El heredero del pecado. [6 De La Saga Heredero]

Capítulo 18: Sombra del pasado.

Aurora.

Mail tomó mis manos entre las de él, y juntos empezamos a bajar las escaleras.

Decir que estoy nerviosa es poco, pero aún me obligó a mantener una gran sonrisa, mientras bajamos las escaleras.

Los presentes nos observan fijamente mientras descendemos de las escaleras.

A la manzana de la discordia para perturbar la paz de los Salvatierra planeo hacer una por todo lo alto para celebrar su regreso.

Estoy segura de que en su mente retorcida pensó que ese anunció molestaría a todos en casa, pero lo que hizo fue darle ideas a Mail para joderle la fiesta hasta más no poder.

—Recuerda, estamos enamorados y bastantes calientes.

—Lo de enamorados te lo acepto, pero lo otro ni loca.

Mail negó levemente. —Te voy a coger el culo, delante de todos y no me importa que no estes de acuerdo.

¿Cogerme el culo?

¿Qué significa eso?

Cuando nos encontramos en el primer piso el primero en acercarse fue Dylan, quién mantenía en su rostro una gran sonrisa.

—Así que llevan tiempo casados…

—No me jodas, Dylan. Y aléjate de ella.

—Uy… pero que rabioso está el novio. Y yo que pensaba raptar a la preciosa Aurora, para convertirla en mi esposa y dueña de todo lo mío. Es una lástima que el pecador haya llegado antes.

Mail me atrajo más hacia su cuerpo y abrazó mi cintura con fuerza.

—Ella no se iré de mi lado, nunca. Así que búscate a otra que esté dispuesta a perder la cabeza, porque casarse contigo es sinónimo de perder la cabeza.

—Sí tú conseguiste a una buena mujer que perdiera la cabeza por ti, yo puedo encontrar a alguien que lo haga por mí.

—Él perdió la cabeza por mí, no yo por él, Dylan. -inquirí, y esas palabras parecieron gustarle a Dylan porque enarcó una de sus cejas para después soltar una prominente carcajada.

Lo cuál con eso logró llamar la atención de todos en la fiesta.

Todos los presentes posaron sus ojos en nosotros y para mí fue imposible no desear que la tierra se abriera y me tragara.

—Dylan. -reclame por lo bajo.

—Deberían dar una actuación digna de los premios Óscar. Deseo ver a mi pecador favorito derramar miel sobre hojuelas por la preciosa Aurora.

—Debería de mandarte de paseo…

—Sabes muy bien que no puedes vivir sin mí, Mail.

El señor de las tinieblas rodó sus ojos. Para después inquirir varía palabras. —Vamos a arruinarle la fiesta a esa malnacida.

—Espero que para el bautizo del bebé que se rumorea que van a tener me tengan en cuenta porque merezco ser el sexi padrino del mini demonio que tendrán.

—¿Quién está diciendo eso?

—Tú querida hermana se lo dijo a Dara al frente de todos. Y si ustedes hubieran visto la cara que colocó se abrían muerto de la risa.

—Solo tengo que soportarla una semana. -dijo Mail.

Y ante esas palabras Dylan frunció el entrecejo.

—¿No que le pertenecía la mitad de la casa?

—Sí, le pertenecía la mitad de la mansión, pero solo si no me había casado. Y pues como estoy atado de manos y pies, esa lunática se tiene que marchar de aquí en un plazo de cinco días y si no lo hace tengo total autoridad de sacarle sus trapos a la calle y darle una patada en el trasero para que se alargue de una vez por todas de aquí.

—Ese viejo zorro, por lo menos pensó en algo.

Esas palabras lograron que Mail hiciera más fuerte su agarre en mi cintura.

Para todos no es un secreto que al príncipe de las tinieblas le había dolido enterrarse que su propio padre fue quién le pidió a esa mujer que lo dejará plantado en el altar.

Repasé mis ojos por la multitud, y cuando mis iris se colocaron en un hombre en especial sentí mi mundo moverse.

El hombre del hospital se encontraba entre los presentes, con una gran sonrisa en sus labios.

Él fue quién me dejo en el convento.

Existe la posibilidad de que sea mi padre.

Ese pensamiento me lleno de emoción, porque su presencia en casa solo ha de decir algo y es que se arrepiente dejarme en la puerta del convento al alba.

—Veo que la mona, se vistió de gala.

La emoción que nates sentí se desvaneció al escuchar esas palabras de la manzana de la discordia, porque sé muy bien que viene a destilar veneno. Porque flores no nos echaría.

Debo defender lo mío con unas y dientes como dijo Malena.

Bueno… no creó que sea mío, pero si tengo suerte en estos tres meses que estaremos juntos aparentando estar casado, puedo lograr que Mail se enamore de mí. Porque sin amor no hay cueva del gozo y sin cueva del gozo no hay pecador contento. Solo tengo que ser persistente.

—Yo veo que, aunque la mona se vista de seda, mona y apestosa se queda.




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