El heredero del pecado. [6 De La Saga Heredero]

Capítulo 8: Dulce sueños señor de las tinieblas.

Aurora.

Tragué saliva cuando el señor mal extendió una de sus manos hacia mí.

¿Qué pretende?

—Sigue la corriente, novicia. -susurró contra su labios.

Sentí un especie de fuego recorrer todo mi cuerpo cuando él tomó mis manos entre las suyas.

En ese momento deseé darle un buen guantazo por tener esa enferma obsesión conmigo.

—Señor, Aurora. Podemos pasar a la mesa.

Escuchar la voz de María fue como escuchar un coro de ángeles celestiales. Así que retire mi mano de la del señor Mal y me apresure a caminar hacia donde se encontraba la pareja de ancianos.

—Es un verdadero honor tenerle en nuestra casa señor.

—Soy yo quien debe agradecer que encontrarán y le dieran cobijo en esta casa a mi futura esposa.

Los ancianos al escuchar esas palabras abrieron sus ojos como platos, para después colocarlos en mi.

Genial, ahora todo no puede ir peor.

—Señor ella es…

—Sí Amado. Usted salvo a mi futura esposa.

Abrí mi boca para negar todo, pero la mirada penetrante del príncipe de las tinieblas heló mi sangre.

—Señor, no es como que le diga lo que tenga que hacer, pero debería poner más cuidado en su futura esposa porque cuando la encontré ella me hijo que un hombre la quería secuestrar.

—No se preocupe Amado, porque ese hombre que quiso arrebatarme a mi reina lo pagará muy caro.

Tras esas palabras Mal se acercó a la mesa y apartó la silla para mi.

Solo por pura cortesía tomé asiento en el lugar y trate de sonreír.

—Gracias. -dije seca.

—Por nada mi reina. -inquirió él después de que tomó asiento a mi lado.

—Espero y le guste señor.

—De seguro ha de estar delicioso María.

—Claro, y más aún después que su querida futura esposa me ayudó a preparar los alimentos.

—De seguro ha de estar más que deliciosa. -el señor pecado coloco sus ojos en los míos, y me brindo una sonrisa que no demostraba nada bueno.

—Menos charla y más acción.

Tras esas palabras empezamos a cenar y al cabo de algunos minutos ellos se fundieron en una conversación bastante agradable. Yo por mi parte me mantuve en silencio jugando con la comida que había en mi plato.

¿Por qué él está encaprichado conmigo?

¿Por qué no puedo ser solo algo que no puede tener?

—Amado, llamando a Aurora.…

Al colocar mis ojos en Amado me sonroje al tener la atención de los presentes en la mesa.

—Yo… lo siento.

—Pobre de mi reina, debe de estar preocupada por su gata.

¿Cómo él sabe de mi gata?

—¿Eh? Sí, ¿Cómo está?

—Nieves está de maravilla en nuestro hogar esperando tu regreso mi reina. -trague saliva para después agachar mi cabeza. —Es un milagro que te pudieras escapar de él, Aurora.

Escuchar mi nombre salir de sus labios por primera vez desató en mi una sensación bastante extraña.

¿Me estaré volviendo loca?

—Sí, es un verdadero milagro.

Ambos ancianos se miraron entre sí para después sonreir.

—Se nota que estan muy enamorados.

Mentalmente le escupí la comida en la cara al perverso hombre para luego gritarle un: ¡NI EN MIS PEORES PESADILLAS…!

¿Enamorarme de él?

Prefiero la muerte a tener que verlo por el resto de mis días.

¡Jesús, reprende al demonio! Porque tengo bastantes con ser su obsesión del momento, como para querer estar atrapada en las redes del amor por ese príncipe de las tinieblas y del pecado.

—¿Aurora porque llevabas puesta ropa de monja?

—Bueno es que yo…

—La verdad es que mi reina hace obras de caridad y de vez en cuando le gusta unirse a las monjas como si ella fuera una de ellas.

¿Por qué tiene que ser tan hábil para decir mentiras?

—Además de bella bondadosa. Sin duda alguna usted se saco la lotería con Aurora señor.

El Mal, con patas sonrió. Y esa acción logró hacer que mi sangre hirviera por dentro.

Señor, ¿Qué hice para merecer semejante castigo?

—Amado, María me gustaría saber si mi querida reina y yo podemos pasar la noche aquí.

Solté el tenedor y este hizo eco de forma escandalosa con el plato.

No.

Que digan que no.

—Sí, señor. Está también es su casa, así que disponga de ella como guste.

No.

Estoy perdida.

La cena transcurrió con bastante normalidad, para mi mala suerte.




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