El Jefe de mi Esposo

Capítulo 4

11 años después…

 

—Ya está aquí... será mejor que estés preparado —Adam sonrió escuchando a una de sus asistentes que intentaba alcanzarle con sus altos tacones, y entró en la presentación con cuatro personas detrás de él, apresurándose para compartir un saludo con uno de sus socios, Kamal.

La conferencia anual de su empresa comenzó en el momento en que llegó a ocupar su lugar como presidente.

Y, solo por hoy, quiso controlar las ganas de trabajar más y sentarse a escuchar lo que había conseguido hasta ahora. Atrás quedaban los tiempos en los que superaba a su padre. Ahora era dueño de los negocios que lideraban los mejores sectores de la vida. Hoteles, informática y banca con seguros de vida. Y, sobre todo, siempre era citado como persona del año por muchos periódicos desde que cumplió los veinticinco años. Y eso era exclusivamente porque su patrimonio neto se multiplicaba cada año. No podía evitar sonreír cada vez que se citaba su éxito, porque eso le hacía recordar a toda esa gente que le decía que no iba a valer la pena.

Dicen que necesitas a alguien que te ame incondicionalmente. Dicen que necesitas amigos para sobrevivir. Pero ellos mienten. Porque únicamente te necesitas a ti... en tu vida.

Y, él lo había demostrado, con razón. Solo por su dinero y su fama era una cara conocida en todas partes. Y fue por todo lo que había logrado que le trajo el amor de su vida también.

A continuación, se celebraba una fiesta en la que solo estaban invitados los altos ejecutivos de su empresa y otros magnates de los negocios.

Sus ojos se desviaron hacia el reloj por tercera vez antes de asentir para llamar a su asistente, Nelson.

—¿Dónde está Andrea? —Preguntó y, aunque se esforzó, su voz era un poco impaciente.

—He estado tratando de buscarla… pero hasta ahora… incluso el conductor no ha salido de su apartamento… yo…

—¿Qué está pasando? —Siseó por lo bajo antes de dar un paso hacia Nelson—. Quiero respuestas ¿Me entiendes?

—Sr. Cross… —Adam miró a su izquierda y ofreció una sonrisa arrogante a su viejo amigo, George.

—Me alegro de que lo hayas conseguido —dijo Adam y se detuvo a sonreír para hacerse una foto con él cuando pasó un medio de comunicación.

—No podía faltar. Me enteré de que te ibas a declarar a alguien esta noche. No podía faltar…

—¿Quién es la afortunada? —La hermosa esposa de George preguntó a Adam haciendo que este levantara las cejas.

—Has oído mal… —dijo él haciendo que George entrecerrara los ojos. George no intervino y después de que su esposa compartiera un abrazo con él se separó de ellos.

Volvió a buscar a su asistente, pero al ver su mirada petrificada supo que algo iba mal.

—¿Cuándo fue la última vez que alguien supo de ella? —Adam salió de su fiesta y tomó el coche para volver a su casa. Pasaba por el salón a la velocidad de la luz, pero se detuvo al registrar un movimiento a su izquierda.

Ladeando la cabeza en la dirección encontró a su hermana Karen.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿No estabas en la fiesta?

—Y, ¿adivina qué? Ni siquiera lo sabías… Así que no importa, ¿verdad? —Su respuesta no le sentó bien y las venas de su cabeza ya estaban saltando.

—De todos modos, no recuerdo haber querido tu apoyo —respondió Adam y estaba a punto de ir a su habitación cuando se encontró con Karen diciendo:

—Ella se ha ido… —Adam miró a su hermana. Por supuesto, estaba sorprendido. No le gustaba cuando las cosas no estaban bajo su control, pero una sonrisa de satisfacción estaba adornando su rostro.

—¿Y eso no es bueno acaso? Esto solo me muestra cómo ella no era suficiente para estar a mi lado…

—No me mientas, Adam… puedo leerlo literalmente en tu cara. Ibas a pedirle que…

—Sólo la conocía desde hacía cinco meses. Y no, nunca me declararía a alguien que… —Pero entonces Adam se congeló y dio unos pasos hacia abajo—… ¿Fuiste tú quien le dijo a todo el mundo que…?

—Leí la factura… arreglos extra para el momento en que ella dijera que sí… no me mientas, Adam… me duele verte así, soy tu familia ¡tal vez la única familia que tendrás! —Gritó Karen al final y Adam se agitó visiblemente.

—Vete…

—No lo haré… —Karen se negó—. Y, por si no lo sabes… cualquier chica prefiere a un millonario que a un multimillonario con el que no tiene el futuro asegurado. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una relación de más de seis meses? ¿Lisa, Beth? Y, sin olvidar a Sarah o Ana…

—Sarah… ni la menciones… es una idiota —él se rio.

—Sí… siempre reaccionas así con ella… ¿No es así? Sí, Adam ¡la idiota!, la idiota que te amaba lo suficiente como para comprarte un regalo que usarías todo el tiempo. Pero no la mencionaré de nuevo, porque ahora está casada… y, adivina qué… ahora no puedes tener esa clase de amor que ella te ofreció por mucho que tengas que ofrecerle…

—¿Quién se casaría con ella? Por supuesto, un tonto… y, no puedes olvidar que este mundo está lleno de tontos —Karen sacudió la cabeza con incredulidad mientras caminaba hacia la barra.




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