Eran principios de Abril y Laiyon disfrutaba del periodo de calma más largo desde que comenzara aquel año, había peleado por no acostumbrarse a sus parientes pero llevaba siglos solo, en el fondo anhelaba el ambiente familiar.
Con Ana las cosas habían mejorado, libre de la necesidad de llenar el espacio con palabras finalmente se estaba acercando a su sobrino y comenzaban a conocerse, Laiyon era poco dado a compartir su pasado pero ella estaba segura de que con paciencia y tiempo lo descubriría todo.
-He estado pensando en la pregunta que me hiciste aquella vez-le dijo un día en el jardín.
-¿Si?
-Lo peor que me ha pasado en la vida fue la muerte de mi hijo-Laiyon se tenso de inmediato, no esperaba que el tema saliera-claro que en esta familia tendemos a culpar a alguien, ya sabrás quien.
-Claro…el fantasma.
-Y no estoy diciendo que exista pero si fuera real y estuviera en mis manos yo si querría castigarlo.
-Claro…
-Pero no para siempre.
-¿No?-le miro asombrado.
-Bueno, según tú pregunta el sujeto está realmente arrepentido y, honestamente, ¿Quién tiene el ánimo para sostener odios toda su vida?, por otro lado no es como si castigar al culpable arreglara algo, asique mi respuesta seria: si, alguien que hace algo malo merece un castigo, pero nadie que se arrepiente merece sufrir eternamente.
-…Cielos…esa es una respuesta estupenda.
-¿Era lo que querías oír?
-Sí, muchas gracias-ella sonrió satisfecha.
El único en esos días que tenía un problema entre manos era Dal, no encontraba el Código Mortuorio, lo busco por todos lados sin éxito y ya comenzaba a preocuparse, imaginaba que a Laiyon no le haría la menor gracias que se perdiera ese libro; de hecho una de las normas en este era destruirlo cuando llegaba la nueva edición, para que sus secretos no cayeran en manos de un ser vivo.
-Yo le pongo muchas patatas, de esas pequeñas.
-¿Fritas o asadas?
-Hervidas, ah y una coliflor bien grande, ya en eso puedo hacer verduras al vapor.
-Suena estupendo.
-¿Qué están haciendo?-Dal se acerco a la cocina.
-Laiyon me enseñara a preparar cordero-estaba anotando en una hoja-pero hay que comprarlo, ¿me llevas al mercado?
-Claro-le apetecía salir.
-El carnicero se llama Angus, díganle que van de mi parte y les dará lo más tierno.
-¿Otra cosa?
-Mmh…si encuentras fresas traigan muchas, te enseñare a preparar mermelada casera.
-Genial-lo anoto.
Ella y Dal salieron poco después, Laiyon bajo a regar el jardín y mientras lo hacia percibió un objeto pequeño emergiendo de su tumba, se acerco a investigar y se le fue el alma a los pies: era una tarjeta.
Ana adoraba ir a la calle Dimanen, había acompañado a Nao un par de veces a hacer las compras he ido otras tantas con Dal, le fascinaba lo que sentía como un barullo de otras épocas y pasar a beber algo al Pub donde siempre se veía gente interesante; a veces creía ver caras familiares, que luego suponía era gente parecida a personajes de los libros de historia.
-Vamos al Pub primero-sugirió su hermano-no querrás andar por allí cargando unas frescas y sangrantes costillas de cordero.
-Y si compro las fresas tu eres capaz de comértelas todas-rio.
Dal había tenido tiempo de investigar el local, además de bar era una especie de posada, en el segundo piso tenia habitaciones y eso quizás explicaba el tráfico constante de carceleros cansados y mal encarados.
Esta vez fueron juntos a la barra, un sujeto jorobado y cubierto con una capucha cerrada estaba sentado frente a esta bebiendo snaps de menta, Dal le miro de soslayo y reparo en que parecía llevar guantes de goma azules, jugueteaba con un pequeño engranaje en la mano libre.