Por fin terminó. Eilar ya sé había enfrentado a las sombras antes pero nunca vio algo parecido a lo de la noche anterior. Fue realmente inquietante, por decir lo menos. La verdad es que apenas se dio cuenta de como sucedió. Solamente fue consciente de lo que hacía cuando Mark se lanzó contra ella.
De no ser por Sebio no hubiera salido ilesa. El Rú usó su poder para dormir a la princesa antes de que la alcanzara. Después de eso el cadáver se siguió moviendo, retorciéndose con la espada clavada en el cráneo.
Tuvo que hacer acopio de todo el valor que tenía para no soltar el arma como si fuera un gusano enorme retorciéndose en sus manos. Todos los presentes hicieron ademán de eliminar a la... cosa esa. Sebio los detuvo a todos con un gesto y dejó que Ko se encargara.
El tipo obedeció de inmediato. Sacó un cuchillo de algún lugar entre su ropa, se acercó dando grandes zancadas y enterró el arma en el pecho del cadáver. Esté se retorció salvaje mente una vez más y enseguida se quedó tieso como debería estarlo desde el principio. Lo siguiente fue que se desintegró en el aire, como cenizas, o polvo quizá.
Mark aún estaba dormida, iba montada en su caballo y la otra chica la cuidaba. Había pedido que la dejaran descansar pero la misión era más urgente que nunca. Las sombras son como una colmena, cualquier cosa que haga una las otras lo harán seguro. Una había atacado cuando el sol apenas caía. No había tiempo que perder.
Entonces tuvo un presentimiento, una de esas cosas raras que solo le ocurren a los ren que llevan toda su vida peleando. Podría decirse que fue un escalofrío en donde se juntan el cuello y la espalda, pero no, eran dos cosas totalmente diferentes.
Eilar giró el torso sobre su yegua, se apoyó en un pie sobre el estribo y miró hacia atrás. Mark la estaba mirando. Sus ojos estaban clavados sobre ella y se notaba su enfado. La chica seguía sujetando las riendas así que no podía llevar mucho tiempo despierta. Devolvió a mirada al frente por qué la montura se comenzó a desviar del camino.
—¡Maestra! —Exclamó Abjil a su derecha—. ¿Qué sucede? ¿Está bien?
Eilar asintió y siguieron su camino...
Cuando llegaron a ciudad Cantown, la que no estaba afiliada a la unión, el sol ya se estaba ocultando. Habían pasado un día desde el incidente y todos estaban tensos. Sebio solamente los dejó descansar una noche y al día siguiente partieron. Tampoco tenían muchas ganas de otra cosa que no fuera dormir sobre una cama de verdad.
El camino que siguió fue pesado y la mayoría de miembros se mantenía callados. Los únicos que aún tenían animo de seguir platicando eran los axrat. Los dos andaban saltando de compañero en compañero, buscando algo de conversación.
—Hola! Soy Álbart, arquero del círculo, igual mi hermana. —Se presentó el tipo cuando fue el turno de Eilar. Ella contestó por pura cortesía.
—Eilar. Caballero del círculo.
—¿Caballero? Pero tu es mujer. ¿No es mejor... Caballera? ¿Caballa, caballe... ría?
Eilar apenas tenía ánimos de nada por lo que contestó con irritación.
—¿Hace cuánto hablas el común? —Reprochó exaltada—. Caballero es una palabra sin género, como general, o comandante, o ren.
Si el axrat se hubiera disculpado, o siquiera mostrado incómodo, ella se sentiría culpable, de hecho comenzaba a sentirse así; pero el tipo emplumado contestó: “¿Enserio? No lo sabía.” De manera risueña y siguió cabalgando y hablando a su lado, así que simplemente intentó ignorarlo. ¿Dónde había estado este tipo los últimos dos días?
—... Por cierta, Sabio dijo que esos dos faltantes estaban investigando en at, dice que son chungos.
—Chunchos. —Corrigió ella antes de darse cuenta. El común tampoco era su idioma natal pero llevaba más de la mitad de su vida usándolo, casi sabía más del común que del golgonita.
—¡Eso! Pero Sabio es harto Rú para esa facha. Dijo que eran chiquitos, como la... lanza flechas. Tuya amiga... la chiquita.
—Yukineito.
—¡Eso! Pero los esos chiquitos son... Otros...
—¿Diferentes?
—No... Ha... No lanza flechas. Ha... Rirri. —La última palabra la pronunció con énfasis.
Eilar no conocía la lengua de los axrat así que no respondió. Su interlocutor lo meditó por un momento y enseguida agitó la manos al frente soltando las riendas de su montura. La caballero se alarmó un poco pero el caballo siguió trotando normalmente.
—Usan manos, y cabeza, y boca. —Se señalaba cada parte conforme la mencionaba. A la mujer le costó un momento pero por fin entendió.
—¿Magia?
El tipo, Álbart, asintió contento de poder hacerse entender. Después de eso siguieron hablando de cosas sin importancia por un tiempo.
La mujer axrat también tuvo su turno de hablar. Se llamaba Pal-ama. Ella sabía hablar mejor el idioma común, así que la plática fue más fluida. Se enteró de que en realidad no eran parientes simplemente Álbart había confundido la palabra hermana, con la palabra compatriota. También se enteró de que a diferencia de los axrat, quienes en su mayoría eran arqueros, esa profesión era muy rara entre los “Chiquitos”, como los llamaban ellos. No pudo evitar darle una mirada a la ahkinei que cabalgaba al frente de la comitiva.
Pasó el tiempo y al final del sexto día de viaje llegaron a ciudad Hat. Su última parada antes de dirigirse al bosque de zeltos...
Aquí debería hacer una pausa. No describí en detalle a ciudad Zin y ya que tenemos en frente a su hermana más cercana al bosque, me gustaría hacer una comparación.
Zin está en el centro del territorio habitable. Es la ciudad más grande de Toda la unión y la más concurrida. El comercio es su principal fuente de ingresos y por lo tanto está planeada para ello. El centro de la ciudad es un mercado permanente que abarca dos tercios del territorio. El resto está compuesto por posadas, cantinas, establos y una que otra herrería. Por último, la academia, se encuentra entre la puerta que dirige a Mei y la que dirige a Orión. Es un edificio de varios pisos de alto. Sus torres, que representan a cada una de las seis ciudades principales de la unión, se pueden ver desde kilómetros. Cualquier mago o hechicero decente ha pasado por éste lugar. Las calles son amplias y contrario a lo que se pueda llegar a pensar, están siempre impecables. En Zin no hay un barrio bajo, si no puedes pagar simplemente no entras. Podría decirse que es el miembro adinerado de la familia.
Por otro lado Hat es la ciudad más cercana al bosque de zeltos, es una ciudad militar. Las calles son rectas y largas. En el centro hay un edificio de la unión. En el se pueden encontrar, libros, amuletos, armas encantadas o antiguas, ren. Cualquier cosa que se pueda usar contra las sombras. El resto de la ciudad es como cualquier otra aunque con las calles como ya mencioné. La muralla es de piedra recubierta con una sustancia creada por los ahkinei, nadie sabe de que está hecha, que se puede imbuir de magia. Si su hermana rica carece de barrio pobre, Hat lo compensa con más de tres cuartos de población con problemas de dinero. Solo una pequeña parte, formada en su mayoría por ahkinei ostenta solvencia económica.
Hat es un ciudad gris, definitivamente no es un lugar donde querrías vivir...
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Editado: 30.06.2021