El Guardián de la Noche: Protector © [libro #2]

Capítulo 1: Tú Fuiste

No me esperaba que aquello sucediera, quedé paralizada en cuanto Leo pronunció esas palabras sin dejar de mirarme con aquella mirada y sus ojos tan rojos como antes; Giancarlo simplemente observaba como sí fuera divertido y sonriendo de forma maliciosa.

- Tal parece que él te recuerda perfectamente, Andrea -dijo el hombre, mientras se acercaba a su nuevamente discípulo y colocó su mano en su hombro- Veo que tu mente se ha despejado y recuerdas lo que fuiste en tu vida pasada.

Leo no respondió pero asintió ante esas palabras, no sabía como reaccionar ante lo que sucedía en aquel momento; Ian caminaba alrededor sin quitarnos los ojos de encima. Giancarlo inició a acercarse a nosotras.

- ¿Qué ocurre, pequeña ingenua? ¿Acaso no te agrada lo que estas presenciando? -dijo con una sonrisa llena de malicia.

- ¿Qué hiciste? -sin pensar me abalancé sobre él y le propiné un puñetazo con la fuerza que tenía en ese momento luego de la pelea que mantuve momentos antes, escuché una risa de su parte dejando ver que no le hice el menor daño.

- Únicamente le recordé su misión. Era tiempo de que mi hijo regresara a casa, donde pertenece.

- Eso no te lo permitiré, Dios sabe que no dejaré salirte con la tuya.

- Tal parece que ya lo hice, ni una chiquilla como tú me va a impedir que continúe con mis planes -jaló violentamente mi brazo, acercándome a él- Ahora tienes miedo ¿No es así?

No pude decir nada, él tenía razón: temía por aquel momento, temía que ahora con Leo a su favor nuevamente nos dañara, temía por la seguridad de Isa... Había prometido al señor Camilo devolver a su hija a salvo; pero no esperaba que esto sucediera. Giancarlo volvió a hablar.

- Ian, llévate a la otra chica a mi oficina. No la pierdas de vista.

- Como ordene, mi señor.

Ian se acercó a Isa tomándola del brazo y arrastrándola fuera de aquella habitación, miré su rostro e intenté acercarme.

- ¡Suéltala! -le exigí, no perdonaría sí la volviese a lastimar; Isa no paraba de sollozar por lo bajo. Apenas di un paso cuando Giancarlo me hizo retroceder de nuevo con un movimiento brusco de su parte.

- No te preocupes, no le pasará nada a tu amiga sí cooperas. Su vida esta en tus manos -sonrió malicioso.

- ¿Qué vas a hacer? -cuestioné, era una pregunta estúpida por mi parte, sin embargo no me concentré en mis palabras.

- Veamos sí te seguirás comportando tan valiente.

Con el coraje que quedaba logré escapar de su agarre; me limité a mirarlo, la adrenalina estaba dominando el ambiente mientras comenzó a caminar a mi alrededor.

- Dime lo que hiciste con Leo -espeté, el hombre quedó frente a mi dirigiéndome miradas de burla disfrutando de la escena que se encontraba.

- Digamos que le recordé quien era, cada cosa que aprendió en aquel tiempo; me basta con que él lo sepa -al tocar mi rostro me percaté que estaba más frío que hacía instantes- Imaginé que sin la protección caerías de inmediato... Eres aferrada.

- ¿Qué carajos le hiciste a Leo? -cuestioné de nuevo, Leo permanecía pocos metros atrás de Giancarlo; el hombre entrelazó sus manos detrás de la espalda cuando inició a hablar.

- No puedo comprender porqué escondió su antiguo ser, pero el asunto es su pequeña historia de amor. Dí clara orden de matar a cada persona dentro del sitio y tuvo compasión por una indefensa y débil humana como tú -miró a Leo por un par de segundos y volvió a mirarme- En ese entonces me hubieras servido para una cosa solamente: alimento... aunque hubiese sido una buena idea.

Aquella sonrisa me hizo enfadar, y al parecer, lo captó.

- Sí eso hubiese ocurrido, no estaría en este mundo y no estarías tratando de matarme. ¿Cuál sería el caso de mantener esta conversación?

- La razón fue por tu culpa, la pequeña dividida que era la burla de todos; la dividida que debió haber muerto esa tarde.

Dudé un por un momento de lo que había dicho pero en lo más profundo de mi reaccionó ante aquello.

- Tú fuiste... -entendí la oración- Tú eres el responsable por el cual estuve a punto de morir.

- Adivinaste señorita, así es: fui yo quien te causó esa fiebre, disfruté ver como sufrías, como agonizabas... Iba a ser un placer ver tu muerte en primera fila.

- Al parecer te arruinaron ese gusto -dije seria- Querías deshacerte de mi tan joven, no te serviría de nada.

- Quizás tengas razón, quizá sí te hubieran traído a mi luego de aquel trance en el que estuviste metida entonces me hubieses servido.

- El tiempo no puede volver.

- El tiempo no, pero tu pasado siempre te perseguirá.

Giancarlo se detuvo a poco pasos de la ventana que se encontraba en la habitación mientras miraba hacia afuera.

- Pase lo que pase no dejaré que ocasiones más problemas.

- ¿Tu sola detendrás todo? -cuestionó burlón- Primero tendrías que salir de este sitio, algo que no lograrás. Te advertí que no me subestimaras, el resultado lo has visto en Leonardo.




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