Aurora.
Cuando el sol se alzó sobre el cielo, me levanté de la cama, calcé mis pies y me dirigí hacia la ventana.
Desde allí pude observar al loco de Mail, acostado en el pavimento.
—¡ES QUE SERÁ LOCO…!? ¿Cómo se le ocurre quedarse en medio de la calle con el frio que está haciendo?
Negué en repetidas ocasiones, para después dirigirme hacia la puerta de salida de mi habitación.
Estaría bueno darle un par de guantazos por descerebrado.
Cuando estuve en el corredor empecé a caminar con bastante rapidez.
¿Y sí ese loco se enferma y muere?
No.
Mail loco Salvatierra no puede morirse.
—¿A dónde va nuestra Reina?
—Román, no estoy para juegos.
—¿Ah, ¿sí?
—Sí.
Continúe mi camino y el príncipe decidió seguirme.
—¿No tienes nada mejor que hacer?
—Sí, pero tengo que cerciorarme de que hayas quedado viuda, antes que todo.
—Yo no estoy casada.
—Te equivocas Aurora, porque tú estás casada con el pecador. Ayer confirme que él no mintió.
Genial.
Ahora resuelta que el loco de Mail es mi esposo. Solo eso me faltaba.
—Si gustas puedo tramitar el divorcio exprés.
¿Divorcio?
—No quiero que hagas nada.
—Ah, sí. Se me olvidaba que quieres al pelado con pelos.
—Eres…
—Lo mejor que pudo llegar a tu vida.
Rodé mis ojos.
Sí, claro.
Cuando me encontré en lo alto de la escalera empecé a descender de esta, y cuando estaba en la mitad, David apareció en escena.
—Aurora, el loco de Mail está muerto.
Mis ojos de abrieron como platos, y en un momento sentí que perdería todas las fuerzas. Ante eso Román se apresuró a agarrarme.
Sabía yo que el loco de Mail terminaría muerto por su terquedad.
Es que no me explico… ¿¡Por qué me salió tan delicado el hombre…!?
Solo eso me faltaba, quedar viuda y embarazada.
—¡David…! Acaso quieres verla rodar por las escaleras.
—Verdad, se me olvidaba que aquí nuestra Aurora ama a ese hombre.
—¿Qué le pasó?
—Está muerto, ya te lo dije.
—¿Por qué eres tan insensible Rissi?
David se encogió de hombros. —Quizás porque no tengo nada bueno en mi vida.
Oh, claro.
Todo tenía que ver con Azucena.
—No por tienes que darme un golpe al estómago cada vez que hablas.
—Preferiría no dártelo. Pero es que no puedo reunirme a matar, aunque sea de pensamientos a ese maldito pecador.
¿Matar de pensamiento?
Bueno por lo menos me garantizo que no tendré que vestirme de negro para ir al cementerio a dejar el delicioso cuerpo de Mail.
Abrí mi boca para hablar. Pero antes de que pudiera hacerlo dos hombres ingresaron a la sala arrastrando el cuerpo de Mail.
—Señor, ¿Dónde lo dejo?
Mis ojos recorrieron al pecador, y tras darle una buena examinada, descarté el hecho de que estuviera herido.
Por lo menos está vivo y coleando.
—Llévenlo alguna habitación, preferiblemente la más pequeña y llénale la tina con agua caliente.
—¿Qué le sucede? -m3 atreví a preguntar.
—Tu esposo tiene hipotermia Aurora. Así que si no es atendido rápido te puedes quedar viuda y con varios millones en el bolsillo. ¿Qué dices…? ¿Lo dejamos estirar la pata?
Le brinde una mirada fulminante a David antes de responder.
—Llévenlo a mi habitación.
Tras ese dictamen los hombres cargaron a Mail como si fuera un saco de papas y empezaron a subir las escaleras. Al llegar a donde me encontraba, aproveché para estirar una de mis manos hacia el rostro de Mail, y al tocarlo lo sentí frío.
Por más loco, desvergonzado y casi descorazonado que sea Mail Salvatierra, no puedo dejar de quererlo.
—Aurora… -David inquirió con reproche.
—Entiende de una vez por todas que ese loco al que tratas como basura es el padre de mi bebé y el hombre al que lamentablemente quiero. -Ante esas palabras el agarre de Román en mi cuerpo se hizo más fuerte. —Sé que no es el mejor ni el menos pecador, pero yo lo quiero tal y como es, porque me robó el corazón siendo un maldito seductor sin corazón, David. Estoy consciente que tengo que darle una buena lección por lo que me hizo, pero no pasará de un poco de presión e indiferencia. Porque yo deseo estar con él. Por qué le amo.
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Editado: 27.03.2025