La luz del sol se filtraba por las ventanas se suponía debían ser cubiertas por unas largas cortinas. Parpadeé varias veces hasta recuperar un poco mi consciencia.
Natasha se encontraba de pie junto a mi cama, tecleando algunas cosas en su tablet e ignorando que ya estaba despierta. Me removí en la cama y me quité las sábanas, un vestido de seda se ceñía a mi cuerpo como pijama y tras levantarme de la cama me puse mis pantuflas.
Natasha me miró de reojo sin prestar demasiada atención, en ese momento no tenía nada importante que decir, así que esperó a que me estirase y despertase totalmente para comenzar con la lista de cosas que debía hacer.
—Señorita Nerea, su desayuno ya se encuentra servido, tiene treinta y dos minutos exactos para alimentarse y organizarse. Son las seis y media de la mañana, si salimos a la hora prevista llegaremos a la universidad en la que dará clases de ahora en adelante a las ocho y cuarto, a las ocho con treinta minutos tiene reunión con el decano de esta misma, el cual le dará un recorrido por el campus y las instrucciones sobre sus clases, obviamente se encontrarán añadidos otros temas a la conversación debido a su edad, por lo tanto es probable que intenten probar su inteligencia. Para eso le he traído un libro con la historia de la universidad y las biografías de algunas personas importantes que conformaron parte de esta, por favor léala y memorícela. —dijo Natasha entregándome un libro del tamaño de un diccionario antes de continuar— El tiempo estimado de duración de la reunión es de cuarenta y cinco minutos. De ahí debe dirigirse a preparar su primera clase para...
Natasha estaba empeñada en continuar, pero la interrumpí al abrir la puerta de la habitación. Estoy segura que si no la detenía, iba a continuar hasta decirme a qué hora exacta debía irme a dormir.
Natasha era, literalmente, mi niñera/asistente personal y, en ciertas ocasiones (casi siempre) mi carcelero. Padre la contrató cuando yo tenía unos siete años con el fin de mantenerme bajo su estricta vigilancia y control, desde ese momento me ha acompañado y dirigido cada acción a realizar en mi vida, ha tomado las decisiones que me correspondían a mí además de haberme obligado a seguir las órdenes de mi padre al pie de la letra.
Salí de la habitación y bajé a desayunar, si me demoraba demasiado, Natasha se colgaría del techo porque la puntualidad para ella lo era todo.
Mirian ya había dejado mi desayuno sobre el comedor y cuando me aproximé, el delicioso olor de una tostada con huevo invadió mis fosas nasales, frutos secos y un té sin azúcar acompañaban el plato servido impecablemente. Como decía mi hermana, Mirian podía ser una amargada sin remedio, pero cocinaba de maravilla.
Subí nuevamente a mi habitación tras la comida más importante del día. Natasha me esperaba con mi ropa sobre la cama, ni siquiera me permitía utilizar a Rose porque no confiaba en su criterio a la hora de escoger mi vestimenta, entonces yo me preguntaba ¿No se supone que la única función de Rose, un programa creado para optar por el mejor conjunto, es la de seleccionar la ropa adecuada cuando voy a salir? A veces no entendía en qué pensaba Natasha, ¿Será que su hermana gemela, Nathalie, era igual? Porque si era así, compadezco a Ariadna.
Me resigné a pelear contra Natasha, ella era imposible y tampoco quería provocarla por malgastar tiempo, así que entré al baño obedientemente y tomé una corta pero revigorizante ducha.
Mi habitación era tan grande como la de Ariadna, una cama doble con base y espaldar color crema era acompañada por unas sábanas color plata y marrón; a cada lado de la cama había una mesa de noche color marrón oscuro que sostenían una lámpara blanco perla cada una; debajo de la cama había una alfombra blanca peluda con unos cuantos sillones marrones y blancos junto al ventanal.
El suelo era de nogal americano y las paredes color crema, del lado izquierdo de la habitación había una sala incorporada con muebles color blanco, una mesa ratona transparente y un par de libreros, uno de ellos era la puerta secreta para entrar a la habitación de Ariadna sin que padre o las asistentes se entararan.
Frente a la cama, había un escritorio con una librería pequeña arriba para poner los textos que debía o estaba leyendo. Junto al escritorio estaba la puerta y al lado de ésta, unas puertas de vidrio perlado daban paso alarmario.
Mi guardarropa no era tan grande como el de Ariadna pero si bastante amplio, las paredes era de un estilo clásico, de color hueso y de color crema el techo. A cada lado de la puerta habían repisas con puerta de cristal traslúcido entre la pared con distintos tipos de modelos: zapatillas, sandalias, tenis, converse, tacones, botas, botines y mocasines. Del lado izquierdo, dos armarios sin puerta divididos por una cómoda en la que se guardaba la ropa interior, gafas y accesorios pequeños como pendientes, collares y brazaletes. En cada armario, dos percheros verticales, uno cercano al techo y el otro en el medio. En el primero iban las prendas superiores como blusas, blusones, camisas, suéteres, sacos, chaquetas y chalecos. En el inferior habían jeans, shorts, leggings y bermudas. En el armario del otro lado estaban los enterizos y los vestidos.
Si bien no existían ventanas en mi guardarropa, si estaba muy bien iluminado desde el techo, las repisas y armarios por luces
Cuando terminé de bañarme, volví a entrar a mi habitación, Natasha ya se había ido para permitirme vestir a solas. Me acerqué a la cama en donde estaba el conjunto y me encontré con uno bastante lujoso. Una blusa blanca manga larga muy bien planchada, un blazer gris hecho a la medida, una falda ajustada del mismo color que me llegaba un poco más arriba de la rodilla y unos tacones cuadrados de color negro. Al lado de la blusa se ubicaban unos pendientes de diamante rosa de cuatro quilates, un collar pequeño con un diamante igual en forma de corazón y un anillo pequeño de plata.