“Un gato siempre te dirá la verdad con su mirada”
Días antes
Brian Rosenberg estaba midiéndose el que sería su traje de fiesta para celebrar el gran momento de su vida: su matrimonio. El sastre tomaba sus medidas y corregía las pequeñas fallas que se presentaban:
—Quedará perfecto su traje.
—Eso espero, quiero estar presentable, es el día de mi boda—se miraba ante el gran espejo y se veía muy bien—uno se casa solo una vez… A veces.
Podía ver su figura bien definida por el terno, sus músculos bien demarcados, la caída del terno era perfecta muy a la moda de esos tiempos, sería un novio sexi y bien puesto, sonrió y se acarició, la barba corta se veía muy bien, dándole a su look el toque elegante que requería su cargo de CEO en una empresa de inversiones en donde manejaba solo cuentas importantes. Su móvil sonó en esos momentos, era Kelly, su novia y futura esposa.
—Hola, Honey.
—Cariño, dime…—sonrió a lo tonto.
—Te tengo un obsequio…—dijo con voz melosa—es algo lindo y peludito.
Él se rascó la oreja y preguntó pícaramente:
—¿Es ese traje de gatita salvaje que vimos el otro día en el centro comercial? Pensé que lo dejarías para la noche de bodas o la luna de miel…
—Honey, qué pícaro eres, esta noche te veré y te lo daré… Todo.
Sonrió imaginándose ese todo, es que Kelly era una preciosa rubia de ojos verdes, con un cuerpo de dar vueltas, no en vano fue un angelito en el desfile de Victoria Secrets, así que por ese lado las fotos de su boda serían una verdadera obra de arte.
El sastre entonces salió con la cinta alrededor del cuello:
—Con esta prueba terminamos, su traje estará listo mañana por la tarde.
—Genial, este sábado será inolvidable.
Salió caminando hacia su auto y recibió una llamada de uno de sus amigos:
—¿Cómo está el Ceo de Ceos?
—Ansioso, nunca en mi vida he estado tan ansioso, ni cuando me tocó esperar resultados de una cuenta importante.
—Bien, te diré que el día se acerca y pronto serás uno de los sujetos más comprometidos del mundo—se rio—y yo, como tu testigo, tengo una sorpresa para ti…
—¿En serio?
—Sí, ¿Te acuerdas de la película Quiero robarme a la novia?
—Sí, creo que sí…
—Recrearé en tu boda la escena de los platos, el chico haciendo malabares con ellos.
Eso le dio risa y dijo:
—¿Cuántos platos has roto?
—Muchos, demasiados, pero ya me sale.
Eso le dio risa, sus amigos estaban locos, entonces llamó a Clark, su padrino… Tardó en contestar:
—Oye mierda, me asustas…
—¿Tienes miedo de que me vaya con los anillos?
—¿Los tienes?
—Sí…
—Bien, entonces una preocupación menos—sonrió—¿Tienes el discurso?
Silencio y eso lo crispó:
—Debes tener el discurso lindo y cursi que todos recuerden toda la vida, es mi boda.
—Sí, tengo el discurso… ¿En verdad quieres seguir con esto?
Esa era la pregunta más estúpida del planeta tierra, entonces le dijo:
—¿Hablas en serio? Es el sueño de mi vida, amo a Kelly y ahora se estila que todos los CEOS tengan familia, eso me pondría muy bien frente a los empresarios.
—Bien… Tengo el discurso y… Solo quería saber si estabas dispuesto a llegar hasta el final.
—Con Kelly hasta el infierno—fue su respuesta.
Colgó meneando la cabeza, no concebía su vida sin Kelly, desde que la conoció en esa reunión en The Roof, uno de los bares más sofisticados de Central Park, se volvió loco: ella estaba allí, usaba un bello vestido de seda azul con una abertura que le llegaba hasta la cintura, muy hermosa y elegante, su cabello dorado lo usaba en un peinado alto. Podía recordar su perfume Chanel Número 5 todo un vintage que en ella daba un toque a sensualidad. La amó desde ese momento y supo que ella sería su esposa y compañera para siempre.
Ahora, a solo un día y unas pocas horas, se haría realidad ese sueño en la boda más espectacular del momento en New York.
El obsequio
Esa tarde llegó a su departamento en uno de los edificios inteligentes de la ciudad y con una vista de Manhattan de ensueño. Apenas llegó encendió el sistema de sonido y todo el departamento se inundó de una hermosa melodía relajante, pronto compartiría su mundo con la bella Kelly y vivirían su sueño de amor justo en ese lugar. Se fue a meter al jacuzzi y disfrutar de un relajante baño y pensar que estaba a pocas horas de formar su familia lo emocionaba, cerró sus ojos y se dejó sumergir en las notas relajantes y el agua en su justa temperatura, cuando despertó iban a hacer las ocho y Kelly llegaría en cualquier momento, así que la recibiría con una exquisita comida de su autoría: