Arturo luego de esos problemas no hablaba con nadie más en la IFDLE que con el caballero que ahora era el mayor, aunque este caballero iba un año adelante a Arturo y las clases no los emparejada más que en un poco del tiempo de descanso era con la única persona con la que Arturo hablaba en toda la IFDLE apenas se llegaban a ver unos 20 minutos y luego a Arturo le tocaba regresar a clases pero no importaba de todas las maneras Arturo vería al caballero mayor al regresar a casa así que no le importaba no tener con quien pasar en rato en la IFDLE cuando tenía al caballero en su hogar.
Pero un día, de esos que son tranquilos y el sol está oculto por unas nubes negras que avisan que habrá lluvia, Arturo estaba sentado en una banca consumiendo su almuerzo era tranquilo, los jóvenes estudiantes corrían o otros simplemente pasaban por los pasillos platicando, los centinelas vigilando a Arturo y los profesores paseando.
Y en ese día una chica, de la edad misma que Arturo tenía y de la misma clase a la que este último iba se acercó a Arturo y empenzo a hablar
-¿Qué lindo día es el que hace hoy? ¿No es eso verdadero? Los pajaritos cantan y trinan, los alumnos pasean tranquilos, el sol esta oculto tras las montañas y resulta fresco puesto que el sol no está visible , es el día más espléndido que alguien pudiese soñar-A principios Arturo creyó que hablaba sola o que estaba bajo un hechizo que te hace ver fantasmas y escuchar voces pero no era así y rápido cuenta se dio cuando la chica le habló por su nombre, chica que estaba muy cerca y al costado de Arturo.
-Arturo-Le susurro al oído y Arturo volteo a verla, era una chica de la clase Arturo los sabía, no solía prestar atención a la gente pero era muy reconocedor de voces y sonidos había sido instruido por el sabio y aunque estricto rey en el arte de tocar piano y por ende desarrollo un oído casi perfecto.
Arturo se sobresalto un poco pues hace rato la oía frente a la banca y ahora estaba a su lado.
Y al momento en que boleto finalmente vio a esa chica, era de piel moreno y unas pecas rojizas, lentes de armazón plateado y un pelo rizado color café un tanto desaliñado, vestía prendas un tanto desgarradas podría decirse que prácticamente viejas, sus zapatos eran negros de hebillas y en el cuello un collar presumiblemente de oro.
Arturo le contesto.
-¿Si que pasa?- La chica se río tiernamente tapándose la boca, al ver que Arturo se había sobresaltado y le contesto.
-Nada… venia a pedir tu ayuda, veras en el salón de clases y por algunos maestros eres apodado como
“Arturo el apacigua leones” o “Arturo el destruye gigantes” Haber golpeado a ese sujeto te dio nombre y fama dentro de aquí y yo… bueno veras
En el salón hay dos chicas, que me molestan mucho en especial por las pecas, dicen que parezco una patata y no paran de molestar, quería pedirte un favor, ¿podrías golpearlas por mi?-Arturo estaba sorprendido no sabía que decir, le gusto el apodo de “Arturo el apacigua leones” pero no quería golpear a dos mujeres, su padre siempre le dijo
“A las damas has de cuidar, sin embargo si un dama es tu molestia no las puedes golpear, en su lugar habla con ellas y si en última instancia no paran de molestar consigue a alguien que las golpee por ti, un mujer contra otra, me parece justo”
Arturo siempre había pensado, que de todas las enseñanzas de su padre esa era la más horrible y tonta, aunque cierto era que, era justo a Arturo le parecía inadecuado y siempre creyó que había algo mejor que hacer si una dama era la molestia.
Arturo contesto
-¿Golpear? ¿A una mujer?, no, no, me pides que mueva una montaña, no puedo hacer eso si te molestan golpéalas tu como lo hice yo con el JM no puedo meterme en problemas que no me pertenecen-Y sin embargo Arturo recordó ese collar de oro en el cuello de la chica, y justo cuando se alejaba le dijo-No, espera, ¿sabes que? Puedo hacerlo, claro si…pero por un precio.-A la chica se le iluminaron los ojos, tanto tiempo de tortura estaba a nada de acabar y solo había una golpiza de por medio sin embargo, ese brillo en los ojos se apago cuando Arturo pidió el collar que la chica en su cuello portaba- Quiero el collar-Dijo Arturo, sin empatía, sin emoción en su voz- El collar y golpeare a las chicas, me parece un precio justo, pues tengo que manchar mi apodo golpeando mujeres, seguro todos me repudiaran después del acto.
La chica se sintió asqueada, creyó que Arturo era bueno, lo había visto en clases hablar con los profesores de forma tranquila e incluso podría decirse que de forma poética, Arturo era un narrador nato y se desenvolvía muy bien con quien quería, pero cuando Arturo pidió el collar toda idea que la chica tenía se desvaneció.
Con temblorosa voz y ojos lagrimosos la chica dijo
-P…e…r…o es un collar familiar, viene de generación en generación e incluso le perteneció a mi abuela, oro 100 porciento puro, no puedo dártelo debe…de haber otra cosa, otra forma de que te pague, no me pidas el collar por favor.-Arturo de forma desinteresada se limito a decir
-El collar o nada- y continuo comiendo su almuerzo, la chica se dio cuenta de que, ciertamente Arturo no cambiaria de opinion y si queria que las chicas la dejaran de molestar tendría que deshacerse del preciado collar familiar.
