El heredero del pecado. [6 De La Saga Heredero]

Capítulo 17: Aurora Salvatierra, mi esposa.

Aurora.

La tención era palpable en el aire, lo cual era verdaderamente incómodo.

El pecador estaba que mataba y comía del muerto. Su cuerpo estaba cargado de ira y sus manos formadas en puños.

La palabra enojado se quedaba corta para descubrirlo.

—Lárgate de aquí. -susurró.

—No tengo a donde ir, así que opte por acudir a los brazos de mi madrina.

—No eres bienvenida aquí, Dara.

—Si no me equivoco vuestra tía política le pidió a tu madre en su lecho de muerte que no me desampararan.

La manzana de la discordia dio varios pasos hacia Mail. Y se detuvo justo al frente de él.

—Pensé que el odio se había acabado, querido.

—Te odio como si hoy fuera el primer día.

—El amor no pudo haberse convertido en odio. No lo creo.

Ella extendió una de sus manos hacia el rostro del pecador, y él retrocedió para evitar el toque de la mujer.

—Deberías olvidar lo que sucedió, Mail. Olvídalo y volvamos a ser quien éramos antes.

—Nunca, óyelo bien… nunca volveré a estar ciego. Nunca volveré a mirarte como antes lo hacía. Nunca.

—Deja el drama de una buena vez, y acepta que todavía me amas, que todavía me deseas y que mueres por cogerme entre tus brazos, por besarme y hacerme el amor. Acepta que yo soy la única mujer que amas y que siempre amarás, Mail. Dilo, dilo.

Los ojos de ella brillaron con anhelo.

—¡¿TE PARECE DRAMA ESTAR DOLIDO POR DEJARME PLANTADO AL FRENTE DEL ALTAR COMO UN IDIOTA?! -por la frustración del momento Mail se pasó las manos por el cabello. —TE PARECE DRAMA QUE TE DESHICERAS DE ÉL, PORQUE NO QUERÍAS ARRUINAR TU CUERPO.

Esa confesión.

Ella… Ella aborto al hijo que esperaba con el pecador.

La mujer rodó sus ojos y se encargó de cruzar sus brazos.

—Lo hice y lo volvería hacer si me dieran la oportunidad. -esa confesión descolocó a Mail porque su rostro perdió el color.

—¡¿QUÉ?! -Malena inquirió esas palabras para luego colocarse al frente de la mujer. —Tenías que ser tú, maldita sea. ¡Tú…! No solo acabaste con mi hermano, sino que también mataste a un ser inocente, a tú propia sangre.

—Estaba segura de que él no quería un bebé y mucho menos casarse conmigo. Sé que quiso casarse porque mi madre se lo pidió en su lecho de muerte, no porque lo anhelara.

—Te amaba. Te amaba con todo el corazón, maldita. Te entregué todo lo que tenía y tú lo hiciste pedazos, me destrozaste dejándome en el altar plantado, pero me destrozaste todavía más cuando me enteré de tu aborto. -la voz del pecador salió entrecortada. —Deseaba con todas mis fuerzas un hijo, pero tú te encargaste de matarlo. Y también con él murió el amor que tenía por ti. Ahora lo que siento por ti es un odio puro que me insta a colocar mis manos alrededor de tu cuello para dejarte morir igual que lo hiciste con él.

Los vellos de mi cuerpo se erizaron al escucharlo decir esas palabras.

¿Él sería capaz de matarla?

—Las cosas viejas quedaron en el pasado Mail. Por eso volví, volví por ti. Para que hagamos todo lo que no pudimos hacer por la estupidez que cometí.

El pecador se encargó de sonreír amargamente.

—Prefiero cortarme el pene y las manos antes que tocarte. Entiende de una buena vez que me das asco, y que el odio que siento por ti no me dejaría ni darte un beso en la frente.

Esas palabras parecieron que lo le agradaron a la manzana de discordia, porque apretó su mandíbula.

—Yo sé que me amas, Mail… -susurró en voz baja mientras se acercaba a él. —Así que podemos retomar nuestra relación, casarnos y tener hijos.

Por un momento por mi mente pasaron los sucesos que ella mencionó e inmediatamente sentí deseo de vaciar mi estómago en el retrete más cercano.

—Llegaste tarde porque he hecho tres de las cosas que dijiste.

—No me hagas reír, Mail. Bien sabes que yo soy la única mujer a la que puedes amar.

—Te equivocas, maldita. Porque unos meses después que te largaras en busca de una presa a la cuál devorar, yo retomé el rumbo de mi vida. Conocí a otra mujer y ella me hizo olvidarte, te olvidé como mujer, pero el odio que siento por ti sigue estando presente en mí. Ella logró sacarte de mis pensamientos y sus manos trazaron nuevas caricias en mi piel, su piel se encargó de hacer que la mía ardiera, ella te borró de mi cuerpo y corazón para siempre. Ahora eres nadie para mí, porque esa mujer se convirtió en mi todo, en la mujer que comparto el lado derecho de mi cama. En mi esposa.

¿El pecador casado?

¿Señor cuántos pecados más debo descubrir que he cometido?

¿Quién será la mujer de Mail habla con tanta pasión?

¿Quién es la mujer que logró borrar las caricias y besos de la manzana de discordia del cuerpo del pecador?

Debe de ser una de las tantas mujeres a las que él tocó a lo largo de este tiempo.




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