Durante un par de días Laiyon estuvo decaído, sin ganas de cocinar, limpiar o hacer nada, Dal y Ana comprendían que estaba deprimido y que necesitaba tiempo asique se hicieron cargo de la casa y no lo molestaron.
Bueno, para ser francos lo que Laiyon tenía no era precisamente una depresión, era más una lucha interna por mantenerse centrado, aun no sabían si le darían la audiencia y le atemorizaba sacar conclusiones demasiado pronto, pero era difícil de evitar, principalmente le asaltaba una y otra vez la duda de a donde ir si conseguía la condicional, porque su madre quería que se fuera con sus sobrinos y experimentara cosas nuevas pero él no era precisamente alguien de aventuras, la sugerencia era tentadora pero no lo era menos que la opción de lo familiar.
-Me estoy adelantado-opinaba-aun no sabemos nada.
-¡Luxember!
Se detuvo en seco, Dal y Ana se habían ido a hacer las compras con Nao hacia un rato de modo que no esperaba a nadie y mucho menos a Magicus recostado contra su árbol, automáticamente se escondió tras uno de los pilares de la escalera, ella se rio encantada.
-Sal de allí, niño, te traje algo.
-¿Algo?-se asomo a medias-lo…lo siento, no vi el aviso de que…
-No envié ninguno, esta es una visita sorpresa-estaba usando su tono dulce, ese que siempre ocultaba malas intenciones-escuche que estas en tramites por una Libertad Condicional, ¿es cierto?
-Lo es, si-mentirle no tenía caso, por experiencia sabia que ella conocía las respuestas.
-También escuche que ya te pusieron a prueba.
-En mi aniversario de muerte, si-ella rio de nuevo.
-Es por eso que vine, te traje un regalito-le mostro que cargaba una pequeña jaula.
-Eso no era necesario, en realidad no recibí ningún presente…no era esa clase de fiesta…
-Pues con más razón, esto te va a volver loco.
Abrió la jaula y saco algo, Laiyon se quedo frio…era un conejito.
-Oh por Dios…
-Solo voy a dejar a este amiguito por aquí-lo soltó en el césped-tal vez venga otro día a ver como lo has tratado.
Y eso fue todo, se marcho como si tal cosa dejándole al animal suelto y sin la jaula para volverlo a meter, Laiyon vio como el conejito se trepaba a su tumba, olfateaba el aire y se iba derechito a donde estaban las flores, sin duda para darse un banquete.
-Maldita sea-farfullo, mirándolo como si fuera la cosa más repulsiva del mundo-tendría que a verme escapado con Vandarec.
Dal y Ana regresaron de hacer las compras una hora más tarde, ayudaron a Nao a meter todo a la despensa y luego entraron por allí, Laiyon no estaba en la cocina pero como no se había asomado a ese sitio en los últimos días no les extraño.
-¡Laiyon, ya volvimos!
-¡Aléjate de mi, monstruo!
Ambos hermanos se miraron alarmados y salieron a ver que ocurría…lo que vieron no podía ser más cómico, allí estaba Laiyon, flotando varios metros sobre el suelo y con escoba en mano, tratando de espantar a un conejito café de esos con orejas caídas y que tenía un moño de regalo en el cuello, el animalito parecía tenerle manía pues en vez de huir de la escoba se paraba adorablemente sobre sus patas traseras queriendo alcanzarlo.
-…Ok, ni siquiera sé que preguntar primero-dijo Dal, conteniendo la risa.
-¿Y ese conejito?-Ana lo agarro-esta tan bonito.
-¡Gracias al Cielo!-exclamo el fantasma, poniendo distancia-ahora saca esa horrible cosa de mi vista.
-¿Cómo que horrible?-pregunto ella, desconcertada-es un encanto, y tiene un moñito, ¿Quién te lo regalo?
-…Magicus-dijo, eso sorprendió a ambos-no me hagan hablar de ello, solo aléjenlo de mi.
-¿Quieres que nos deshagamos de él?-pregunto Dal.
-¡Sí!... ¡No!-se cubrió el rostro-diablos, no, dijo que volvería a verlo, se tiene que quedar, solo apártenlo de mi.