Aurora
El trayecto en el auto se me hizo demasiado largo para mi gusto.
—¿Cuál es la enfermedad que aqueja a tu madre?
—Ninguna.
—¿Pero…?
—Mi madre solo está triste porque estamos en vísperas de su aniversario con mi madre, pero yo en mi inteligencia decidí valerme de eso para traerte a casa. ¿Buena jugada verdad?
Escuchar esas palabras desató un ferviente deseo de borrarle la gran sonrisa que mantenía en sus labios de unos buenos guantazos.
—Es una persona miserable. -brame bastante molesta.
—Todo sea por probar lo que tienes para darme novicia.
—Nunca obtendrá nada de mí.
El señor de las tinieblas se atrevió a colocar una de sus manos en mi pierna. Y al sentir el calor de su mano en mi muslo un calor descomunal se extendió por todo mi cuerpo.
—Obtendré todo de ti.
Me removí incómoda en el asiento, y eso pareció gustarle porque sonrió con más ganas.
No puedo quedarme sin hacer nada, tengo que por lo menos luchar antes de pensar en ir a la casa del pecado.
—Detén el auto.
—¿Para qué?
—¡Detén el auto te digo…!
—¡No lo haré…!
Entrecerré mis ojos y le brindé una mirada fulminante.
—Si no quieres que me haga el número dos en tu hermoso y caro auto de colección detenlo.
El señor mal, maldito antes de detener el auto a un costado de la intransitada carrera.
—¿A quién en su sano juicio le dan deseos de cagar en medio de la nada?
—A mí. -susurre. —Ahora quita el seguro de la puerta.
Él obedeció a mi mandato y yo me apresuré a abrir la puerta del lujoso auto.
Me bajé de él e inmediatamente empecé a pesar en planes para huir de las manos de este neandertal de la era de la prehistoria.
¿Cómo un hombre puede inventar que su madre está en las últimas, solo para llevar a la mujer que quiere corromper a su casa? Eso solo lo hacen los hombres sin escrúpulos.
Pero yo no le daré la victoria tan fácil. No dejaré que me quebrante sin luchar.
Para mi mala suerte escuché la puerta del auto abrirse, para posteriormente escuchar la voz del príncipe de las tinieblas, el señor mal.
—Mucho cuidado con lo que haces novicia porque te puede ir muy mal.
—Ahora ni cagar puedo hacer bien.
—Ni cagar, ni mear podrás hacer bien de ahora en adelante porque yo estaré vigilando tus pasos y deleitándome con el precioso cuerpo que has de tener escondido bajo ese disfraz de monja. No te daré un segundo de paz hasta que me des lo que me pertenece.
¿Pertenece?
Según yo, a él no le pertenece nada, pero como su mente está tan retorcida le hace pensar que tiene algún poder sobre mi cuerpo.
¡Es que… Hahaha!
¿Señor, si me deshago de él me perdonarás?
El señor Mal se colocó al frente de mí.
—¿Me puede dar un poco de privacidad por lo menos?
—Para qué quieres privacidad cuando al final de la jornada terminaré follándote el culo, novicia.
Hice una mueca. —Que he hecho para merecer un mal tan grande, porque déjeme decirle que usted es un grano en el trasero, señor.
—Si quiere puedo ser un pene entre tus deliciosas piernas. Porque eso de grano en el trasero es bastante obsoleto, novicia de mierda. Cambia el repertorio porque esas frases pasaron a nueva vida.
Es que… ¿Cómo amar a mi prójimo si él se comporta como un loco insaciable en busca de mi pequeña e inexperta cueva del disfrute? Perdón señor, pero este prójimo se está ganando mi recelo hacia él.
—Usted es el anticristo, el hijo del maligno. Por eso quiere quebrantarme y llevarme a lo más profundo del abismo en el que usted se encuentra.
—Ah, bueno no había pensado en eso, pero tienes toda la razón. Porque buscó enredar a cierta novicia para llevarla a lo más recóndito, pero de mi habitación. Eso te convierte en la primera dama en engalanar la lista del anticristo. Así que debes sentirte orgullosa por tal logró novicia de mierda. -forme mis manos puños luego de escuchar esas palabras porque esas son claramente el reflejo de que él se está burlado de mis palabras.
—¡Exhala frustración, inhala paz…!
—Deberías estar exhalando un gemido de placer e inhalando aire para luego exhalarlo con el gemido, pero como bueno, la felicidad no es completa en la tierra.
—¿Me puedes dejar en paz dos segundos?
—Oh, se me había olvidado que estamos varados aquí porque la mujercita que deseo quiere hacer bolitas de oro en plena carretera. Perdóname cariño por solo pensar en mí.
—Espero que…
—Deja tus dramas y ve a cagar, porque claramente estamos perdiendo el tiempo en que deberíamos estar follando. ¡ASÍ QUE HAZ TUS BENDITAS HECES Y LARGUEMOS DE ESTE LUGAR…!
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Editado: 15.01.2025