El Guardián de la Noche: Protector © [libro #2]

Capítulo 2: No puedo fallarle a Nadie

No logré despegar la mirada al observar dentro del armario el cuerpo de una chica totalmente seco, decidí sacarlo para examinar con calma: estado de descomposición, sus ojos inexpresos y con dos marcas en su cuello confirmando mi sospecha... Giancarlo le quitó la vida al beber toda su sangre, era joven por lo que vi no debía pasar los diecisiete años; miré más profundo del armario encontrando para mi sorpresa un pasadizo oscuro, me entró la curiosidad por investigar a dónde conducía y terminé entrando. Caminé con precaución y alerta sí acaso se presentaba un ataque, mis instintos estaban en su punto máximo cuando alcancé a observar una pequeña salida y me escondí; luego lentamente eché un vistazo localizando algún movimiento en cuanto escuché un ruido que provenía de aquello que parecía una habitación, asomé la cabeza con sumo cuidado para mirar lo que estaba ocurriendo:

Una silueta alta estaba caminando mientras arrastraba a otra. ''Uno de los hombres de Giancarlo'' dije para mis adentros mirando como la tiraba al suelo; no tenía que adivinar sus emociones pues era claro que temía por lo que estaba viviendo, su sollozo no cesaba cuando el sujeto se acercó a su rostro y logré escuchar lo que le decía...

- Acabas de cometer un error, al amo no le gustará eso.

- ¡Por favor, dejadme salir de aquí! ¡Ayuda! -gritaba desesperada.

- Escucha mocosa -la tomó del cuello- Ahora le perteneces al señor Lorenzetti, así que más te vale obedecer o te costará caro.

La chica estaba aterrada y en un intento le soltó un golpe en la entrepierna logrando que la soltara y corriendo hacia la puerta de donde la había traído, se colocó frente a ella con furia tomándola de nuevo del cuello y elevándola.

- Aquí te mueres.

No podía permitir que la matara, ésta chica definitivamente era de las secuestradas que había mencionado el Señor Linares; salí de mi escondite y grité para llamar la atención del sujeto quien soltó a la chica concentrando su mirada en mi. Sabía que Giancarlo había prevenido a sus hombres de mi presencia en el castillo para evitar que huyera, el hombre se acercó con clara molestia en su rostro y sus ojos me lo confirmaron.

- ¿Qué haces aquí? Este lugar no es para buscar flores -dijo con cierto sarcasmo en su voz.

- No dejaré que la mates -le aseguré seria- No me importa las órdenes que les dio Giancarlo.

- No querrás que las mate a ambas en este momento.

- Quisiera verte intentarlo.

Básicamente estaba retando a uno de los hombres, no me importaba lo que sucediera conmigo tenía que sacar a la chica de esa habitación; se acercó rápidamente para atacar lo esquivé saltando por los aires y le propiné el primer golpe del cual se recuperó y recibí una patada a la altura del hombro, lo perdí de vista cuando un golpe en las costillas me sorprendió así que le adiviné su siguiente golpe tomándolo del brazo y levanté la pierna para contactar su rostro seguido de un puñetazo; dirigí la vista y la muchacha se encontraba escondida en uno de los muebles, pedí que no se moviera de ahí mientras devolvía la mirada hacia el hombre quien se levantaba. Me acerqué.

- No tienes opción alguna que dejarnos salir -dije, escuché una pequeña risa la cual me desconcertó, habló de nuevo.

- No estés tan segura, muchacha... -de un movimiento veloz metió la mano dentro de su chaqueta y sacó una pistola apuntando frente a mi, miré al hombre y retrocedí un poco- Ahora, intenta atacar.

- Te refugias en las armas. ¿Esto consigue Lorenzetti de guardaespaldas? -cuestioné, su furia creció.

- Acabas de perder la vida... -disparó hacia mi dirección.

Me desvanecí de la posición y aparecí de nuevo a su espalda en donde ataqué con una de mis habilidades; logré hacerlo tirar el arma y de una maniobra la tomé en mi mano, nunca antes había entrenado con armas de fuego y sin embargo la tomaba firme sin vacilar. Me aseguré que estuviera fuera de combate antes de acercarme a la chica quien intentaba retroceder, decía algo que no entendía y me confirmé que hablaba en alemán; intenté calmarla.

- Tranquila, no te haré nada -dije con suave voz arrodillándome para quedar a su altura- Te quiero ayudar. ¿Hablas inglés?

- S-Si... -respondió aún con miedo- ¿Quién eres?, ¿Qué es este lugar?

- Calma, ¿Vale? Mi nombre es Gabriella -le dije mientras la miraba completamente: su cabello era un negro oscuro, su piel era semi-morena, complexión delgada con pómulos altos y ojos azul oscuro. No pasaba de los quince años- ¿Cuál es tu nombre?

- Aleyda, soy de München pero llevo casi tres días en este cuarto; dime que es este lugar.

- Estamos en Nápoles Italia, y este es el Castel dell' Ovo, ''El castillo del Huevo''.

- Un hombre -inició a decir- Me subió a una camioneta cuando salía del centro comercial con mis amigas, miré por la ventanilla como sostenían a cada una y las dejaron caer al suelo, ellas... Ellas estaban...




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