Estaba acorralada entre tres vampiros y no veía una salida a esto, Ian volvió a hablar.
- Me han dicho que has ocasionado problemas -caminó a un lado de mi mientras se colocó frente a la chica- Y querías llevarte mi comida.
- ¿Dónde esta Isa? -cuestioné, era la que más me preocupaba en ese momento.
- Tranquila, pequeña fenómeno, la hija del director esta bien, pero tú eres la que me tienta a matarla.
- Jamás te perdonaría aquello, Ian, ¿No te basta con lo que has hecho en el Instituto?
- No -dijo rápidamente, se inclinó hacia Oriana hasta quedar a la altura de sus ojos- Y claramente no me canso de esto.
- Déjala -me acerqué rápidamente para quitarlo, sin embargo Nathan y Jonathan me sostuvieron. Ian le hablaba a aquella chica
- Te quedarás aquí para servirme, y no desobedecerás a nada- le dijo con un tono suave y seductor, sus ojos cambiaron de color, Oriana lo miró fijamente mientras asentía- No saldrás de aquí con nadie más que conmigo.
Al terminar aquello se inclinó a su cuello en donde bebió su sangre, escuché el gemido que salía de su boca... Aquello que tanto le gustaba. Miré el rostro de Ian al reincorporarse.
- Ahora te das cuenta -me dijo limpiando su boca y se acercó a mi- Tú eres la que las mata.
- Eso no es verdad -respondí firme- Yo no les quité la vida como tú.
- Pero eres quien las trata de ayudar inútilmente, eres su amuleto de la muerte.
- Sí no fuera por tu maldita obsesión, esto no estaría pasando.
- Sí no hubieras regresado todo hubiera estado excelente, y el mundo no tendría que lidiar con fenómenos como tú -me agarró del brazo e hizo un ademán hacia los dos chicos- Tráiganla.
Salieron de aquella habitación mientras Dinali no despegaba los ojos de mi.
- Eres un maldito.
- Si, y tú, una estúpida. Sin Leo no eres nada, y dudo que tú puedas salvar a los demás.
- Tengo la fuerza suficiente para sacarlos de aquí.
- Quisiera verlo, Ella.. Quisiera ver tus torpes intentos.
Nathan y Jonathan regresaron de nuevo y traían casi arrastrando a Aleyda, seguía viva pero había perdido demasiada sangre; me limité a mirarla.
- Aleyda...
- Recuerdo las suplicas por que la dejáramos en libertad- dijo Ian- Sin duda, una de las más ingenuas que he visto.
- No me maten, por favor- suplicaba con lágrimas de miedo, la miré sin poder hacer nada.
- No te preocupes hermosa que aún no te toca morir -se sentó en la cama en el momento que me aventó a los muchachos- Aquí tu amiga Ella tuvo el error meterse en asuntos ajenos, y le daré en su punto débil; protege a humanos inservibles, así que... ¿Porqué no convertirlo en su tortura?
- ¡No te atrevas, Ian! -grité intentando soltarme de aquellos, sabía lo que planeaba hacer.
- ¡Llévensela de aquí! -les ordenó Ian- Mejor aún, Giancarlo estará complacido sí se la entregan.
- ¡Te vas arrepentir Uriel, lo juro por Dios! -grité furiosa. En aquel momento parte de mi antigua vida humana se encontraba en aquella chica quien no merecía pasar por esto; en ese instante sentí un golpe detrás de la nuca y perdí el conocimiento.
Desperté en una habitación ajena a las que había estado, estaba aturdida pero en mi mente lograba escuchar un sin fin de pensamientos...
~ Las imágenes me indicaban la habitación en la que estuve anteriormente, en ellos logré distinguir a Ian quien se encontraba con una chica a quien besaba; al darme cuenta quedé perpleja de ver a Aleyda, sin embargo su esencia se sentía diferente, su piel lucía demasiado blanca y sus ojos... completamente rojos. Ian la había convertido: y yo no pude evitarlo. Rechacé de inmediato aquellas imágenes y me vi envuelta en otro paisaje distinto.
Una habitación que conocía perfectamente, había algunas armas encima de la cama y una ropa que distinguí de peleas y bolsas de sangre. ~
- ''Debo realizar aquel viaje'' -era la voz de Gabriel, no sabía con quien conversaba- ''Debo hacerlo''.
- ''Es el peligro más grande que tenemos, no puedo permitirte hacerlo'' -aquella era la voz de mi madre, ya le había informado de aquello.
- ''No puedo dejar a aquellos dos solos en Nápoles con Giancarlo Lorenzetti, perdón madre pero ningún guardián podrá con su poder''.
- ''Entiende Gabriel que no deseo que les pase nada'' -mi madre estaba preocupada, pero en el fondo sabía que era lo único que podía hacerse- ''María Gabriella y Leonardo llevan una semana desde que fueron tras ellos y no tenemos ni una noticia''.
- ''Es por ese motivo que debemos viajar a Nápoles, ellos son jóvenes para enfrentarse a un anciano experimentado como él'' -la expresión de Gabriel era seria al decir aquello- ''Tal vez Leo tenga 700 años pero eso no quita el hecho de que aún sea joven, tiene 16... Y mi hermana lleva seis meses de haber sido convertida. Mamá, debo cuidarla. No puedo permitir que Lorenzetti la lastime''.
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vidas pasadas, vampiros y magia, novela juvenil con un poco de accion
Editado: 30.07.2018