Aurora.
Ahora puedo decir a bocas llenas que los hombres que David y Román contrataron no son más que unos pobres diablos que no saben hacer su trabajo, porque Mail Salvatierra se había camuflajeado para ingresar a la mansión y mira que logró cumplir sus amenazas.
No solo ingreso a la casa. Si no que también burlo a la seguridad del lugar con solo colocarse un par de trapos, una peluca y unos tacones de plataforma.
¡Jesús…! Solo a Mail se le ocurre vestirse de mujer para lograr cumplir su promesa.
Sin duda alguna el diablo se tiene que quitar el sombrero ante Mail Salvatierra, porque él hace todo lo que está en sus manos para ganar la contienda.
—La señorita aquí presente, estará para brindarte clases de etiqueta y protocolo. Y además se encargará de ser tu accesora personal.
¿Señorito?
Si ese es señorito, yo tengo que estar en el convento más recóndito, rodeada de las vírgenes más puras que existan.
—David. -el mencionado coloco sus ojos en mí.
—¿Sí?
En el momento en que iba abrí la boca, Mail loco Salvatierra se abrió paso entre David y se dirigió hacia mí.
Y en loco arrebató me abrazo.
—Más te vale no delatarme porque en un abrir y cerrar de ojos el tonto ese que te estaba tocando y el maldito de Rissi terminarán muertos.
—Lárgate y déjame en paz. -espeté solo para que él pudiera escucharme
—Oh, Aurora querida. Estoy segura de que nos llevaremos bien. -Mail inquirió con una voz bastante afeminada. Y he de decir que parecía una mujer.
Luego de verbalizar esas palabras Mail deshizo nuestro abrazo.
—Será un placer ser tu accesora, hermosa.
—Espero que usted sea la mejor profesora para Aurora porque no permitiré la falta de profesionalidad.
Mail, bueno, mejor dicho, Maila colocó sus iris en Román, e inmediatamente pude ver como cambiaba de color a uno más rojizo.
Si te le lanzas a golpearlo te descubren pecador inmundo.
—Hare todo lo que este en mis manos para hacer de la señora una dama refinada.
—¿Señora?
—Sí. Porque según fuentes cercanas, ella está casada con Mail Salvatierra.
Román hizo una mueca, para después colocarse sobre sus pies.
—Ese hombre no tiene tanta suerte para que la hermosa Aurora este atada de manos y pies a él.
—Pues se equivoca señor porque Aurora está casada con él, y Mail no la dejará escapar de su lado tan fácilmente.
—¿Cómo sabes lo que él piensa?
El pecador alzó su barbilla. —¿A casó no es eso lo que hace un hombre enamorado?
—Él no está enamorado. -inquirí. Ganándome la atención de todos los presentes. —Él más bien solo buscaba tener una aventura que le quite las ganas, un cuerpo que caliente su cama. Una mujer en la que copular.
Los tres hombres se mantuvieron en silencio, pero varios minutos después Mail se dedicó a romper el hielo.
—Él está enamorado de ti. Te quiere Aurora.
—Ya está bueno de meterse a donde no la llaman señorita Salvaterra. Así que haga el favor de soltar a Aurora, tomé el lugar que le corresponde en esta casa y no se olvide que es usted una empleada más a la que se le paga por trabajar no por meterse en la vida de los demás.
Se tenía que decir y se dijo… muy bien, David. Muy bien.
La señorita Maila, formó sus manos puños antes de volver a tomar el lugar que le corresponde.
—David, tengo que ir a ver algo sobre el grano en mi zapato. Dejo a Aurora a tu cuidado.
—Ve tranquilo, Román. Porque esa hermosura estará bien cuidada en mis manos.
—Por lo visto estoy bien cuidada con ustedes. Se ve que tienen madera para ser mi esposo.
La señorita Maila hizo una mueca ante esas palabras.
—¿Te quieres casar conmigo, Aurora? -David pregunto mientras caminaba hacia mí. —Si me aceptas tendrás todo lo que desees y mucho más. Serás intocable. Nadie estará por encima de ti.
—Señor Rissi, quiero comenzar con las lecciones ahora mismo si no le molesta.
David obvió las palabras de la señorita.
¿Señorita? ¡Por Dios, no me hagan reír…!
Hasta llamarla de esa forma me causa gracia.
Es que solo al loco de Mail se le ocurre vestirse de mujer.
Ponía en duda que estuviera loco. Pero ahora puedo confirmar que Mail Salvatierra está de atar.
Loco. Si está. Solo le falta ponerle la cita y la firma de la madre, para ingresarlo en el loquero. Porque cumple con todos los aspectos de la locura.
—¿Qué dices Aurora? ¿Te casa conmigo?
—Sí. -acote. Y ese monosílabo causó conmoción en Mail, porque el pobre pecador volvió a perder el color de su rostro. —Pero, no.
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Editado: 27.03.2025