El Jefe de mi Esposo

Capítulo 1

Sorpresa.

—Sí, ya casi estoy llegando a mi apartamento —dijo Sarah con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.

—Prepárate, te estamos esperando —respondió su amiga Seema.

—Sí, sí… estoy en camino ¿ok? —ella se detuvo un momento para disminuir los latidos de su corazón. Llevaba meses esperando este día. Y, ahora, por fin había llegado.

Estaba más que emocionada por probarse su nuevo vestido, porque esta noche tenía que lucir lo mejor posible. Pero en el momento en que abrió la puerta no pudo evitar abrir los ojos.

—Hola… ¿Por qué llegado pronto a casa? —en vez de pregunta, más bien salió un jadeo de la boca de Sarah.

Su novio Adam Cross estaba en casa antes de lo planeado, y parecía ocupado en su laptop.

Y parecía que no había prestado atención en ella hasta que preguntó.

—¿Y tú por qué llegas tarde? —él no apartó los ojos de su portátil.

Su voz fue despreocupada, sin embargo, al no recibir ninguna respuesta, tuvo que mirar a Sarah.

El cuerpo de Sarah siempre recibía las mismas descargas cuando esos ojos verdes esmeralda la miraban, y se preguntaba si alguna vez dejaría de verse afectada por su aspecto.

Porque siempre que él tenía su camisa de vestir con una corbata anudada justo en medio de sus anchos hombros, ella siempre podía olvidarse de responder ante cualquier cosa.

—Yo… —ella se interrumpió y, por más que lo intentó, no pudo encontrar ninguna excusa.

—¿Estás haciendo horas extras otra vez? —Preguntó haciéndola suspirar.

—Sí… y, pensé… —Ella quería…

—Ven aquí… —Adam volvió a mirar la pantalla, pero tenía la mano extendida para que ella se uniera a él.

Dejando su bolso en la encimera de la cocina en el camino se dirigió hacia él y siguiendo su gesto acabó en su regazo.

El perfume de él hizo que su mente se volviera confusa. Podía sentir literalmente que su corazón se agitaba al encontrarlo tan cerca y cerró los ojos en el momento en que llegó a besar la dulce y fina boca de Adam.

Su gran mano sostenía la cabeza de ella y la bajaba mientras profundizaba el beso.

—¿Está creciendo mi pequeña Sarah? —Ella sonrió sintiendo la mano de él en su muslo y apartó su portátil para conseguir toda su atención.

—Ya he crecido, Adam. Y, tú ya lo sabes… —Al mirarlo a los ojos le dieron ganas de cancelar todos los planes para quedarse con él.

Adam miró sus orbes marrones antes de que la deliciosa boca de Sarah volviera a llamar su atención, porque ella podía agitarlo realmente rápido, además de que hacía unas comidas maravillosas.

Entonces, apretó su boca contra la frente de ella antes de decir:

—Es bueno cómo estás aprendiendo que hay que trabajar para conseguir cosas en la vida… —La boca de Sarah se curvó y él hizo una pausa para sostenerle la cara antes de añadir—… Y, quiero mucho de esta vida…

Sarah sonrió mirándolo y se inclinó para besar su mandíbula.

—Sé que lo conseguirás todo. Eres la persona más trabajadora y… dedicada que he conocido… —Ella podría haber dicho más, pero podía sentir su tensión en este punto. Poniendo sus dedos en el nudo de la corbata de él, lo aflojó—. ¿Quieres que te prepare la cena?—

—A veces me asustas por conocerme tan bien —En un movimiento rápido, se levantó solo para girarse de nuevo y expresarle:

—¿Puedes dejar de trabajar? Ve a refrescarte mientras yo preparo…

—Sarah... Escucha… —Dijo Adam y ella lo observó fijamente—. Me… gusta esta nuevo tú. Siendo seria en tu trabajo y luego… dando estos tiempos extra, y déjame decirte una cosa… si quieres algún consejo de inversión te lo enseñaré gratis —ella se rio un poco preguntándose cómo reaccionaría él, al saber la verdadera razón de sus horas extras en estos últimos seis meses.

—Ok… —Apenas consiguió no reírse y se alejó.

Adam también se dio cuenta de algo más, pero lo pasó por alto antes de mirar la pantalla donde se veía una enorme mansión. Miró a Sarah antes de detallar la mansión, porque sabía que ella se volvería loca al ver algo así.

Al estar al lado de Sarah desde siempre y conocerla tanto, supo que ella podía conformarse con cualquier cosa.

En todo caso eran polos opuestos en todos los sentidos, pero como él sospechaba, su actitud era solo por su corta edad, sin embargo, esta nueva Sarah, estaba tratando de crecer a su lado…

Adam Cross tenía diecinueve años, pero había estado ganando dinero desde que pudo hacerlo. No es que su madre soltera no pudiera mantenerlo. Su madre, Carol, era profesora en una famosa universidad y su padre siempre le había impulsado a ser el mejor.

Tenía que tener más éxito que él para demostrarle lo que podía ser. Y, no había nada que lo detuviera.

En cuanto a Sarah, ella había su vecina desde la infancia, pero Adam tampoco recordaba desde cuándo supo que el mundo entero estaba enterado que ella le quería, y siempre había sido de este modo.




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