Gorman realizo visitas frecuentes a la mansión Luxember tras conseguir la fecha de audiencia, se encerraba con Laiyon por horas, supuestamente preparándolo para el gran día, y por lo que Dal y Ana podían ver todo marchaba de maravilla, pero entonces, un día que se quedo a tomar el té…
-No lo va a lograr-les dijo a bocajarro-se que como su abogado debería apoyarlo pero ya he lidiado con este procedimiento y no lo va a lograr.
-¿Por qué no?-pregunto Ana.
-¿Qué problema tiene?, llevas semanas preparándolo y él se ve tranquilo.
-Claro que está tranquilo, hasta que recuerda que estará frente al Consejo de Muerte, con su carcelero a un lado y otros tantos observándole-negó con la cabeza-pierde el habla, confunde lo que debe decir, nunca vi un caso tan malo y llevo trescientos años en la profesión.
-Qué horror, Dal, tenemos que hacer algo para ayudarlo.
-Ya esta-chasqueo los dedos-necesitamos un simulacro, en la academia de policía entrenábamos ensayando las situaciones a las que íbamos a enfrentarnos.
-Es una idea interesante-dijo el abogado-tal vez si Laiyon ensaya el juicio en lugar de solo imaginarlo pueda superar su temor.
-Ya le quitamos el miedo a los conejos, esto no puede ser tan difícil.
Tuvieron que callar entonces, Laiyon venía de la cocina con una bandeja de repostería y muy emocionado porque era receta nueva, se preguntaron si debían compartir su idea pero como Gorman no dijo nada ellos tampoco lo hicieron.
-Dal, esto va a encantarte-dijo mientras servía-estuve leyendo sobre sus tradiciones y sé que viene lo que llaman Día de Gracias, estoy encantado con el tema de la cena.
-Dios santo, Laiyon-dijo Ana-contrólate, subí diez kilos desde que vivo aquí.
-Pero hay tanto que me encantaría preparar, pan de maíz, pie, el pavo.
-El pavo-repitió Dal, imaginándolo-vamos, Ana, no le quites la diversión.
-Además es tarde, ya mande a Nao por uno bien grande, lo terminare de engordar y cuando esté listo yo mismo le corto el cuello-se le quedaron viendo-¿Qué?, fresco es mejor.
-Claro…pero no te vamos a ayudar a desplumarlo.
-Faltaba más, pretendo lanzarme yo solo a tan magna empresa.
Gorman se fue después de tomar el té, el pavo llego una hora más tarde, un excelente espécimen de cinco kilogramos que encontró su ultimo hogar en un corralito junto a la casucha de Nao, Laiyon no lo quería en la casa hasta que le llegara la hora.
-¡Ni se te ocurra nombrarlo!-le advirtió.
-¡Como ordene, Amo!-resulto que ya le había puesto nombre al comprarlo, lo miro de soslayo y le susurro-que sea nuestro secreto.
Era noviembre y el otoño comenzaba a mezclarse con el invierno, en las noches se preparaban sopas, guisos y potajes, la ropa se lavaba y se ponía a secar dentro, la coneja Lexter ya no correteaba por los pasillos helados sino que pasaba largas horas dormitando sobre las alfombras o en los muebles más calentitos, en suma toda la casa parecía adormecida, relajada, como descansando de antemano por un año agitado e inusual.
Unos días después Gorman regreso a la mansión en compañía de Endrich, a quien había reclutado para asistirles en su pequeña charada, resulto que si habían estado considerando el plan del simulacro pero, en caso de que a Laiyon no le gustara, lo expondría como si fuera idea suya.
-¿Simular mi audiencia?, ósea… ¿Cómo quien ensaya una boda?
-Precisamente, realmente creo que estará mejor preparado si practica de antemano la situación.
-Si lo consideras necesario…
Escogieron el salón de clases para llevar a cabo la representación, movieron los muebles para simular la escena, el cómo se vería el tribunal del Sub-Mundo; según Dal la ciencia detrás de aquel ejercicio no solo era acostumbrar a Laiyon a la situación sino también desproveerla de lo que la hacía tan atemorizante haciendo que la relacionara con pensamientos graciosos.
-Pero no lo llevemos muy lejos-pidió Gorman-lo último que queremos es que sufra un ataque de risa en plena audiencia.