Aurora.
Había pasado parte del día, y aún con eso no salía la posibilidad de que Mail este enamorado verdaderamente de mí.
¿Qué habrá cambiado para que él dejara atrás su decisión de no enamorarse?
—¿Todavía sigues dándole mente a lo sucedido?
—Por algo le estoy dando mente.
El príncipe Román se sentó al lado mío. Y no dudo en hacer una mueca de asco al ver el plato de espaguetis con salsa roja, que estaba degustando.
—No le hagas cara de asco, a mi comida.
—No sé cómo puedes comerte eso. Cuando parecen lombrices.
Le brinde una mirada fulminante.
—Si no quieres que se me olvidé de que eres un futuro rey, cierra la boca y aparta tus ojos de mi delicioso manjar.
—Ser mujer es difícil.
—Ser hombre es asqueroso.
Román enarcó una de sus cejas ante esas palabras.
—Si te pareciera asqueroso, no tuvieras el tanque lleno.
—Príncipe, me está rentando a que deje a su país sin rey, a sus padres sin hijo y a su futura esposa sin marido.
—Si haces eso todo recaerá en ti.
—¡Ja…! Ni que fuera la segunda en la línea del trono.
Román ante esas palabras me mostró una gran sonrisa. Y eso me dio mala espina.
—Lo eres.
Fruncí mi entrecejo.
—¿De qué estás hablando?
Román abrió su boca para contestar, pero fue interrumpido por el sonido del teléfono. Él se apresuró a sacar el teléfono de su bolsillo, y contesto sin perder tiempo.
—Mamá, la encontré.
¿A quién habrá encontrado?
Me llevé una gran porción de espaguetis a la boca, pero sin dejar de observar al futuro rey.
—Es tan hermosa como tú. -el príncipe clavó sus ojos en los míos y estos mostraban un brillo especial. —Si fuera por mí, hoy mismo la llevaba a casa, pero no puedo. Porque tenemos que lidiar con una piedra en el camino, la cual está estorbando nuestro paso.
Se que no debería prestarle atención a lo que él dice, pero es imposible no caer en el pecado de escuchar la conversación del futuro rey.
—Sí, madre… pero debes tener calma. Ahora mismo me encuentro con Aurora, sí. Se llama Aurora. -tras decir esas palabras él enarcó una de sus cejas. —¿Quieres hablar con ella? Mamá no creo que sea prudente. ¡Pero mamá…!
¡La reina de un país quiere hablar conmigo…!
Tragué saliva y aparte el plato de espaguetis. Porque se me había ido el hambre.
—Aurora, mamá desea hablar contigo.
Abrí mis ojos mientras negaba.
¿Qué querrá hablar una reina conmigo?
—Román, yo…
—Ella no aceptará un no como respuesta, así que toma el teléfono y habla con ella.
El príncipe me extendió el teléfono, y yo tragué saliva antes de tomarlo entre mis manos.
Qué pase, lo que tenga que pasar.
Tras ese pensamiento me llevé el aparato eléctrico al oído. Y hablé.
—Hola.
Al otro lado de la línea escuché un fuerte sollozo.
¿Le habrá pasado algo a la reina?
—Señora, ¿Está bien?
La línea de mantuvo en silencio por algunos minutos, y eso logró preocuparme.
¿Y si por mi culpa le había dado un ataque a la reina?
Sé que no es nada mío, pero tampoco me gustaría que muriera por mi culpa.
Un sin número de sucesos pasaron por mi cabeza, y dichos sucesos desencadenaron las lágrimas en mí.
Empecé a sollozar, y Román frunció su entrecejo.
—¿Qué te pasa?
—Creo… que tu mamá se murió.
Él negó para después tomar el teléfono.
—¿Hola? Mamá -me limpie las lágrimas al ver como él rodaba los ojos. —Está embarazada, madre. Sabes muy bien que sus hormonas están disparadas.
Bueno por lo menos no se murió por mi culpa.
Román me extendió el teléfono nueva vez, y yo lo tome con cierto recelo.
—Discúlpame majestad.
—Perdo…name. -inquirió la mujer a través de la línea. —Me alegra mucho escuchar tu voz, Aurora.
—A mí igual. Por un momento pensé que le había dado un ataque al corazón por mi culpa.
—Me va a dar, pero cuando te tenga al frente de mí.
Observé a Román tomar asiento a mi lado y el muy confianzudo recargo su cabeza contra mi brazo.
—Señora, he de decir que tiene un hijo que es bastante confianzudo.
—¿Román confiando en alguien? Esa persona tiene que ser muy allegado a él para que él le dé su entera confianza.
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Editado: 27.03.2025