Aurora.
Tres años después.
Sí, ha pasado tres años.
Tres años de estar casada con Mail.
Tres años de tener una lucha constante con el pecador, por el tema de los bebes.
Pero la lucha ha acabado al ver las dos rayas rosas en la prueba de embarazo.
Sí, vencí.
Solo basto un poco de caderazo y semen para estar observando las dos rayas en la prueba de embarazo.
—Aurora, tu padre va a matarme si no bajas en este instante.
Escondí la prueba en mis artículos personales y salí del baño.
Mail enarco una de sus cejas.
—¿Qué te sucede?
Bueno, ¿Qué creen qué pasará si le digo que nuestro único acercamiento sexual en tres años dio fruto?
No, es mejor no ponerme a jugar a Dios.
—No tengo nada, Mail.
—¿Segura?
El pecador se acercó a mí y me envolvió entre sus brazos.
—Si algo te está pasando no dudes en decírmelo, mi amor.
Estos años han estado llenos de altas y bajas, pero nunca me ha faltado el amor de mi esposo.
Bueno, técnicamente mi padre dice que nuestro matrimonio no es válido, así que me está obligado a planear una boda, según él digna de una reina.
—Estoy abrumada.
—Si quieres puedo rentar una isla privada, para perdernos Mael, tú y yo. ¿Qué dices mi amor?
—Suena tentador, pero ¿Se te olvida que papá tiene ojos en todos los lugares?
Mail hizo una mueca de fastidio.
—Es hombre debe de entender que eres mi mujer, la madre de mi hijo y la única que logra tenerme rendido a sus pies.
El pecador dejo un beso en mis labios y cuando íbamos a subir de intensidad escuchamos varios golpes en la puerta.
—Matare a quien perturba.
Mail se separó de mí y se dirigió a la puerta de la habitación. Al abrirla vimos a Malena.
Mail se quedó anonadado observando a su hermana, y después de varios minutos sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Aurora, te necesitan abajo. -inquirió con voz débil.
La pecadora coloco sus ojos en el suelo y giro sobre sus pies.
Mis ojos se llenaron de lágrimas luego de recordar todo lo que le había pasado a lo largo de estos tres años.
—Aurora.
—Nunca voy a perdonar a Kurgan.
—No me menciones a ese idiota si no quieres que tome un maldito avión y valla a meterle un misil por el culo.
Mail formo sus manos puños y salió de la habitación bastante enojado.
Le seguí los pasos al pecador y tras recorrer el corredor me detuve al frente de la escalera. Pero antes de empezar a bajar Malena se colocó a mi lado.
—¿Estás bien?
—Sí. -mintió. —¿Por qué no lo estaría?
—Malena, si estás dispuesto a abrirte aquí estoy yo.
Los ojos de la chica se perdieron por un momento, y cuando regresó en sí se cristalizaron.
—Ella estuviera cumpliendo dos años y cuatro meses, el día de hoy.
—Malena…
—Me dolió no poder tomar a mi hija en brazos. Me dolió que me alejarán de la vida de él como si no fuera parte importante de ella.
—Malena…
—Me cansé Aurora, me cansé de luchar por algo que nunca tendré. En esa maldita lucha la perdí, me perdí.
Por primera vez después que regreso del infierno Malena se permitió llorar.
—Pensé que lo había logrado, que juntos haríamos de ese lugar un reino próspero y lleno de amor. Pero no… él le hizo caso a su naturaleza malévola, se deshizo de nuestra bebé y no conforme con todo eso me hecho de su castillo sin importarle que hubiese alumbrado a tan solo unas horas. Me destrozó, Kurgan De Asturias, me destrozó.
—Malena.
—Ella murió, y ni un lugar digno para llorarla él me dio. -para este punto la voz de Malena se quebró.
Sin siquiera pensarlo me lancé a ella y la abracé con fuerza.
—Todo sería diferente si mamá estuviera aquí.
—Queda muy poco para que ella vuelva, Malena.
—Espero encontrar el consuelo que mi alma necesita. Porque siento que es mejor morir que estar sufriendo.
—Nunca vuelvas a decir eso, Malena.
—No quiero seguir…
—Tú eres fuerte, puedes con esto y con todo lo que tenga venir.
La pecadora se abrazó a mí con fuerza, mientras sus lágrimas se derramaban.
Estoy segura de que ella superará todas las pruebas que tenga que enfrentar porque es fuerte como un roble.
—Aurora, ¿Se puede saber qué es esto?
Coloqué mis ojos en Mail, y al verlo sentí una especie de corriente eléctrica recorrer mi cuerpo.
Mail se encontraba al frente de mi con la prueba de embarazo en sus manos y más blanco que la leche.
Estoy empanizada, solo falta que me echen a la olla de aceite caliente.
—Sorpresa. ¡Vas a ser papá…!
Malena deshizo nuestro abrazo y me miro con los ojos como platos.
—Aurora…
—Solo basto un poquito se cintura acompañado con un chorrito de líquido seminal para que me dejaras embarazada, pecador.
—Pero, yo…
—¿Qué hiciste?
—Ese doctor del diablo me dijo que no daría hijos.
—¡¿Qué…?!
Mail al ver el inminente error que acaba de causar, se apresuró en hacer lo mejor que sabe hacer, huir.
—¡No huyas cobarde…!
Grite mientras lo seguía de cerca.
—Perdóname, Aurora.
—Perdóname mis cojones, Mail.
El pecador ingreso a la habitación de Mael y corrió a refugiarse detrás de mi madre.
—¡¿Qué sucede?!
—¡El hombre íntegro y de familia que describiste hace unos días, se realizó algún procedimiento para no tener hijos, mamá…!
—Ella no me dejo opción suegra.
El pequeño Mael salió del baño vestido de cupido y mi enojo se disipo.
El amor de mi vida camino hacia mí y abrazo mis piernas.
—Mami.
—Mi amor, estas hermoso.
Los ojos de mi pequeño pecador brillaron.
—Quiero gustarles a las niñas, mami.
Oh, ¡Es que me lo voy a comer…!
—Ven lo que digo, de tal palo está la astilla. -se jacto el pecador mientras sonreía.
—Cállate.
—Mami, soñé que la abuela me dijo que tenías a mi hermana.
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Editado: 27.03.2025