Capítulo 24: Dolor.

Aurora.

Las lágrimas descendieron de mis ojos sin control alguno.

Me enamoré de él, me enamoré del pecador.

Cuando no pude mantenerme en pie caí de rodillas contra el suelo, y poco después sentí una corriente de aire frío golpear mi cuerpo.

No quería esto.

No deseabas sentirme como me siento.

—Aurora. -escuche la voz de Malena. E inmediatamente coloque mis ojos en los de ella. —Perdón. Perdóname por insistir en que él sentía algo por ti.

Esas palabras me hicieron sentir todavía más mal de lo que ya me sentía.

Las lágrimas salían de mis ojos como una cascada de agua viva. Y no fue hasta que escuché a Malena llorar.

Contuve mi llanto por un momento y me obligué a colocarme sobre mis pies.

—Malena. -el hombre de la hermana del pecador salió de mis labios en un leve susurró. Y ante esto ella colocó sus ojos en mí.

—Te daño… Mail, te rompió.

Malena terminó de acercarse a mí y cuando estaba próxima a mí agachó du cabeza.

—No solo te mintió al aparentar que te quería, sino que también fingió lo del matrimonio. Mi hermano es…

—Yo sabía desde un principio que él solo buscaba de mí, placer. Solo buscaba a una nueva presa, nada más.

—Aurora…

—Ya no tengo nada que hacer aquí, Malena. Tengo que recoger lo poco que traje y marcharme cuanto antes de este lugar.

—Aurora…

—No puedo, ni quiero mendigar amor. Y está no será la excepción.

—Sé que él te quiere. Solo tiene miedo, miedo de que vuelva a pasar lo que le hizo esa mujer.

Hice una mueca.

—Él no es el único que sentía miedo, Malena. Él no es el único que moría de terror al imaginar que algo como esto podría pasar… -susurre en voz baja. —Me resistí a caer porque el miedo de ser solo un juguete momentáneo me ganó. Pero al parecer no sirvió de nada. Porque termine siendo desechada en la basura, cuando él se cansó de jugar a la casita conmigo. Ahora sí que estoy jodida porque no solo perdí el corazón, sino que también la virginidad. Perdí mi pureza por un simple capricho. -reí con amargura.

—Aurora.

—Llamaré a David.

—Aurora…

—Te prometo que saldremos de compras e iremos a expiar a esos chicos hacer ejercicio al aire libre.

Ante ese comentario Malena sonrió.

—Sé que volverás.

—No lo creo, Malena. No lo creo.

Me acerqué todavía más a ella y la envolví con mis brazos.

—Me hubiera gustado tener una hermana como tú.

—Por ti renunció a ser la hermana de ese cabeza dura. Y me vuelvo tu hermana. Podríamos despotricar contra él en las redes sociales y echar a perder todas las conquistas que logre tener.

—No quiero que hagas nada contra él, Malena.

—Pero… -negué.

—A pesar de todo eres su hermana, su sangre. Y eso nadie va a cambiarlo, Malena. -deje un beso en su mejilla. —Te prometo que estaré bien.

—¿Qué pasará con Nieves y Zeus?

—Se irán conmigo, porque ellos me pertenecen. Y sí tu hermano quiere pelear por ellos tendrá que matarme porque no dejaré a mis ojos en sus manos.

Malena asintió.

—Te visitaré.

—Hazlo.

Ambas nos fundimos en un caluroso abrazo. El cuál terminó cuando Gabriela hizo acto de presencia.

—Malena, nos iremos al viñedo de Dylan por unos días.

—¿Qué sucedió para que tengamos que ir a casa de Dylan?

Los ojos de Gabriela se colocaron en mí.

—Mail, se fue.

Mi corazón empezó a latir desenfrenadamente, luego de escuchar esas palabras.

Así que la cobardía te gano, Mail Salvatierra.

Por fin mostraste tu verdadera cara.

—Madre…

—Puedes acompañarnos Aurora.

—No, Gabriela. Ya no me pertenece estar aquí y mucho menos incomodar a Dylan.

—¿Qué dices, hija?

—No pertenezco a esta familia… -para este punto mi vez se quebró. —Y nunca lo haré.

Malena soltó un jadeo.

—No digas eso. Aurora.

—Llego la hora de que me marché.

—Aurora, sé que te duele, pero esto te hará más fuerte. El dolor moldeará tu carácter, el carácter de una verdadera reina.

—El dolor es momentáneo, porque la felicidad será eterna. -ambas asintieron. —No importa si no es con el pecador, pero lo que, si se es que seré feliz, inmediatamente feliz.

Deshice mi abrazo y aún con lágrimas en los ojos me acerqué a Gabriela.