Agosto dio paso a Octubre y para Dal, que se había criado mayormente en Estados Unidos, representaba el inicio de la temporada de fiestas, la lista empezaba con Halloween.
-Y de eso tienes que saber, a los fantasmas les gusta el Halloween, incluso hacen leyes al respecto.
-Si hay que ser completamente francos: los fantasmas inventamos el Halloween, toda la fiesta es una fachada para soltarnos un poco entre los vivos-y agrego-lo detesto.
-¿Cómo que lo detestas?
-¿Las palabras “Mansión Embrujada” les dicen algo?
-Aaaah-dijeron ambos hermanos.
Ese era un excelente punto, el aspecto lúgubre de la mansión, su antigüedad y trágico pasado la hacían blanco de los curiosos y los niños traviesos cada año, Laiyon había empeorado la situación en los periodos de abandono dedicándose a espantar a los intrusos.
-De hecho esa fue una de las razones para fingir estar vivo, con alguien habitando en la casa las irrupciones terminaron, aunque solo cambie eso por un problema menor.
-¿Cuál?
-Que todos en el pueblo quieren que haga una fiesta.
-Eso sería tremendo.
-Eso sería ilógico, Dal, el punto en la trama es que quiero estar solo.
-Lastima…igual imagino que como prisionero no puedes hacer esas cosas.
-Pero si puede-dijo Ana-está en el Código, en Halloween los presos en clausura puede recibir visitas y no aclara cuantas.
-¿No me están escuchando?-dijo alarmado-no quiero a extraños en mi casa y a esas fiestas siempre se cuelan los muertos-esto hizo que Dal se emocionara más-¡Dije que no!, fin de la discusión.
Pero no fue así, normalmente el entusiasta con las malas ideas era Dal y Laiyon podía manejarlo pero esta vez Ana le estaba siguiendo el juego y aun le era difícil ser firme frente a ella; se fue a la cocina y cortó una zanahoria para Lexter.
-Laiyon-Ana entro-perdona, no tratábamos de molestarte.
-No estoy molesto-pero se dio cuenta de que cortaba muy fuerte-es solo que a veces siento que olvidan mi condición, especialmente Dal.
-Tienes que admitir que no es común.
-¿Y para que quiere que haga una fiesta?-pregunto exasperado-¿Qué caso tendría?
-Sería divertido, algo nuevo, una forma de irte despidiendo de la casa.
-¿No es un poco pronto?
-El tiempo se puede ir volando-dijo-es por eso que Dal y yo intentamos atesorar cada momento, cuando te vayas a Gravetown ya no te veremos.
-¿Entonces se trata de eso?
Aun no les hablaba sobre la posibilidad de irse con ellos a New York, seguía sin decidirse, y no había pensado en que ellos tomaron en cuenta el futuro antes de que él se atreviera siquiera a considerarlo.
-Que torpe-se dijo-ahora resulta que soy yo quien se olvido de ustedes.
-No es importante.
-Lo es para ustedes-dejo el cuchillo a un lado-al diablo, hay que hacerlo, sería interesante preparar un banquete para más de tres.
-Voy a decírselo a Dal.
Halloween no era una celebración con la que estuviera familiarizado asique Dal y Ana lo pusieron al corriente en materia de decoraciones y tradiciones pero a él lo que más le interesaba era el menú, de inmediato noto el cómo destacaban las calabazas.
-En tarta, en pan, hasta las semillas se tuestan, y no hay que olvidar las que se usan como lámparas-hizo algunas anotaciones-vamos a necesitar muchas.
-Seguro las conseguimos en el mercado.
-Dulces-dijo Ana, revisando la lista-no olvides los dulces, necesitaremos muchos para los niños.
-¿Sera una fiesta de disfraces, verdad?
-Para los vivos, los fantasmas aprovechamos para mostrarnos como somos.
-Vas a causar todo un impacto.
-¿Y nosotros de que nos disfrazaremos?-se pregunto Ana.
-Puedo confeccionar lo que necesiten si me lo dicen con tiempo.
-¿También eres sastre?-dijo Dal-¿hay algo que no puedas hacer?