El fin de mi universo

Capítulo 3: Sueños de muerte

Me desperté con la respiración agitada, al ver el reloj supe que eran las cuatro de la madrugada y estaba sudando tanto, que pareció que hubiese hecho una maratón de diez kilómetros. Acababa de despertarme aquél sueño, aunque en ese momento lo consideré una pesadilla.

La chica que vi hace unos días camino a casa, pude sentir que era parte de mi sueño; es más, ella ERA mi sueño.

Estábamos en una habitación a oscuras y completamente solas; me dolía todo el cuerpo, mi vista era especialmente borrosa, me sentía débil y mi cabeza estaba recostada en el regazo de alguien; era cálido y reconfortante, y mi cuerpo reconocía aquél tacto, pero mi mente lo rechazaba. No recuerdo lo que estaba sucediendo, pero sonaba una melódica voz, cantaba una estrofa como las que dedicaba mi madre al dormirnos. Aquella persona me acariciaba el cabello y de vez en cuando sentía caer en mi rostro pequeñas gotas de lo que consideraba, era agua.

Intentaba hablar, pero no podía por más que lo intentaba. Estaba a punto de rendirme a la oscuridad cuando unos brazos delgados y delicados me abrazaron; y descubrí que lo que creí era agua, eran en realidad lágrimas. Una cortina de cabello liso cubrió nuestros rostros y por primera vez pude enfocar a la persona sobre la que estaba recostada.

Era ella, aunque su aspecto era totalmente diferente, la reconocí de inmediato. Era preciosa, de cabello liso y piel pálida, me miraba con lágrimas en sus ojos y muchas corriendo por sus ahora más descoloridas mejillas. No entendía qué sucedía, pero ella no paraba de llorar y suplicar, me miraba como si estuviera perdiendo algún ser amado y su dolor se volvió mío; aunque de alguna forma ya lo era. No me importó que tan tortuoso fuera, levanté mi brazo izquierdo y con dificultad lo dirigí al rostro de mi amada, porque así la sentía, mi adorada persona amada.

—No llores... Deja de llorar por mi culpa... No quiero que lo hagas... —logré decir a pesar del nudo en mi garganta. No pareció mi voz, esta sonaba mucho más grave, más masculina; me observó con esos hermosos ojos color café, pero sabía que algo le faltaba. Su espíritu se quebrantaba y me sentí igual que ella, impotente. No sabía qué podía hacer para aliviar el dolor que carcomía su preciosa e inigualable alma.

—¿Co...cómo quieres que no llore? —tartamudeó—, ¡Te estoy perdiendo de nuevo! —en su voz, logré notar el profundo dolor que vivía—. Te amo Derek, te amo demasiado, y estoy cansada de tenerte siempre en mis brazos a punto de fallecer. No puedo más, de verdad, no puedo. Quiero vivir contigo toda mi vida, morir anciana sosteniendo tus manos, amarte cada día de mi existencia sin temor a la pérdida. ¡Quiero que esto acabe ya!

—Algún día todo terminará, y cuando eso suceda, te juro que te amaré mucho más que al principio... No te preocupes por mí, la que me angustia eres tú. —me detuve y tosí sangre, mi cuerpo no iba a durar mucho tiempo más— Te amo Lyla, y juro que te amaré por toda la eternidad, aunque tenga que morir millones de veces. Mis sentimientos por ti son más fuertes incluso que la muerte y lo serán por miles de años más.

Mi cuerpo cedía poco a poco, el pecho me dolía y sentía en mi vientre algo punzante que me estaba perforando. Con delicadeza pasé mis dedos en los labios de Lyla y con mucho esfuerzo levanté mi rostro para rozar sus labios en un agonizante adiós. Ambos lo sabíamos, nos amaríamos nuevamente en nuestras siguientes vidas, y nada ni nadie podría evitarlo. Y que lo intentaran, que pelearía sin importar los golpes, magullones e incluso partes del cuerpo que perdiera; pero nunca, no existía ni la más mínima oportunidad, dejaría que alguien se interpusiera en mi amor por ella. A fin de cuentas, ella fue, es y será el amor de mi vida, sin importar cuantas o qué tan dolorosas puedan ser.

Todo se empezó a desvanecer, mi mano cayó sobre mi vientre y pude sentir el mango de un objeto corto punzante clavado en aquél lugar rodeado de sangre, mi sangre. Escuché en la lejanía un grito con el cual Lyla se revelaba contra este nuevo suplicio que mi partida le estaba causando. Antes de que mi sueño desapareciera por completo divisé, al fondo de la sala, una imponente sombra oscura, pero decidí no prestar mayor atención en ella; de una u otra forma podría haber sido un objeto más alto que el resto.

Medité en mi sueño varias horas luego de despertar. Todo se sintió tan real: el dolor, la pérdida, la impotencia, la despedida, sus suaves labios cual pétalos de las más finas y bien cuidadas rosas.

Miles de preguntas rondaban en mi mente: ¿Por qué me llamó Derek? ¿Por qué le dije Lyla? ¿Qué tipo de sueño fue ese? se supone que ella era una simple aparición, una ilusión que mi mente creó por culpa de todo el cansancio acumulado. ¿Pero será un fantasma de mis memorias? ¿Por qué? ¿Por qué? Y ¿Por qué? Mi mente no dejaba de dar vueltas y en ese momento sólo podía tener esos pensamientos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.