Aurora.
Al cabo de algunos minutos la sala se llenó de hombres.
Pero eso no logro intimidar a Mail porque se quedó como si nada hubiese pasado.
Por lo visto mi loco no se deja intimidar por nadie.
Mi padre al verlo camino hasta estar al frente de él.
—¿Con que derecho te presentas al frente de mí?
—Con el derecho que me otorga ser el esposo y padre de su nieto.
Papá soltó una estruendosa carcajada.
—Puedes ser el padre de mi nieto, pero no eres esposo de mi hija.
—Soy esposo de Reina. -Mail declaró con la mandíbula apretada.
—En eso te equivocas, pecador.
Román dio varios pasos hacia Mail. Y cuando se encontraron frente a frente, Román volvió a destilar veneno.
—Porque mi querida hermana esta divorciada de ti, desde hace más de un año.
Mail formó sus manos puños y dio un paso hacia Román.
—Si no estuviera en tu maldito palacio, te juro que trapeaba el suelo contigo.
—Hazlo, y te juro que pasas un par de semanas en el calabozo, sin comer nada.
—Príncipe de mierda. -Mail masculló por lo bajo.
—Padre, eso basta y sobra para encerrarlo en la celda más asquerosa del palacio.
Ante esa palabra el rey le brindó a Román una mirada maliciosa.
Esos dos locos, se atreven a encerrar a mi pecador en una celda, solo para cobrarse lo malo que, según ellos, Mail me hizo.
—Rey, príncipe. -me abrí paso hacia ellos y ambos hombres hicieron una mueca de desagrado. —Quiero hablar a solas con el señor.
Papá y Román negaron.
—No hablaras con él y menos a solas.
—Papá.
—No, Reina, si tienes algo que decirle a este extranjero mal educado puedes decirlo al frente de nosotros. O calla para siempre.
Rodé mis ojos.
—Padre, estas consciente de que él es el padre de mi hijo. Por ende, puedo quedarme a solas con él.
—¡Qué no Reina…!
El hombre que tengo por padre es más terco que una mula.
Papá me brindo una mirada de advertencia, pero como soy una rebelde sin causa pasé de su advertencia y me acerqué a Mail.
—Pecador.
Los ojos de Mail recorrieron mi cuerpo por completo y una vez que termino el escaneo, extendió una de sus manos hacia mi rostro.
Deje que me tocara a su antojo. E incluso cerré mis ojos.
Lo necesito, lo necesito tanto.
—Una reina. Mi reina.
—Perdón.
—Estas perdonada mi reina.
Mail acortó la poca distancia que nos dividía, y me tomó entre sus brazos.
Como era de esperar papá colocó le grito en el cielo y se acercó para alejarme de Mail.
—En este reino no se hacen las cosas así, extranjero. Aquí se corteja a la mujer y después se le pide la mano al padre. No se toma a la mujer, así como así.
¡Oigan a este…!
—Si mal no recuerdo, esposo mío. Eso quedó en el siglo diecinueve.
—Jazmín. -papá ladró con desaprobación.
Mientras que mamá le guiño uno de sus ojos.
Sin duda alguna mamá será una gran aliada para mi padre y hermano dejen a Mail en paz.
Porque eso dos cuando se lo proponen pueden ser un grano en el trasero.
Cuando mamá termino de bajar las escaleras, se acercó a mí. Y empezó con las preguntas.
—¿Lo amas?
Papá, Román y todos los hombres que se encontraban en respaldo del rey negaron.
¡Pero qué les pasa…!
Volví mis ojos hacia mi madre y respondí su inquisición.
—Sí. -ese monosílabo logró que todos los hombres soltaron un gran y audible, «No»
Que se jodan. Porque nunca negaría que siento algo por Mail.
Mamá al estar satisfecha de mi respuesta, se giró hacia Mail y le hizo la misma pregunta.
—¿La amas?
El pecador dejo de mirar a mi padre para colocar sus ojos en los míos.
—La amo con todo mi corazón, señora.
—Nada de señora, cariño. Dime Jazmín, porque al final de cuentas en unos cuantos meses serás el esposo de mi hija.
—¡Sobre mi cadáver…! -papá grito y eso logró formar un sin número de opiniones entre los hombres del rey. —Antes de entregarle a mi niña tiene que hacer las cosas como es debido, debe de pedirme permiso para cortejarla, después pedirme su mano y si yo decido concederle la mano, casarse. Las cosas no se harán a lo loco, porque Reina es la única hija que tengo. Así que no habrá boda hasta que el extranjero cumpla con cada una de mis peticiones.
—Amor, sé que es duro entregar a tu única hija, pero no se puede hacer nada más cuando ya se sacó la tierra y se colocó el tubo.
La sala quedó en silencio luego de que la gran esposa real dijera esas palabras.
—¿Jazmín? ¿Qué rayos tiene que ver eso de la tierra y el tubo con lo que estamos debatiendo?
—Deberías tomarte, aunque sea una hora de tu tiempo para ver reel de Instagram, porque te estás perdiendo de michas cosas, mi rey.
Papá enarcó una de sus cejas.
—Sigo sin entender.
Román rodó sus ojos y se acercó al rey y empezó a susurrarle en el oído. Cuando todo estaba dicho, el rostro de papá paso de uno enojado a uno totalmente sonrojado.
¿Qué le habrá dicho el tonto de Román?
De solo pensarlo mis vellos se erizan.
—Aun con la tierra excavada y con el tubo dentro, no permitiré que se hagan cosas indebidas. Así que hasta que el señor aquí presente no haga las cosas como deben de ser nada de salidas juntos, tampoco compañía nocturna y mucho menos besos. He dicho, caso cerrado.
—Ella es mi mujer, y ni usted ni nadie impedirá que me acerqué a mi mujer.
Tras decir esas palabras Mail me atrajo hacia su cuerpo y sin verlo venir junto nuestros labios en un beso candente.
El pecador colocó una de sus manos en mi nuca, para hacer el beso más demandante. Y yo le seguí el juego.
Dejé que su lengua ingresará a mi cavidad bucal, y nuestras lenguas se unieron en una danza fervientemente.
Necesitaba esto. Si que sí.
Porque ya es tiempo de dejar la inactividad sexual para darle paso a todo lo bueno que Mail me puede proporcionar con un solo movimiento de cadera.
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Editado: 27.03.2025