El final del todo.

El enfrentamiento de las espadas gemelas.

La arena era una construcción hexagonal, El techo de madera descansaba sobre seis postes de unos cuatro metros de altura. En cada lado, las gradas se escalonaban casi hasta el techo. Apenas habían pasado diez minutos desde que se anuncio el enfrentamiento pero la gente ya ocupaba una tercera parte de los asientos. Eilar paseo la mirada alrededor pero todos eran desconocidos.

En una de las esquinas, Mark se preparaba con ayuda de dos chicas de cabello castaño y piel tostada por el sol. Ambas median unos diez centímetros menos que la princesa pero aun así sobrepasaban en altura a la mayoría de los presentes. Con la precisión y calma que solo pueden brindar la practica, las ayudantes apretaban los cinturones de la armadura de cuero y metal.

La caballero, en cambio, solo miraba. No había hecho más preparativo que comprobar el filo de su espada y los seguros de la funda. Abjil había llevado el saco que contenía su armadura pero ella lo rechazo. Hacía mucho que aprendió la importancia de la movilidad en un enfrentamiento, sobretodo con una guerrera como Mark de contrincante.

Crow estaba parado en el centro de la arena de combate, esperando. Había dejado a dos de sus ayudantes encargándose de la posada pero la mayoría de clientes estaban presenciando el espectáculo. El tiempo se hacía eterno. Eilar deseaba con toda su alma terminar pronto con esa pantomima. Era la única. La princesa hacia tiempo comprobando todo por segunda vez para generar más expectativas en los mirones. Estos se cuchicheaban y señalaban a las dos mujeres haciendo apuestas y predicciones. Incluso Abjil parecía un poco entusiasmado con lo que venía.

La princesa por fin decidió que todo era perfecto y se dirigió al centro donde Crow esperaba por las dos. Eilar la imitó y pronto estuvieron frente a frente.

—Ya conocen las reglas. —Dijo Crow; su voz sonaba fuerte y clara y llegaba hasta los rincones más alejados del lugar—. Sin muertes, sin quejas. El enfrentamiento termina cuando una de las dos se rinda, o ya no pueda seguir peleando. Nada de lo que pierdan durante la pelea se podrá reclamar después. Eso incluye extremidades, armas y demás. ¿Entendido?

Les dirigió una mirada a cada una buscando una confirmación. Ambas aceptaron los términos. Crow agitó su brazo hacia abajo y se retiro con un movimiento fluido y veloz.

—¿Aún usas esa imitación? — Preguntó la princesa mientras sacaba su propia espada.

Era de autentico acero antiguo, una aleación que ya ningún herrero conocía en la actualidad. Según las leyendas esa espada databa de las guerras de supremacía, mil años en el pasado. Su filo reflejaba la luz del sol de media tarde. La guarda y la empuñadura eran iguales a las de la espada de Eilar pero no el pomo. El de la espada original era una punta de arpón tallada en madera maldita. La caballero no contestó la provocación si no que se mantuvo con los pies separados y plantados en su sitio.

Mark hizo una floritura presumiendo la belleza de su arma y en las gradas se escuchó una exclamación general.

—Te mostraré el poder de la verdadera tentiktli. —Dijo y se lanzó al ataque...

Eilar espero pacientemente con su mano en la empuñadura. Cuando el filo enemigo estuvo a una buena distancia, se dejó caer girando la espalda hacia el suelo. Apartó la mano de su espada y se sostuvo con ella. Mark pasó de largo; antes de que pudiera detenerse y girar para ver de frente a su enemigo, ella se levantó. Ya estaba bien posicionada. Desenfundó al tiempo que atacaba.

Parecía que tenía la pelea ganada; incluso escucho a su escudero celebrar. Su ataque iba dirigido a la pierna con la que Mark se sostenía. Esta solo tenía dos opciones, esquivar apresuradamente quedando expuesta a un ataque definitivo o recibir el golpe perdiendo la pierna en el proceso. La princesa eligió esta ultima, aunque no como lo esperaba Eilar. Se dejó caer de rodillas, dejando su espalda expuesta al tajo y convirtiéndolo en una taque mortal.

La caballero ni lo pensó. Apartó la espada y el impulso la llevó a caer de rodillas. Su contrincante se levantó y, sin darle tiempo de reaccionar, amenazó su cuello con el filo de tentiktli.

—No hubo necesidad. —Dijo con una sonrisa burlona. Eilar supo que se refería a el poder de la espada.

Enseguida la princesa hizo un ademan con la mano de la espada. Fue casual, casi despectivo, pero el corte que le provocó en la mejilla era profundo y comenzó a sangrar escandalosamente. Seguramente dejaría una cicatriz. La caballero gruño de dolor y se cubrió la cara con la mano libre.

—Espero que le enseñes a ese su lugar. —Dijo mientras guardaba la espada. Luego se marcho sin mirar atrás.

El estruendo asombrado del gentío casi ahogó las palabras de Mark. Crow anunció la victoria a una muchedumbre que le prestaba más atención al cuchicheo. Abjil corrió con su maestra, en su mano llevaba una venda para ayudarla con la herida. La usó mientras Eilar seguía en el suelo.

—¿Qué pasó? —Preguntó confundido—. Podías ganarle, estoy seguro de que si moría nadie te hubiera culpado. ¿Verdad?

Eso ultimo se lo preguntó a Crow que se acercaba a ellos preocupado, en su pecho ya no se veía la insignia de antes. No respondió la pregunta del escudero, simplemente se quedo mirando a su amiga.

—Eso no importa. —Aseguró Eilar. Le quitó la venda a su protegido, se levantó y salio de la arena sin decir más.

—No entiendo. —Dijo Abjil, presumiblemente a su maestra pero quien respondió fue Crow.

—Sera mejor que vallas con ella. Seguro que tiene una o dos cosas que decir. Toma, esta es la llave de su cuarto.

Le entrego una barra de cobre con un numero grabado. El joven la recibió y se le quedo mirando como si buscara respuestas en ella…

La habitación era un cuarto de cuatro por cuatro por tres metros. Contaba con una cama que abarcaba casi un tercio del lugar y un calentador de runas en una esquina. El resto del espacio lo ocupaba una mesa rectangular con cuatro sillas sobre la que dejaron sus pertenencias, que no eran muchas. Eilar estaba sentada en la cama. Su escudero la miraba parado a un lado de la mesa y jugando nerviosamente con una de las sillas.




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