-Bien, esta bien supongo que lo haré, te daré el collar, pero…-Continuo con voz temerosa y triste-Cuídalo bien por favor, es el único recuerdo de la familia y el único de mi abuela-A Arturo le brillaron los ojos, comparados con los de la chica Arturo tenía un brillo intenso, y la chica no tenía brillo en los ojos, de hecho veía al collar con cierta nostalgia, con esos ojos de niño pequeño cuando se le a caído el helado al suelo de arena, ojos cuando vez como tu casa se incendia frente a ti, con esa impotencia de no poder hacer nada, pero Arturo no se tentó el corazón, no aún.
-Muy bien, las chicas te dejaran de molestar me encargaré de ello, ¿pero quienes son?
-Son las dos gemelas del salón, las de pelo dorado-Dijo la chica de rojizas pecas, aun mirando el collar que ahora estaba en manos de Arturo
-Muy bien, las chicas te dejaran de molestar, me encargaré de ello- Arturo dijo eso, se levantó de la banca, se coloco el collar en el cuello y se retiro a buscar a las gemelas.
Y poco duro su búsqueda, las vio sentadas en otra banca de otro Patio, se acercó a ella y se sentó del lado en el que las gemelas no se encontraban
-¿Así que?- Inicio Arturo, con esa voz tranquila pero áspera de narrador, voz que da tranquilidad pero incertidumbre al mismo tiempo-¿Ustedes molestan a esa chica de anteojos del salón?, yo también lo haría, y sin embargo molestar, humillar, golpear, me parece muy bajo, es lo que haría un ladrón, un asesino, en fin una basura, quiero saber una cosa, ¿Por qué la molestan? Quiero decir no ¿les a hecho algo? ¿O es solo por diversión?
-A…r…t…u…r…o-Dijeron ambas chicas, con una voz temblorosa y tartamudeos por cada letra del nombre, era cierto, Arturo inspiraba miedo a partir de la golpiza que le propinó a JM, aún no era miedo palpable o muy denso más sin embargo era miedo, miedo por Arturo- No…no…no sabemos-Arturo las miro a ambas y con nada de empatía se limito a decir
-No tartamudeen, ¿Tienen miedo?-Se río estruendosamente- ¿Por qué lo tendrían? Si son tan buenas para intimidar, el miedo no debería existir en ustedes, son tan valerosos para intimidar pero tiemblan cuando las encaran, como cuando golpee a JM, resulta incluso ridículo ver como los “valientes” tienen miedo aunque no sé, no sé si debería llamarlas valientes, más bien cobardes con valentía pero, es que su valentía sólo les sirve para intimidar, apuesto a que si se encararan a un zombies frente a frente se ordinarias de miedo-Volvió a emitir otra carcajada para continuar- Escúchenme, una cosa, si vuelven a molestar a la gafas se las verán conmigo, y es que ella y yo somos muy buenos amigos, ¿Entienden?-Ambas gemelas asintieron con la cabeza Arturo se levantó y fue a donde la chica de rojizas pecas, al llegar le contó lo sucedido.
-¡Ey, gafas!-La chica de rojizas pecas volteo y lo vio acercarse cuando Arturo la tuvo enfrente continuo-No hizo falta darles una golpiza, les di unas cuantas bofetadas y prometieron jamás volver a molestarte, no te volverán a pegar o humillar no te preocupes, muy bien me retiro-Justo cuando Arturo se retiraba, la chica de rojizas pecas lo abrazo por atrás, pese a que Arturo le había quitado la posesión más valiosa la chica se sintió agradecida, ni ella misma sabía por qué a sabiendas que había perdido algo preciado, pero un collar de oro, pensó, no es suficiente agradecimiento.
Y en ese momento en que Arturo recibió el abrazo se dio cuenta de algo, algo muy importante se había enamorado, no de la chica, por supuesto que no, se había enamorado del dinero, del heroísmo, del odio, de la maldad y como espada vibrando en cráneo resonó otra enseñanza, no del padre, no, no, si no de la bondadosa reina
“El dinero, las joyas, los castillos, tenerlos es hermoso pero oíd caballeros míos oíd con extrema atención, y recordad lo que os voy a decir, cierto es, que de dinero viviréis, pero cuando los lujos y el dinero os empienzen a carcomer ya no será por que lo necesitaban, será avaricia, y de avaros el mundo lleno esta, el infierno también, a los avaros les llena la cabeza saber que tienen todo pero, cuando estas en la cima ya no hay nada que ganar, ganad y perded por que en el momento que solo puedes ganar no hay emoción en eso, pero si aún puedes perder disfrutarás de la derrota, aquellos que jamás la han saboreado la derrota les afectará al doble y cuando una derrota te afecta al doble, escuchen bien os daréis cuenta que dueños del mundo no son, y al mundo no pertenecéis”
Finalmente el corazón de Arturo y su mente se dieron cuenta que lo que estaba haciendo estaba mal, se volteo a la chica, le pidió disculpas y antes de regresar le el collar le preguntó una cosa
-¿Cuál es tu nombre
-Luna, luna es mi nombre-Dijo la chica de rojas pecas con voz temblorosa y ojos llorosos, en el fondo sabía lo que iba a pasar y estaba muy emocionada
-Arturo se quito el collar del cuello y se lo entrego a luna-Yo… lo siento…-se dio la vuelta y se retiro.
El primer amor de Arturo no había sido Luna, no, no, Había sido el dinero, los lujos y las joyas, cuando tuvo la oportunidad a sabiendas que lastimaría a alguien tomó lo que creyó que le pertenecía, tomó lo que creyó que por derecho de nacimiento debía de ser suyo, aunque tarde cuenta se dio, su primer amor había sido la avaricia.