Valerie
Apenas cuando me siento aliviada luego de haber comido y tomado una ducha, suena un golpe diferente en la puerta.
¿Es que ninguna planea dormir temprano esta noche?
Es un golpe nervioso, suave, como una mariposa chocando contra el cristal.
Abro la puerta y es Jenni. Ella no tiene un blazer, sino un poncho de lana multicolor y una bolsa de tela de saco. Viene con Leo, me saludan con una sonrisa avergonzada.
—Val, necesito entrar. ¡Urgente! —dice Jenni, con los ojos muy abiertos por el entusiasmo y el nerviosismo.
—Claro, Jenni. Pasa. ¿Qué pasó? ¿Necesitas algo?
Ella entra y su mirada se dirige directamente a la cama, pero no por el desorden, sino por la energía. Sus ojos brillan.
—¡El Aura! ¡Val, la presión es palpable aquí! Siento una energía de huida mezclada con un romance de emergencia. Esto no es bueno para el bebé.
Jenni es la reina de los rituales. Dejó su trabajo en diseño de interiores para ser una madre a tiempo completo, pero ha sido difícil quedar embarazada, por lo que ha redirigido toda su energía al esoterismo y el bienestar holístico mientras sigue intentándolo.
—Bien, Jenni. Siéntate —la guío hacia la mesita de café—. Sobre el bebé...
—¡Lo sé! ¡No tenías que decirlo! ¡Lo siento en mi aura! —Jenni me toma las manos y me mira con una adoración fanática—. ¡Es el bebé del destino! ¡Por eso el universo te envió a Rodrigo a tu vida! ¡Un hombre tranquilo, perfecto para ti!
Suelto un suspiro de alivio. No tengo que explicar el embarazo. Ella ya lo ha interpretado como un mensaje divino.
—Exactamente, Jenni. Pero como ves, el aura de huida es fuerte. Siento que hay mucha mala vibra alrededor de nuestra relación.
—¡Por eso! ¡Necesitas una limpieza profunda! ¡Esto es una casa, no una fortaleza, Valerie!
Jenni abre su bolsa y saca un arsenal: una rama de salvia seca, un cristal de cuarzo rosa del tamaño de mi puño, y un pequeño manojo de plumas de pavo real.
—Necesitamos hacer una limpieza astral de pareja. Esto eliminará las vibraciones de la huida y sellará la energía del amor. ¿Dónde está Rodri? ¡Él es el centro del vórtice del caos, lo presiento!
Creo que más bien, esa soy yo en esta relación.
—Está fuera... Creo. Pero, Jenni, ¿estás segura que debemos hacer eso? —Inquiero bostezando—. Tengo un poco de sueño ya.
—¡Absolutamente! ¡Esto es un servicio de Guerrera! ¡Llama a tu hombre!
No hubo necesidad, en ese momento la puerta se abre con la tarjeta magnética. Ethan entra, mirando con extrañez a mis amigos.
—Cariño, Jenni te necesita para una limpieza astral. Es por el bebé.
Ethan me mira, la expresión en su rostro es una mezcla de incredulidad y miedo. Él está huyendo de un matón, no de un fantasma.
—¿Una limpieza astral? —pregunta en voz baja.
—Solo sígueme la corriente —susurro cuando se acerca a darme un beso en la sien.
Ethan mira a Jenni, al cuarzo rosa y a la salvia. Cierra los ojos y respira hondo. El profesionalismo de mi amiga es tal que él decide que la mejor defensa es la rendición.
—Está bien, ¿Jenni? —Asiente hacia ella—. Estoy listo para que me liberes de mis demonios internos —dice con una solemnidad forzada.
—¡Maravilloso, Rodri! ¡Saca esa mochila! ¡Esa lona huele a huida desesperada! —Jenni le quita la mochila y la arroja en un rincón.
Ella enciende la salvia. El humo amargo inunda la suite.
—Siéntense juntos, de la mano, en el borde de la cama —ordena.
Hacemos lo que nos pide. Mi mano se siente diminuta y fría en la de Ethan, que es sorprendentemente cálida y áspera.
La morena comienza a caminar alrededor de nosotros, agitando la salvia y cantando un mantra que suena peligrosamente parecido a una canción pop de los 90.
—Rodri, tienes que purificar tu aura. Siento un gran peso de la culpa de un pasado que no es tuyo. ¡Fuera la calumnia! ¡Fuera la injusticia! ¡Fuera el miedo a ser encontrado! —Jenni agita la salvia sobre Ethan con una intensidad que casi lo golpea en la cara.
Él cierra los ojos. Está actuando, pero también es la descripción más precisa de su situación. Es hilarante y trágico a la vez.
—Ahora, concéntrate, señor Cortés. Quiero que visualices la energía negativa saliendo de tu cuerpo en forma de humo negro y siendo reemplazada por el cuarzo rosa de la pasión irrefutable —instruye Jenni.
Yo aprieto su mano. Él me aprieta de vuelta, como si buscara un ancla.
—Visualizo. Veo un gran camión oscuro y mus... —Dice Leo quien ayuda a Jenni con el ritual.
—¿Mus? ¿Músculos? ¿Ves a un hombre fuerte? ¡Es un demonio del pasado! —Secunda mi amiga—. ¡Ethan, tienes que sellarlo con el poder del amor! ¡Visualiza un muro de ladrillos de glaseado o un panal de abejas llenándose de miel!
Ethan se ríe, pero lo disimula con una tos.