El fuego de tu amor

Capítulo 3

Julián

Observo sus gestos mientras converso con ella, quiero de verdad que me ayude, pero al parecer no conseguiré mucho aquí.

La noche en que ella atendió al gato se me ocurrió que aun podía recurrir a ella para tratar de salvar mi matrimonio fallido, ella es mi última esperanza de que las cosas puedan llegar a arreglarse.

—Tú de verdad estás loco ¿crees que después de como la trataste ella querrá volver contigo? —me dice mientras se limpia los restos de café que solo ha derramado por su rostro al escupir; como si lo que hubiera dicho fuera una completa locura.

Yo hago lo propio tratando de limpiar de mi costoso traje las manchas de café que dudo que salgan.

Me dirijo al baño y trato de limpiar el desastre que causo aquella mujer, pero tal como lo sospechaba no hay mucho que hacer así que llamo a Raúl para que se dirija a casa por un cambio de ropa.

Regreso hasta donde sigue Cinthya quien ya ha terminado de limpiar los restos de café.

—Entonces, ¿lo has pensado ya? —Vuelvo a insistir.

—De verdad te digo que esto es una locura, y no, no hay mucho que pueda hacer por ti.

—Pero sé que aun siente algo por mí.

—No te equivoques, Mónica es una mujer excepcional, ella no posee maldad en su corazón y por eso te perdonó, pero no quiere decir que aún haya cabida en su corazón para ti.

Sus palabras me dueles y también entiendo que es verdad, ella jamás volvería conmigo sus razones son validad, pero quiero agotar todas mis posibilidades.

—Eso es un no.

Resopla.

—Hombre tenías que ser —Resopla y continua—, claramente es un no, así que no insistas y si era todo lo que me querías decir me disculpas, pero es momentos de que me retire.

—No te vayas por favor —me escuche diciéndole esto y no entendía el porqué, posiblemente era la soledad en la que me encontraba en donde no existían ni amigos con los cuales pudiera ir a platicar mis penas, me encontraba solo; más solo que un dinosaurio.

Los amigos que creí tener los boté de mi vida en el mismo instante que de di cuenta que todos apoyaron a la loca de Sandra para que creyeran que Mónica me engañaba, claro que pueden decir que eran un reverendo tonto, porque si lo era, confié en todos antes que en la mujer que tenía en mi hogar, sin embargo, creo que es tarde para lamentarme por lo que no hice en el pasado.

Al final Cinthya se quedó a terminar el café sin decir mucho, yo opte por llevar la conversación en un terreno que creo es bueno para los dos; mi gato. Ella me dio las recomendaciones adecuadas para que podamos acoplarnos además de las medidas que debo tomar cuando mis hijos visiten mi casa ya que quiero que alguno de los dos termine dañado.

—Lo mejor es que planees un encuentro con los tres, veas la reacción de todos y vayas midiendo el terreno para que puedan llevarse bien los tres, en el mejor de los casos el gato los ignorara.

Eso meda un poco de alivio ya que me preocupaba un poco que mis hijos no se llevaran bien con mi recién adquirida mascota a quien por cierto me he acostumbrado en estos pocos días, hasta he tenido la loca idea de llevarlo a la oficina.

—Gracias por los consejos Cinthya —Le digo de forma genuina cuando he terminado de pagar lo que consumimos y nos dirigimos a la salida.

—Y a ti por el café, aunque casi me hayas obligado a venir me sirvió de distracción —me lo termina de decir con una sonrisa en los labios confirmando que lo que dice es real y yo solo puedo quedar admirando eso.

Regreso a la oficina con una sensación un tanto extraña, fue bueno ese encuentro. Me embarco nuevamente en trabajo para olvidarme por un rato del mundo exterior. Cuando siento que mis ojos no pueden más, creo que es momento de darme un respiro, mientras tomo un vaso con agua llamo a la mujer que ocupa mis pensamientos. Cualquier pretexto es bueno para hablar con ella, pero no piensen que hablar con ella de mis hijos es un pretexto, a ellos realmente los amo y es una de las razones por las cuales me quiero redimir completamente.

—Hola Mónica —responde después de algunos timbrazos.

—Hola Julián, ¿en qué puedo ayudarte?

Al fondo puedo escuchar algunas risas y puedo identificar la voz de su nueva pareja.

—¿Pueden los gemelos pasar el fin de semana conmigo?

Parece que lo medita un rato porque no contesta enseguida.

—No estoy segura, aún son muy pequeños para desprenderse de su hogar, seré franca y te diré que me da un poco de miedo y ansiedad el hecho de alejarme de ellos.

—NO te los estoy quitando, solo será una noche que quiero que pasen conmigo. —Respondo un tanto molesto, porque sus palabras confirman lo que me ha dicho siempre; no confía en mí—. Por favor Mónica, estarán bien es más los llevare con mis padres y mamá quedo de ayudarme con ellos. —Complemento más calmado.

—Está bien, puedes pasar por ellos mañana y el domingo por la noche los traes de regreso.

Sus palabras me alegran, que me los deje en un pequeño avance.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.