El final del todo.

La reunión del circulo.

Se hubieran quedado descansando hasta el anochecer de no ser por que un ayudante de Crow les llevó una nota. Era de parte de uno de los ceros “más redondos de la unión” como lo habría expresado el cantinero. Solicitaba la presencia de Eilar en el ultimo piso de la posada.

La mujer dejó a su escudero encargándose de preparar todo para su estadía en Zin. Ella por su parte subió a la reunión usando unas escaleras de caracol al fondo del pasillo. Eran demasiado empinadas para su gusto, pero no se podía hacer nada. Estaban pensadas para las razas mas pequeñas, como los ahkiney que median cerca de metro y medio.

Subió cuatro pisos y justo donde terminaban los escalones encontró una puerta sin perilla. Estaba hecha de madera maldita, según los rumores esa madera no provenía de ningún árbol, lo que hacia aún mas extraño su nombre. Se descolgó la insignia de metal del cuello, era una placa de platino con un circulo grabado. Toco la madera con ella, no como si llamara sino suavemente. El metal se calentó y brilló ligeramente, la puerta se abrió sin hacer ruido y ella entro en el lugar.

Dentro había una mesa ovalada rodeada de sillas. Ocupaba una gran parte del espacio disponible. A su derecha vio a una mujer pequeñita de cabello negro y lacio que le llegaba hasta los hombros. Sus ojos eran negros y muy grandes en proporción con su rostro. La mujer se levanto de un salto y saludo a Eilar de manera efusiva.

—Buenas. —Dijo con una sonrisa en la cara—. Soy Yukineito, Cazadora del circulo.

Llevaba un arco a la espalda y una espada corta en la cintura.

—Yo soy Eilar, caballero del circulo. —Respondió con su propia presentación.

—Un gusto. —Exclamó, la cazadora luego señaló su silla—. ¿Quieres sentarte? La reunión esta por comenzar.

Eilar ya había tratado antes con otros miembros de esta raza y sabía que no se rendiría por una negativa, así que agradeció el gesto y tomó asiento. Yukineito se sentó en la silla contigua y siguió hablando.

—He escuchado mucho de ti.

Eilar no pudo resistirse a molestarla un poco.

—¿A si? ¿Como qué? —Preguntó. Ya sabia que tipo de rumores corrían sobre ella.

La ahkinei dudó por un momento...

Mientras pensaba Eilar paseo su mirada por el lugar. Todos los presentes estaban metidos en lo suyo. A su izquierda, del otro lado de la puerta, había dos axrat hablando entre si. Eran hombre y mujer, ambos usaban una especie de falda tejida de alguna fibra vegetal. Las plumas, verdes brillantes en el hombre y rojas con anaranjado en la mujer, les cubrían los hombros, brazos y pantorrillas. En el resto del cuerpo no tenían prenda alguna.

Las demas sillas en ese lado de la mesa estaban vaciás. La cabecera de la mesa la ocupaba un hombre de piel negra y la cabeza rapada. Usaba la típica túnica formal de varios colores que caracterizaba a su raza. Era lo que podríamos llamar, el cero más redondo de la unión. El los había llamado a todos a esa reunión. Sebio Rú Ede, era su nombre. El Rú, lo identificaba como miembro de la nobleza de Zin, Ede era su nombre de familia. En su pecho colgaba una placa igual a la que poseía Eilar.

—Bueno… Se dice que viajas mucho. Que eres una guerrera muy… compasiva?

—Jajaja.

La risa de la caballero fue sincera. Yukineito de verdad se esforzó por encubrir los malos rumores.

—¿De verdad? ¿Eso dicen?

—Bueno… sí… Más o menos… La gente habla mucho.

Eilar se apiado de la mujer y corto su diatriba antes de que se enredara.

—Ya veo. —Dijo.

Antes de que pudiera agregar nada más la puerta volvió a abrirse. Yukineito se levantó como un resorte preparándose para saludar a quien atravesara la puerta. Esa fue Mark. Iba vestida con la túnica blanca que usaban las matriarcas de Golgón. En su cintura pendía tentiktli. Yukineito se presentó igual que con Eilar. La princesa la miro de pies a cabeza y le respondió con un saludo de rigor.

—A, la luz. —Dijo secamente. Luego miro a Eilar.

—Ser. —Dijo como si acabara de notarla—. No debería exhibirse así, a algunas personas les molesta este tipo de cosas.

Señaló a Yukineito de una manera que a ella tal vez le parecía discreta pero que no lo era de ninguna manera. Antes de que nadie pudiera reaccionar volvieron a interrumpir. Esta vez fue Sebio Rú, estaba de pie en su lugar.

—Ya que estamos todos, es momento de comenzar la reunión.

La princesa sonrió y se dirigió a una silla vacía en el lado contrario de la mesa. La caballero la miro mientras se alejaba. Cuando llegó a su lugar el líder comenzó con las formalidades. Solo entonces le prestó atención a su vecina. La chica, Eilar no podía pensar en ella de otra manera a pesar de que su rostro reflejaba los signos de la madurez, seguía mirando el lugar donde hacía un momento estuvo Mark. Tenía pinta de que se tomó muy en serio la burla. Quiso consolarla acariciando su cabeza pero le pareció demasiado condescendiente. No se le ocurrió nada más.

El Rú siguió con los saludos a los dioses. Eilar no pudo mas que balbucear la respuesta tradicional.

—Pueden tomar asiento. —Dijo el hombre concluyendo con el ritual.

Yukineito se quedó parada mientras el resto se sentaba. Entonces se dio cuenta de lo que ocurría. La chica estaba pasmada. Se preguntó por qué. ¿Había sido el despectivo saludo o la broma? No pudo pensar en nada más, ni siquiera en como ayudarla.

Quien lo hizo fue el tipo flaco como un palillo que le describió Crow en la cantina. Usaba una malla de tela gruesa que dejaba ver la silueta de unos músculos como hilos de metal. Su cabeza estaba cubierta por una capucha igual que una tela cubría su boca y nariz. Además llevaba varías protecciones de cuero curtido, en la cintura, piernas y pecho. Sus muñecas las protegía con unas tiras de piel blanda trenzadas muy justas. Eilar no lo había notado hasta ahora.

El hombre tomo a Yukineito por un brazo y con delicadeza la obligó a sentarse. La chica salió del transe y le sonrió por acto reflejo. Estaba a punto de presentarse pero la reunión ya estaba en marcha y el tipo se alejó con la ligereza de una pluma…




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