Capítulo 25: Sin salida.

Aurora.

Después de ver a Mail caer como al suelo, me aparté del lugar como si nada hubiese sucedido.

Caminé entre las personas y un puesto de Hot dogs al frente del lugar, llamo mi atención.

A pesar de estar a varios metros de distancia de mí, pude distinguir el rico olor que desprendían aquellos Hot dogs.

Empecé a caminar hacia el puesto, y mientras más me acercaba el deseo de llevarme ese manjar a la boca me sobrecogía.

—¿Qué rayos me está pasando? -me pregunté mientras el deseo de devorar esos Hot dogs me atacaba.

Desde hace varios días hacia atrás empecé a sentir un deseo incesante de comer, y ciertas veces lo que comía me daba cierto asco.

De seguro tengo alguna infección estomacal, porque esto no es normal.

Pero aun así debo hacerle caso a David porque puedo estar muriendo y yo de ignorante creyendo que es un mal estomacal.

Apresuré mis pasos y solo me detuve cuando estuve al frente del puesto de Hot dogs.

Un apuesto hombre de mediana edad me brindo una gran sonrisa antes de hablar.

Deberían existir hombres tan bellos como ese señor.

—¿En qué puedo ayudarla?

—Quiero dos Hot dogs, con todo. Con mucha mostaza y sin kétchup. Por favor.

El hombre soltó una pequeña carcajada antes de empezar a preparar mi pedido.

Observé lo que el hombre hacia detalladamente y cuando fue momento de entregarme el pedido mi boca de hizo agua.

Saqué el dinero y se lo extendí al señor, pero este negó.

—Debería tomarlo.

—Va por cuenta de la casa. -el señor me guiño uno de sus ojos.

Y yo le devolví el guiño.

Cuando tuve el Hot dogs entre mis manos me saboreé los labios antes de llevármelo a la boca.

—Nunca vi a nadie desear un Hot dogs como a ti.

Me llevé el Hot dogs a la boca y le di una gran mordida.

Mastiqué con deleite este manjar y no me detuve hasta terminarme los dos Hot dogs que había pedido.

—Debería considerar la idea de mudarse cerca de mi casa.

—Ya estoy muy viejo para esas cosas, jovencita.

—¿¡Qué viejo y que ocho cuartos…!? Usted todavía está en la flor de la juventud. Un poco más y de pasa de bueno.

Esas palabras lograron desatar las carcajadas de en el hombre.

—Usted es una jovencita encantadora. Estoy seguro de que el hombre que logré enamorarla será un afortunado.

Bueno hasta aquí llego la felicidad.

Hice una mueca la cuál no pasó desapercibida por el señor.

—¿Es complicado?

Asentí. —Por ratos quiero arrancarle la cabeza, pero después deseo abrazarlo hasta que no nos queden fuerzas.

—El amor es complicado, pero es esa complejidad que lo hace único.

—El amor es una mierda.

—Puede ser, pero eso no le quita lo hermoso que es.

Hice una mueca, y el hombre me brindo una gran sonrisa.

—Ponga cuatro Hot dogs para llevar por favor. Y este sí que los pagaré.

—Como usted mande mi generala.

Él se encargó de preparar mi orden, mientras sonreía.

—¿Es feliz? -me atreví a preguntar y él asintió.

—Soy feliz, inmensamente feliz. Y la dicha de mi felicidad se la debo a ella. A la mujer que más amo en este mundo.

Qué bonito es amar y ser amado.

—Me encantaría ser feliz.

—Serás feliz, solo tienes que buscar a la persona correcta.

—No creo que exista la persona perfecta para mí.

Hice una mueca, la cual no pasó desapercibida por el señor.

—Más temprano de lo que piensas, conocerás a la persona perfecta para ti.

El hombre me extendió mi pedido. Y yo le extendí un billete de cien dólares.

—Esto es demasiado señorita.

—Es pagándole por adelantado porque a partir de hoy me volveré una clienta frecuente.

—¿Vendrás todos los días?

—Sí.

Los ojos del señor brillaron.

—¿Por si a cado no quiere una socia? ¿O una degustadora profesional?

—Tú lo que quieres es quebrarme.

—Oh. Rayos. Descubrió mis intenciones…

—Sabía que estabas planeando algo. -él sonrió. Y yo le devolví la sonrisa.

En cuestión de segundos la sonrisa que mantenía en mis labios de borró. Porque la voz de Mail se hizo presente.

—Novicia.

Adopte una posición seria.

—Nos vemos mañana socio. -él asintió. —Espero que mañana me dejes empezar con la prueba de calidad.