“Todo lo que necesitas es amor y un gato”
Anónimo
Kelly llegó pasada la media noche al departamento, estaba un poco bebida y se encontró con Clark dando vueltas por la sala.
—Querido… Somos ricos.
Clark tenía las manos en los bolsillos y se mantenía en silencio y cabizbajo:
—¿Escuchaste lo que dije?
Entonces rompió el silencio y le dijo a su esposa.
—Tenemos que hablar.
Ella se le acercó coqueta y lo rodeó con sus brazos y le dijo contenta:
—Nuestros problemas se han acabado, amor, seremos ricos, el gato vale medio millón de dólares, ¿puedes considerarlo? Dan una recompensa de MEDIO MILLÓN DE DÓLARES.
Eso era mucho dinero. Él la apartó suavemente y ella miró en torno:
—¿Y el gato?
—Sobre eso quería hablarte.
—¿Qué pasó?
Entonces soltó lo que sabía:
—El gato se escapó.
—¡QUÉ!
—Se escapó… Lo perseguí por la calle… y…
Ella se llevó las manos a la cara aterrada:
—¿Un carro lo mató?
Clark entonces se encontró diciendo:
—Sí, lo siento.
Ella cayó sentada en el piso y lo miró sorprendida, luego comenzó a reír como loca hasta acostarse en el piso de tanto que reía:
—¿Qué tienes nena?
—Es… que…—no podía hablar—si el gato murió… se le jodió el negocio a… ja ja ja a Brian…
Clark no quiso desencantarla, lo cierto es que con ese gato lejos de allí se sentía más seguro.
Abigail analiza el video
No podía darse por vencida, repasaba una y otra vez el video de la clínica veterinario y buscaba una señal o una pista, Tania la veía muy comprometida con la causa y le dijo de forma cariñosa:
—Ya se analizó cuadro por cuadro y no se pudo ver nada.
—Tengo una sospecha…
—¿Cuál?
—Creo que Kelly Roberts está detrás de esto.
Tania se quedó muda de la impresión:
—Es un sentir… Es raro que ella primero demande a Brian por el gato y ahora sea una mujer la que robe a Fritz.
Ante esos hechos sonaba bastante lógico y la joven le dijo:
—No sabremos la verdad nunca, no sin pistas…
Brian salía de la habitación un poco soñoliento y escuchó esto último.
—¿Pistas? ¿De qué pistas hablan?
Abigail disparó la información:
—Estimo que Kelly Roberts está detrás de la desaparición de Fritz.
Eso fue un palazo en la cara para él:
—Si esa maldita tiene a mi gato, yo la mato—tomó sus llaves y Tania se le puso enfrente—¡Qué!
—Es solo una posibilidad que estimamos, no es una verdad.
—Sin embargo, tiene lógica—pensó él.
—La tiene, pero no puedes presentarte ante ella solo con supuestos…—sugirió Abigail—tenemos que usar la inteligencia.
Brian se miró las manos: Como dijo el sabio Shrek, mano derecha la razón, mano izquierda la persuasión… y ¡Pum! En la cara de la muñeca falsa.
—Además, debemos esperar a ver si alguien se anima a dar informes sobre Fritz—comentó su hermana—con esa recompensa puede que alguien se mueva.
Y se movieron, un montón de locos a presentar hasta perros disfrazados de gatos con tal de obtener algo.
Era de locos.
La niña, el gato y el hombre malo
Sally Carson, era una niña de siete años, cabello castaño claro, utilizaba lentes y dos moñitos a los lados, siempre los usaba y acomodaba su armario para que Fritz se acostara.
—No debes de hacer ruido, yo te daré comida, agua, compraré arena, solo no debes hacer ruido, por favor.
“No ruido, entendido, menita”
La niña pensó un poco y fue al teléfono y entonces marcó a un amiguito suyo.
—Douglas… Necesito tu ayuda, tengo un gato.
—¡Un gato! Genial.
—Y como tú tienes gatos, quiero que me apoyes con comida y arena para gatos.
Douglas entonces le dijo:
—Tu mamá no sabe que lo tienes, ¿verdad?
—Apenas si lo encontré anoche, ha estado inquieto, es lindo y me agrada.
—Te puedo dar algo… Iré a tu casa con todo, solo no dejes que lo vean.