Capítulo 2: Enigmas y revelaciones

  Después de atravesar un par de grandes puertas, la mujer lo guiaba por un largo y estrecho pasillo, revelando su historia sobre la oferta tentadora que había recibido. La atracción de un trato sin complicaciones ni papeleo la había llevado a caer en la trampa. Ahora, tras el incidente con la pantalla, la mujer expresaba su desconfianza y reflexionaba sobre su propia ingenuidad.

"No se sienta mal. Muchos habrían aceptado ese trato en su lugar" respondió, tratando de consolarla.

  La mujer asintió, agregando: "Es cierto, el precio era increíble. Casi la mitad de lo que cuestan esas cosas en el mercado legal", mientras hacía un gesto con los dedos índice y medio de cada mano a la altura de los ojos, enfatizando la palabra legal con un movimiento de pellizco en el aire. Y en un descuido, debido a ese gesto, la mujer estuvo a punto de chocar con un cuadro en la pared, pero rápidamente iluminó el obstáculo con la luz de su linterna. Afortunadamente, no hubo ningún daño, y continuaron susurrando por el largo y oscuro pasillo.

Finalmente, llegaron al final del camino, donde se encontraron con otro par de imponentes y robustas puertas. Quedó maravillado por el detalle y la belleza del relieve que adornaba las puertas. Fascinado, preguntó a la mujer: "Pero... ¿de qué año son estas puertas?"

  La mujer reflexionó por un momento y respondió: "No lo sé con certeza. Creo que el dueño anterior las adquirió en Italia o Francia. Además, creo que..." Sin embargo, su voz se desvaneció en el aire, pues ya no le prestaba atención.

Sus ojos se perdieron en los intrincados detalles del relieve, mientras su mente se sumergía en una profunda contemplación. Aquellos diseños parecían contar una historia antigua y misteriosa, despertando su curiosidad y alimentando su imaginación. En ese momento, se dejó llevar por el encanto del lugar y la intriga que emanaba de las puertas, mientras la mujer lo observaba con una sonrisa comprensiva, permitiéndole disfrutar de ese momento de asombro y admiración.   

  Se quedó inmóvil frente a las imponentes puertas, absorbiendo cada detalle de la escena que se desplegaba sobre ellas. La madera peculiar de color  marrón difuso (aunque aparentemente artificial) no era lo que más le llamaba la atención. Era la representación misma lo que cautivaba su mirada y desafiaba su comprensión: en la parte superior de las puertas, una tormenta violenta se desataba mientras ángeles descendían del cielo con armaduras relucientes, escudos protectores y espadas en mano. A mitad de la escena, estos ángeles se enredaban en un feroz combate con criaturas similares a ellos, pero de aspecto horripilante y deteriorado. Algunas de estas criaturas mostraban rostros despojados de carne, revelando siniestras sonrisas que enviaban escalofríos por su espalda.

En la parte inferior de la representación, seres humanos desnudos corrían desesperadamente en todas direcciones, sus rostros reflejando miedo y agonía. Sin embargo, al retroceder unos pasos y contemplar la escena en su conjunto, tuvo la impresión de que no se trataba simplemente de una batalla entre "Ángeles y Demonios". Ya que no veía a estos seres divinos y siniestros enfrentándose con sus espadas, sino más bien parecía que ese espacio central era donde obtenían sus armas. Era como si los propios ángeles estuvieran suministrando armas a esas criaturas horribles y bestiales.

La surrealidad de lo que sus ojos presenciaban lo impactó profundamente, dejándolo sumido en una mezcla de inquietud y confusión. Aunque no podía comprender del todo el significado de aquella representación, era evidente que algo extraño y trascendental se manifestaba a través de esas puertas. Se preguntaba qué mensaje oculto se escondía en aquel relato visual y cómo estaba relacionado con su propia situación y las extrañas circunstancias que lo habían llevado hasta allí.

Se sintió tentado a tocar el relieve de las puertas, como si el contacto físico pudiera revelarle más información o desvelar el enigma que lo envolvía. Sin embargo, se contuvo, consciente de que debía respetar el lugar y la propiedad de la dueña del hotel. Decidió guardar en su memoria cada detalle de la escena, esperando que en algún momento el significado se revelara y arrojara luz sobre los enigmas que enfrentaba en su propia vida.

Con paso lento y reverente, siguió a la mujer a través de las imponentes puertas, adentrándose en lo desconocido y dispuesto a descubrir los secretos que aquel lugar ocultaba.

Se sintió aterrorizado por la historia que la mujer le contó sobre la representación en las puertas. La idea de que Dios y el Demonio se hubieran unido para infligir un castigo a la humanidad era impactante y desafiaba sus creencias más arraigadas. Sin embargo, decidió no profundizar más en el tema y agradeció a la mujer por su amabilidad y generosidad.

A pesar de que la mujer le suplicó que esperara unos minutos para que el técnico resolviera el problema de la luz en el hotel, sentía una enorme urgencia de partir de aquel lugar. La sensación de inquietud y la extrañeza de la situación lo impulsaban a alejarse lo antes posible, pero cuando la mujer insistió nuevamente para que pasara, decidió (extrañamente) aceptar su propuesta.

A medida que se adentraban en el hotel, las puertas se cerraron a sus espaldas, como si el bien y el mal volvieran a unirse en ese lugar. La escena de "Dios y el Diablo castigando a los Humanos" se había partido por la mitad, pero no se detuvo a analizar el significado simbólico de ese acto.

Mientras caminaba por los pasillos del hotel, se sentía aliviado por dejar atrás la extraña situación y esperaba que pronto encontrara una solución a sus problemas personales. Aunque la historia y la representación en las puertas lo habían perturbado, decidió mantener la mente abierta y continuar con determinación hacia su destino, confiando en que encontraría respuestas y resoluciones a sus propios desafíos.