Dos meses antes…
—¡Sarah! —irrumpió Seema, y Sarah miró a su izquierda sonriendo ampliamente antes de quejarse.
—¿Viniste? —Pero entonces Sarah sonrió más ampliamente mirando a Aroma que intentaba correr con sus pequeñas piernas hacia ella.
—Sarah… tía… —Aroma llevaba un hermoso vestido blanco y tenía una flor en la mano.
—Sí, cariño —entonces ella observó a la maquilladora y se disculpó.
—No, Aroma vas a arruinar su vestido —exclamó Seema, pero Sarah se apresuró a aceptar la flor de su mano.
—No tienes que preocuparte. Aroma ya me está haciendo un gran favor… —Sarah besó la cabeza de Aroma y miró el vestido de esta—… Eres la mejor florista de todo este mundo, muchas gracias.
—Ella lo hace con gusto… Siempre has sido su madrina. Te vamos a echar de menos, Sarah —ella miró a Seema y torció la boca.
—Yo también las voy a echar de menos…
—¿Por qué te vas tan lejos? —Preguntó Aroma y Sarah miró a Seema.
—No, Aroma… siempre estaré en tu corazón. Y, siempre podrás venir en tus vacaciones a verme. ¿Lo entiendes? —Aroma sonrió y miró a su madre.
—Por supuesto, no podemos estar mucho tiempo lejos de Sarah. Seguro que te llevaré a verla…
—Estás muy guapa —soltó Aroma haciendo sonreír a Sarah.
—Gracias…
Entonces la peluquera se apresuró a decir:
—Sarah todavía tenemos que trabajar en tu pelo —ella miró a su espalda y se disculpó de nuevo.
—Sí… lo siento mucho… —Pero se distrajo de nuevo con el timbre de su móvil.
—Deja que yo tome la llamada… —se ofreció Seema y Sarah volvió a centrar su atención en el espejo—. Es Max —anunció y Sarah sonrió.
—¿De qué se trata? —Preguntó, pero sonrió cuando escuchó a Seema decir:
—No, no puedes verla antes de los votos. ¿No quieres mantener el suspenso?
—Por supuesto, no hay manera de que Sarah te vea así… Su pelo aún no está… —Sarah se rio al ver que su madre se apresuraba a entrar.
—¡Mamá! —Exclamó e intentó levantarse, sin embargo, el dedo señalador de su madre fue suficiente para congelarla.
—Arréglate el pelo… Yo hablaré con Max —Dijo Judith y ella se miró al espejo y sonrió negando con la cabeza.
Sabía que si Max había llamado debía ser porque siempre tenía poca paciencia. Pero por hoy no iba a dejar que la viera así.
—Quédate quieta durante tres minutos y habré terminado… ¿Puedes hacerlo, Sarah? —Dijo su vestidor y ella susurró con pena:
—Lo siento mucho… ahora tendrás toda mi atención…
—Sarah… Habla con él un momento —Su madre le acercó el teléfono a la oreja y ella susurró rápidamente:
—Hola…
—Sarah, es muy importante. Solo quiero verte un minuto. Es realmente importante. No puedo hablar de ello con tu madre —Sarah dirigió sus ojos a su tocador que parecía ocupado trabajando en su cabello y susurró:
—¿Puedes darme tres minutos? —Le preguntó a Max, pero lo escuchó resoplar.
—Únicamente tres minutos… Estoy fuera de tu habitación y tengo que hablar contigo a solas… así que…
—No te preocupes… solo serán tres minutos —La línea se cortó al otro lado mientras la madre de Sarah decía:
—Parecía ansioso. ¿Está todo bien? —Sarah se mordió el labio sonriendo.
—Estoy segura de que es algo importante mamá. Lo conozco bien.
—¿Cómo puedes conocer a una persona en cuatro meses? —preguntó su madre despreocupadamente haciendo que Sarah recordara la primera vez que conoció a Max en un vuelo.
—Mamá… —ella miró a su madre mientras Judith también la miraba—… Es la única persona que podría hacer reír a tu hija.
—La única razón por la que no envenené a ese payaso. Aunque tuve la oportunidad…
—¡Mamá! —Sarah jadeó mientras Judith reía y se acercaba a abrazar a su hija.
Hace cuatro meses, cuando Sarah cambió su puesto de avión de clase de negocios por ayudar a una mujer muy embarazada, no estuvo consiente en ningún momento de que iba a sentarse al lado, de su futuro marido.
Max era hablador y divertido.
Sarah trabajaba en la ONG, y todos sus contactos eran siempre muy estirados con ella cuando mencionó involucrar a este chico.
También se lo había mencionado a Seema y esta se impresionó porque después de unos años estaba hablando de un hombre.
Y, aunque había recibido la tarjeta de Max en sus manos, fue Seema quien se puso en contacto con él para invitarle a formar parte de su iniciativa de acoger a personas sin hogar. Max acudió a la ayuda de un día para otro y dejó su currículum para el trabajo.
Sarah no vio el hecho como intencionadamente, porque Seema ya le había contado cómo había invitado a Max, y realmente estaban contratando y una persona enérgica como Max, y él encajó perfectamente.