tres generaciones con un mismo apellido, la familia Luxember era asombrosamente rica para la época, tanto que eran dueños de un trozo de Inglaterra y quienes no esperaban grandes cosas de ellos murmuraban envidiosamente que tal suerte no podía durar mucho más pero el tiempo paso y los últimos miembros de la casta, Lexter y Miriam Luxember, presentaron al mundo a su primogénito, un varón.
Seis años después y sin que nada hubiera perturbado su bonanza recibirían la alegría de otro hijo, lo habían intentado por mucho tiempo sin éxito, incluso se decía que había abortado a una niña que llego en época de heladas, ahora las cosas pintaban mejor, la gestación se había dado sin problemas y las parteras llegaron a tiempo cuando empezaron los dolores del parto pero Lexter, en una actitud típica de padre preocupado, se quedo todo el día dando vueltas frente a la habitación en espera de noticias, su primer hijo lo miraba ir de un lado a otro y pronto se contagio de su nerviosismo.
De súbito un llanto inunda el aire, el fuerte reclamo de una vida dando su primera voz al mundo, Lexter se paró en seco y se quedo mirando a la puerta hasta que una partera sudorosa y con manchas de sangre en la ropa salió y le dedico una sonrisa.
-Felicidades, Señor Luxember, es un varón.
Lexter se quedo mudo dos segundos, luego soltó un grito de júbilo que sobresalto a la partera y levanto a su hijo en brazos riendo y llorando de alegría.
-¡Un varón!, ¿Lo escuchaste, Atolo?, ¡Un hermanito!
-=D
Pronto se propago la buena nueva, una sirvienta abrió una de las ventanas de arriba y grito a los jardineros negros, un hombre viejo y su hijo, que ya había nacido el niño, que era un hermoso y perfecto niño, el jardinero mayor no dijo nada pero el pequeño se alegro muchísimo.
-¿Oíste padre?, tenemos un pequeño amo.
-Sí, otro a quien servir…trae la regadera, querrán flores frescas esta noche.
-Las margaritas acaban de florecer- levanto la regadera y se quedo observando a la ventana del segundo piso donde le habían dicho que estaba la habitación del ama- Bienvenido a la vida, joven amo.
-¡Nao!
-¡Ya voy, padre!
En esa habitación Miriam Luxember yacía en la cama con su nuevo bebe en brazos, cansada pero satisfecha, había cumplido consigo misma y nada podía hacerla más feliz, Lexter entro a la habitación con Atolo, dio un beso a su esposa y contemplo a su nuevo hijo, Atolo tenía el cabello y los ojos negros pero el nuevo bebe había salido rubio como él, se preguntaba si también tendría sus ojos negros o habría heredado ese exótico purpura garzo que tenía su esposa.
-Es…perfecto…
-Tenemos que decidir su nombre.
-¿Ya no lo habíamos hecho?
-No le vamos a poner como a tu abuelo Jeremías- se rio- es demasiado.
-Tú querías nombrarlo como a tu abuelo Alastor- también él se rio- ¿te parece eso mejor?
-Segundo, segundo nombre, necesita un primero.
-mmm…Con la emoción no se me ocurre nada…mira su manitas, es tan pequeño, ¿Atolo era así de pequeño?- Atolo estaba a un lado de la cama tratando de llamar sin éxito la atención- ahora es frágil pero crecerá, este niño será fuerte como un león.
-…Laiyonel…Laiyon…sí, eso me gusta.
-Laiyonel Luxember, suena impecable.
-¿Mami?- al final Atolo se subió a la cama para ver bien al bebe.
-Ven, cariño, ven a conocer a tu hermanito…
-Hola hermanito…- el bebe se acurruca con cara de sueño, tiene los ojos cerrados- ¿está dormido?
-No pero pasara un tiempo antes de que abra los ojos-explico el padre- su nombre es Laiyonel y como su hermano mayor será tu responsabilidad ayudarnos a cuidarlo, tu serás su ejemplo a seguir, se que serás un buen hermano mayor.
-Sí, voy a ser el mejor hermano del mundo- tomo la manita del bebe- te lo prometo-por un segundo algo como una cadenilla de símbolos brillo en la muñeca pero fue tan rápido que nadie lo vio.