El heredero del pecado. [6 De La Saga Heredero]

Capítulo 33: ¡Tú...!

Narrador Omnisciente.

David observó a la mujer retorcerse en la cama, mientras gemía de dolor.

Ella se lo había buscado por abrirle las piernas.

Dara no era más que una perra a la que él deseaba romper.

—Deja de estar quejándote, porque está cogida ha de ser la mejor de tu vida.

Los ojos de ella se colocaron en él.

Y entre lágrimas negó.

—No. -inquirió con voz débil.

Verla tan rota, fue como un incentivo para él, porque disfrutaba de provocarle dolor a las mujeres.

David era un amo despiadado en el sadomasoquismo, y eso lo llenaba de orgullo.

Él dejo de abrocharse los pantalones, para escanear el cuerpo rojizo de Dara.

David quedó nuevamente desnudo ante los ojos de Dara.

Y como era de esperar David se empalmó al ver lo que él había causado en ella.

La había roto.

La convirtió en su muñeca del placer.

Dio varios pasos hacia ella, y al ver eso la chica suplico que se alejará.

—¡Aléjate…! -pidió entre gritos. Mientras trataba de levantarse de la cama.

Sus piernas fallaron y para su mala suerte la chica cayó de cara contra el colchón.

Las lágrimas empezaron a salir de los ojos de ella como cascadas.

—Nunca debí cruzarme en su camino.

—Eso debiste pensarlo antes. -David al llegar a la cama, se colocó encima de ella sin aplastarla y guío una de sus manos hacia el cabello de Dara. Halo con fuerza, logrando que ella emitiera un audible quejido. —Por qué ahora me pertenece, eres mi muñeca del plástico. Mi perra del placer.

Dara había cometido muchos errores en la vida, pero del que más se arrepentía es de caer en las garras de este maldito depredador sexual.

Ella sabía que solo se libraría de él, muriendo.

David guío sus labios al lóbulo de la oreja de ella, y mordió con fuerza.

Dara ante eso no emitió ningún grito, porque había entendido que él disfruta de ver su dolor.

David ejercicio más fuerza en el agarre que mantenía en el cuero cabello de la chica.

—Te ganaste una buena follada, putita. -susurró en el oído de ella, y poco después ingreso con violencia a su vagina.

Un fuerte grito salió de los labios de Dara ante el inminente dolor que estaba sintiendo.

Mientras ella se retorcía de dolor, David disfrutaba de ser el causante del dolor que ella estaba sintiendo.

—¡Eso perra, eso…! -grito cuando arremetió con más fuerza.

Los gritos de Dara llenaron la habitación, y causaron una inmensa satisfacción en la bestia que la estaba poseyendo.

Él no se detendría hasta alcanzar el punto máximo del placer.

Hasta volverla añicos.

En medio de la masacre que estaba cometiendo, David soltó una estruendosa carcajada al ver el cuerpo de Dara temblar.

La muy perra, se había muerto en pleno acto.

—Por lo menos te llevaste la satisfacción de morir como lo que realmente eres… una perra.

David dio una fuerte embestida, antes de vaciarse en el cuerpo de la puta que se había al mismísimo infierno.

—Muertes como la tuya deberían ocurrir a diario, puta.

Tras esas palabras David salió de la vagina de la fallecida, y sonrió al ver que ella había muerto con la boca y ojos abierto.

—Te fuiste al infierno con la satisfacción de tener la última venida, putita.

El peligro hombre le dio una fuerte nalgada antes de tomar sus pantalones del suelo.

—Ahora voy por ti, Aurora. -susurró mientras se cambiaba de ropa apresuradamente. —Desde que te vi desee convertirte en mi juguete favorito. En la perra que debe llevar la corona entre las putas que me he cogido. Nadie ni nada impidiera que te tenga, novicia del diablo. Y quien se imponga, tendrá un pasaje al mismísimo infierno.

Luego de colocarse la ropa, David se dirigió a la entrada de la cabaña y tomó entre sus manos el galón de gasolina que había comprado.

Él estaba seguro de que la perra de Dara terminaría yendo al quinto infierno.

Giro sobre sus pies y volvió a la habitación.

—Fue un gusto cumplir tus deseos de perra en celo, Dara. Espero que los demonios sepan cogerte mejor de lo que yo lo hice. -después de verbalizar esas palabras rocío el cuerpo de ella con gasolina, y no se detuvo hasta impregnar la habitación. —Nos vemos en el infierno, perra del diablo.

Tras inquirir esas palabras David salió de la escena del crimen, y una vez afuera tomó un cerillo y lo lanzó sin ningún remordimiento.

El fuego se propago con rapidez por todo el lugar.

Las llamas en poco tiempo se alzaron sobre el lugar, consumiendo todo a su paso.

—Sin cuerpo, no hay crimen. Como dice Taylor Swift.

David ante esas palabras sonrió.

—Es momento de volver a la realidad. Es momento de preparar mi cuartada perfecta.

Rissi empezó a caminar hacia el auto que había aparcado a unos metros del lugar, y justo cuando iba a mitad de camino su teléfono empezó a sonar.

Con fastidio lo saco de sus pantalones y al ver el nombre que se reflejaba en la pantalla hizo una mueca.

El ángel de la muerte.

—Román.

—Te necesito aquí, conmigo.

—Claro, voy para allá.

—¿Qué sabes de Dara? ¿Lograste encontrar a esa mujer?

Ante esas palabras el formó sus manos puños. Porque siempre le tocaba ensuciarse las manos por el maldito príncipe, mientras que él solo se lleva el crédito.

—No he encontrado a esa… mujer, Román. Pero en cuanto la encuentre la llevaré ante ti.




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