Aurora.
—Te encontré. Por fin te encontré…
Observé al hombre con el entrecejo fruncido, y cuando iba abrir mi boca, para pedirle al misterioso hombre que me soltara, la voz del señor Mal se antepuso ante la mía.
—¿Qué crees que haces?
—Señor Mal… -él interrumpió mis palabras.
—No te estoy preguntando a ti, Aurora. -los ojos del príncipe de las tinieblas se colocaron en el hombre. —Le estoy preguntando al hombre.
El desconocido hizo una mueca, para después colocar sus ojos en el molestoso hombre.
—Usted no es nadie para pedirme explicaciones.
—No te volveré a repetir la pregunta… así que habla de una buena vez antes de que me de por sacarte del hospital a balazos.
—Hagalo, y vera a como nos toca.
Ambos hombres se brindaron una mirada fulminante.
—No estoy por ver si demostración de quién es el más macho, así que les pido que se larguen a otro lugar y me dejen en paz de una vez por todas.
El señor Mal, desvío sus irís hacia los míos.
Y el hombre misterioso le imitó.
—Bien sabes que no te puedes marchar.
—No eres nadie para amenazarme.
Los ojos del príncipe de las tinieblas echaron chispas luego de escuchar esas palabras, y no dudo en hablar.
—Es mejor que guardes silencio cariño.
Abrí mi boca para negar sus palabras pero él se adelantó.
—Es mejor que nos marchemos a casa porque la Nieve que dejamos allá se puede derretir y dejar un charco en pleno jardín.
Formé mi mano puño y me atreví a darle una mirada fulminante. Porque entendí el doble sentido de sus palabras.
El desconocido hizo su agarre más fuerte en mi brazo. —Te encontré y no te dejaré marchar.
—Le conviene que suelte a mi mujer, porque si no lo hace estaré obligado a cometer cierto acto ilícito.
—Puede que acepté marcharme, pero no desistiré hasta encontrarte, Aurora.
—¿Cómo sabe mi nombre?
—Lo sé porque yo fui quién te dejo en la puerta de aquel convento.
Esa confesión derribo mi raciocinio y todo se volvió negro.
Él tiene toda la información que necesito saber.
Abrí mis ojos y lo primero que vi fue el rostro preocupado de Malena.
—¿Dónde estoy?
—Cuando te desmayaste Mail, pidió que que te trasladarán a una habitación y que te hicieran pruebas de todo. -aparte mis ojos de ella para colocarlo en la intravenosa. —Ah, y el doctor pidió que te colocara una intravenosa porque según él estabas deshidrata y mencionó algo sobre matar una infección.
—No quiero estar aquí.
El señor tentación ingreso a la habitación y no dudo en llevarme la contraria.
—Tu estadía en el hospital no entrará en discusión, novicia. Así que hazte amiga de la cama porque no saldrás de aquí hasta que el doctor lo indique.
—No eres quien para mantenerme reclusa aquí.
—No me toques las bolas y compórtate como una blanca paloma.
—En cuanto tenga oportunidad me lárgare y nunca volverás a ver mi rostro.
—¿Ah, sí? -él se acercó a mí y extendió una de sus manos para tomar mi rostro. Luché por evitar que me tocará pero él termino tomando mi rostro entre sus manos. —No podrás librarte de mí, nunca. Porque te voy a perseguir y si tengo que ir por ti al fin del mundo lo haré pero de que te tengo, te tengo entre mis brazos.
Malena se encargó de alejar a ese demente de mi, para después colocar en medio de los dos.
—¿Me puedes decir que rayos te sucede, Mail? ¿Por qué te empeñas en tenerla a tu lado? ¿Por qué no la dejas en paz de una buena vez por todas?
—No te metas en mis asuntos, Malena.
—Después de intentar buscar una respuesta para tu obseccion hacia Aurora solo me queda decir que gustas de ella.
Mail le brindo una mirada fulminante a Malena, para después reducir el poco espacio que los dividía.
—Nunca en tu vida vuelvas a insinuar que puedo estar sintiendo algo por esa mujer, porque eso no es así. Solo quiero de ella su maldito cuerpo, nada más. Que te quede muy claro, Malena. Porque no quiero escuchar que dices que me gusta esa novicia de mierda.
Auch, eso dolió.
No se porque lo hizo. Pero dolió.
Señor perdoname por las palabras que diré pero necesito defenderme.
—Prefiero que me arrolle un vehículo a sentir algo por un ser tan miserable como tú.
Los ojos del pecador se colocaron en los míos y puede ver como estos brillaban con cierta intensidad.
—Sí intentas escapar mandaré a que desaparezcan a tu bendita gata de mierda novicia. No me tientes porque con solo una orden Nieves desaparece d ela faz de la tierra y se va a morar al mundo de los felinos desvividos.
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Editado: 15.01.2025