El fuego de tu amor

Capítulo 4

Cinthya

 

Miro la hora en el reloj y descubro que el tiempo ha avanzado demasiado lento.

—Deja de ver el reloj, sigue siendo la misma hora solo con 5 minutos de diferencia —Escucho la voz de Rita quien se está burlando de mí.

Hoy es un día extremadamente aburrido, amaneció demasiado frio y creo que nadie ha optado por salir porque las calles se encuentran casi vacías. He atendido a algunos pacientes, pero ahora nada y creo que me quedare dormida.

—Iré a la otra veterinaria.

—Recuerda que te han dicho que esta igual así que ve ahí bajo tu propio riesgo.

Se sigue burlando mi asistente por mi aburrido día.

De pronto y antes de que pueda decir algo más. Un olor ya característico llega hasta mí, tomo una respiración profunda preparándome para ver al hombre que ha estado metido aquí prácticamente todos los días.

Al alzar la vista lo veo ahí parado, con sus costosos trajes, sonríe al ver que lo he visto.

—El clima está perfecto como para un café ¿no crees? —Me pregunta sin antes saludarme ni nada. De unos días para acá ha hecho eso, ha llegado por mi a determinada hora para invitarme un café, no soy tonta y se cuáles son sus intenciones, pero ya le dejé claro que conmigo no conseguirá nada.

—Ya te dije que no te daré ninguna información. —Le respondo de forma burlona.

—Y ¿Quién te dijo que quiero información? Solo quiero invitarte un café y hoy te traigo a alguien que quiere saludarte.

—¿Puedo saber de quién se trata?

—Tendrás que venir conmigo si quieres descubrirlo.

Salgo con el mientras vuelve a entrar a su auto trayendo consigo al hermoso gato.

Fuego, te presento a la chica que, salvo tu vida, aunque ya la conocías supongo que aquel día no la viste bien —Le habla al gato como si fuera un niño. Está loco este hombre.

O tal vez no, ya que me recuerdo a mi hablándole a los animales todo el tiempo, como si de verdad pudieran entenderme.

Me acerco con algo de cautela y lo tomo entre mis brazos siendo cuidadosa, ya que por lo que me ha dicho este animal es algo territorial con su dueño además de que es muy apegado a Julián. Lo acaricio y puedo escuchar su ronroneo en mis brazos.

—Ahora vamos al café que aquí afuera nos congelaremos los tres —Diciendo esto me hala ligeramente del brazo para que camine junto a él. No presto mayor objeción y camino junto a él.

Llegamos hasta el café y la dependienta se nos queda viendo, creo que ya es normal que nos vea llegar juntos, ahora con un gato en los brazos.

Amo este café porque es amigable con las mascotas, claro siempre y cuando respeten a los demás comensales, o sea que no sean agresivos y esas cosas.

Nos sentamos y pedimos el café de siempre, ahora incluidos unos panques de nuez que creo se han vuelto mis favoritas. Nos enfrascamos en una conversación donde el principal protagonista es Fuego, quien se encuentra en el regazo de su dueño ronroneando tranquilamente.

—Trae a tu acompañante más seguido —me escucho diciendo cuando estoy frente a la veterinaria; claramente eso fue un, volveremos a tomar un café, abriendo una puerta que tal vez no quiero abrir—. Es decir, me encanta este gato.

Trato de arreglar lo que dije, pero parece que no hay remedio.

Él sonríe, una sonrisa de lado. Me encuentro admirando aquella sonrisa como una boba, ¿Cuándo fue que me di cuenta que tenía una sonrisa hermosa? Pero que digo, ya hasta estoy pensando tonterías.

Nos despedimos, acaricio por última vez al gato y sin querer toco las manos que los sostienen. No hubo emociones o sensaciones, simplemente fue bonito sentir su piel suave.

Regreso al establecimiento a continuar mi aburrido día.

—Creo que hoy cerraremos temprano —Le informo a mi asistente quien sonríe alegre por irse antes a casa.

Justo cuando termino de informarle aquello, una llamada me interrumpe de decirle algo más a Rita.

Veo la pantalla y me da un vuelco al corazón; Jesús se encuentra tras la línea y dudo en responder. Llevamos tiempo jugando a ser más que amigos y creo que llego un momento en que no sé hacia dónde vamos.

Las vibraciones de mi teléfono me devuelven a la realidad, sin meditarlo más, contesto.

—Hola hermosa —Lo escucho saludándome de la forma en que me llama cuando nadie más lo escucha.

—Hola Jesús, ¿Qué hay de nuevo? —Le respondo preguntándole algo de lo que no estoy segura querer saber.

—Quería invitarte a salir ¿Qué dices?

Ya sé a dónde se dirigen esas salidas, también se dónde es que terminaremos después de ir a algún lado, si es que en esta ocasión iremos a algún lado; a veces, solo voy a su departamento o el viene al mío y después de ver alguna película terminamos en la cama. A quien miento, en ocasiones ni siquiera llegamos a ver la primera parte de la película.

Creo que hasta ahora no me he animado a preguntar a donde es que se dirige esto que llevamos, posiblemente sea miedo a escuchar aquello que no quiero. Y es que hace mucho no ha habido nadie en cuestión amorosa, comienzo a pensar seriamente que no me enamorare nunca o que alguien se enamore de mí.




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