El Fantasma Encadenado-Tomo 1

15-Margo

Agosto dio paso a Octubre y para Dal, que se había criado mayormente en Estados Unidos, representaba el inicio de la temporada de fiestas, la lista empezaba con Halloween.

 

-Y de eso tienes que saber, a los fantasmas les gusta el Halloween, incluso hacen leyes al respecto.

-Si hay que ser completamente francos: los fantasmas inventamos el Halloween, toda la fiesta es una fachada para soltarnos un poco entre los vivos-y agrego-lo detesto.

-¿Cómo que lo detestas?

-¿Las palabras “Mansión Embrujada” les dicen algo?

-Aaaah-dijeron ambos hermanos.

 

Ese era un excelente punto, el aspecto lúgubre de la mansión, su antigüedad y trágico pasado la hacían blanco de los curiosos y los niños traviesos cada año, Laiyon había empeorado la situación en los periodos de abandono dedicándose a espantar a los intrusos.

 

-De hecho esa fue una de las razones para fingir estar vivo, con alguien habitando en la casa las irrupciones terminaron, aunque solo cambie eso por un problema menor.

-¿Cuál?

-Que todos en el pueblo quieren que haga una fiesta.

-Eso sería tremendo.

-Eso sería ilógico, Dal, el punto en la trama es que quiero estar solo.

-Lastima…igual imagino que como prisionero no puedes hacer esas cosas.

-Pero si puede-dijo Ana-está en el Código, en Halloween los presos en clausura puede recibir visitas y no aclara cuantas.

-¿No me están escuchando?-dijo alarmado-no quiero a extraños en mi casa y a esas fiestas siempre se cuelan los muertos-esto hizo que Dal se emocionara más-¡Dije que no!, fin de la discusión.

 

Pero no fue así, normalmente el entusiasta con las malas ideas era Dal y Laiyon podía manejarlo pero esta vez Ana le estaba siguiendo el juego y aun le era difícil ser firme frente a ella; se fue a la cocina y cortó una zanahoria para Lexter.

 

-Laiyon-Ana entro-perdona, no tratábamos de molestarte.

-No estoy molesto-pero se dio cuenta de que cortaba muy fuerte-es solo que a veces siento que olvidan mi condición, especialmente Dal.

-Tienes que admitir que no es común.

-¿Y para que quiere que haga una fiesta?-pregunto exasperado-¿Qué caso tendría?

-Sería divertido, algo nuevo, una forma de irte despidiendo de la casa.

-¿No es un poco pronto?

-El tiempo se puede ir volando-dijo-es por eso que Dal y yo intentamos atesorar cada momento, cuando te vayas a Gravetown ya no te veremos.

-¿Entonces se trata de eso?

 

Aun no les hablaba sobre la posibilidad de irse con ellos a New York, seguía sin decidirse, y no había pensado en que ellos tomaron en cuenta el futuro antes de que él se atreviera siquiera a considerarlo.

 

-Que torpe-se dijo-ahora resulta que soy yo quien se olvido de ustedes.

-No es importante.

-Lo es para ustedes-dejo el cuchillo a un lado-al diablo, hay que hacerlo, sería interesante preparar un banquete para más de tres.

-Voy a decírselo a Dal.

 

Halloween no era una celebración con la que estuviera familiarizado asique Dal y Ana lo pusieron al corriente en materia de decoraciones y tradiciones pero a él lo que más le interesaba era el menú, de inmediato noto el cómo destacaban las calabazas.

 

-En tarta, en pan, hasta las semillas se tuestan, y no hay que olvidar las que se usan como lámparas-hizo algunas anotaciones-vamos a necesitar muchas.

-Seguro las conseguimos en el mercado.

-Dulces-dijo Ana, revisando la lista-no olvides los dulces, necesitaremos muchos para los niños.

-¿Sera una fiesta de disfraces, verdad?

-Para los vivos, los fantasmas aprovechamos para mostrarnos como somos.

-Vas a causar todo un impacto.

-¿Y nosotros de que nos disfrazaremos?-se pregunto Ana.

-Puedo confeccionar lo que necesiten si me lo dicen con tiempo.

-¿También eres sastre?-dijo Dal-¿hay algo que no puedas hacer?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.