El Fantasma Encadenado-Tomo 1

07-Tía Ana

Nao podaba unos setos al ritmo de la música que venía de la mansión cuando vio un taxi detenerse en el camino, supuso que se trataba de Endrich pero entonces vio salir a una mujer, vestida de amarillo y cargando una gran caja de regalo.

 

-¡Diantres!-exclamo-hasta aquí llegamos.

-¿Nao?-Ana lo vio y esbozo una gran sonrisa-¡Dios mío, Nao!, no puedo creer que sigas aquí, te ves muy bien.

-Usted también, ama-procuro sonar natural-¿desea que la anuncie?

-Para nada, quiero darle un susto a Dal y una sorpresa a mi sobrino-presto atención a la música-¿ese es él?

-El joven amo es muy talentoso.

-Ya quiero conocerlo.

 

Subió el sendero con su maleta a cuestas pero tuvo que detenerse, respirar un par de veces, antes de atreverse a entrar, no más poner un pie en el umbral y la música ceso.

 

 

-¿Qué pasa?-le pregunto Dal a Laiyon cuando dejo de tocar de súbito.

-Alguien entro a la casa-dijo con inquietud.

-Tal vez sea Gorman, voy a ver.

 

Salió del salón de clases, no vio a nadie pero al llegar al comedor encontró una caja de regalo sobre la mesa, se acerco a examinarla y buscaba una tarjeta cuando Ana salto quien sabe de dónde y le dio el susto de su vida, el otro dio un grito y cayó al piso llevándose una silla por delante.

 

-¿Ana?-dijo atónito-¿Qué haces aquí?

-Eso fue por ocultarme cosas-le dijo con firmeza-¿Y qué te parece que hago?, vine a conocer a Laiyon.

-¿A…Laiyon?

-Nuestro sobrino, ese que olvidaste mencionar-miro a un lado-¡Hola!

 

Hay estaba Laiyon, a unos cuatro metros de distancia, encogido como un pollito y mirándola con franco temor, una actitud totalmente contraria a la que tuvo cuando conoció a Dal, pero era comprensible, con ella tenía una deuda de sangre que jamás podría saldar; Ana por su parte comenzó sonriéndole con simpatía pero muy pronto se dio cuenta de que algo andaba mal, Endrich le había dicho que era difícil, sin mucha capacidad social, tal vez no tuviera ni idea de cómo acercarse a ella.

 

-Hola-repitió con mayor suavidad-soy tu tía Ana, espero que Dal te haya hablado de mi-le dirigió una mirada afilada.

-¡Claro que sí!-dijo este, buscando seguridad tras la silla caída.

-Vaya, eres un chico muy apuesto, pero estas tan pálido-trato de acercarse y Laiyon retrocedió.

-Es tímido.

-Entiendo-tomo la caja-traje un obsequio para ti, me dijeron que eres muy inteligente, toma, sin miedo.

 

Laiyon avanzo dos pasos, recibió la caja y volvió a retroceder, camino de espaldas hasta la puerta de la cocina, donde pudo esconderse, Ana quedo contrariada.

 

-No lo tomes personal-le animo su hermano-a mi me tomo semanas ganarme su confianza.

-Sigo molesta contigo-le ofreció su mano para que se levantara-pero ahora me vas a tener que ayudar, busquemos mi cuarto y mientras tanto me vas contando todo lo que sabes de Laiyon.

 

Tomo su maleta y se fue por delante al segundo piso, Laiyon los vio de pasada desde la cocina, no podía creer que ella estuviera allí justo cuando esperaba que la situación se normalizase, se fijo en su regalo y rasgo el papel, se trataba de uno de esos rompecabezas de mil piezas, según el dibujo de la caja se formaba un bello cuadro de casitas en el bosque con un rio y cisnes, era en realidad algo bonito, sin mencionar que era el primer regalo que recibía en quinientos años.

 

 

El viejo cuarto de Ana estaba limpio y a punto, como estaba el de Dal cuando llego a la mansión, comenzó a desempacar mientras él le contaba como había conocido al chico, como se habían ido desenvolviendo juntos y porque no le había contado sobre él de inmediato, claro, omitiendo el minúsculo detalle de que su sobrino era realmente el consabido fantasma familiar.

 

-¿Y en todo este tiempo nunca ha salido de la casa?-eso era lo que más le alarmaba-con razón esta tan pálido, le falta sol, ¿se alimenta bien?




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