Sarah miró a Adam como si quisiera advertirle algo, y su mirada pudo demorar mucho más, pero Adam se apresuró a decir:
—Me contaron cómo conociste a Max… Debo decir que tu marido está loco por ti —Por un momento, los ojos de Adam se detuvieron en su boca y Sarah asintió con la cabeza.
—Lo sé… soy afortunada por haberle conocido, pero ustedes dos están exagerando. Lo habríamos ayudado de todos modos, aunque no fuese el jefe de Max, esto no es más que una decencia general. Pero ustedes actúan como si esto fuese mucho… —Sarah miró a Max mientras dos hombres se acercaban a su mesa para servir un cordero asado, y ella sonrió al camarero para asentir.
—¿Qué estás haciendo, Sarah? Es mi jefe… y, Adam Cross —Max solo susurró en voz baja mientras ponía una servilleta en su regazo y Sarah lo miró.
—Bien, pero no puedo estar haciéndole cumplidos todo el tiempo… —le susurró ella en respuesta.
—Esto fue idea de… Andrea. Verán, ella no podía esperar a conocerlos desde el momento en que le conté cómo me ayudaron con la lluvia y a contactar con mi chófer de vuelta —Adam mostró sus perfectos dientes y miró a la chica con adoración.
—Tiene razón, Sarah. Realmente quería conocerlo… —Sarah tragó saliva y pudo notar el doble sentido de la conversación de aquella mujer.
—Qué bueno para nosotros… ¿No es así cariño? —Dijo Max y Sarah le devolvió la sonrisa antes de compartir una mirada con Andrea.
—¿Quieren un poco de Champán, Max y Sarah? —Preguntó Andrea después de un momento y Sarah se dio cuenta de cómo esta chica complementaba a Adam.
Estaba segura todo el tiempo en su charla y se aseguraba de que no hubiera un silencio total sobre la mesa.
—Claro… —Max aceptó un vaso de Andrea y se lo pasó a Sarah que ya había empezado con su plato.
—Gracias… —le dijo Sarah a Max y este añadió:
—A Sarah le encanta el vino tinto…
—Lo sé… —dijo Adam haciendo que todos lo miraran.
—Te dije que conozco a la gente… ¡Vamos! Sólo tengo ojos para el amor de mi vida —Adam se quedó mirando a Sarah antes de ofrecerle a Andrea una mirada soñadora y la chica le ofreció su mano y él le besó el dorso.
—Hacen tan buena pareja… son literalmente objetivos —Le felicitó Max y eso solo hizo que la sonrisa de Adam fuera más amplia.
Sarah cogió la mano de Max cuando se acercó a sostenerla por debajo de la mesa y sonrió mirándole.
—Genial, esa es mi canción favorita… —Max miró a Sarah cuando la banda tocó “Nothing's gonna change my love for you” —antes de inclinar la cabeza para mirar a la banda que tocaba—. No puede faltar esta canción en una cena romántica…
Añadió Max con los ojos puestos en la banda y en el momento, Andrea habló.
—Esa es mi canción favorita también… ¿Quieres bailar conmigo? —Max miró a Adam y este se encogió de hombros.
—En cualquier caso, estás destrozado…
—Entonces, será mejor que tenga este baile —Adam rio asintiendo con la cabeza mientras Max aceptaba la mano de Andrea.
Y Sarah aspiró cuando sintió que la mano de Max la abandonaba.
Ella ofreció una sonrisa apretada a Max que le decía que estaba en problemas, pero él también trató de excusarse con sus ojos solamente. Max se llevó a Andrea en el espacio vacío mientras que la posesividad de Sarah era evidente por cómo ella no dejó de verlos todo el tiempo hasta cuando comenzaron a bailar.
—Esto… esto podría haber sido nosotros, Sarah… —El cuello de Sarah se volvió hacia él en un instante, pero lo escuchó agregar de nuevo—… Pero no, realmente tu misma sabes que estás hecha para alguien como… Max… o para ese baterista que está tocando ahí en la esquina. Quiero decir que cualquiera hubiera funcionado para ti, ¿no? Sin embargo, cuando miro a Andrea… —Adam parecía poseído con su mandíbula apretada marcando sus palabras ahora—… Nada puede sustituirla a ella… Es una modelo, una abogada… Ella era lo que yo quería. Alguien que quería crecer por encima de todo.
A Adam se le salía la vena de la sien mientras que su voz se fue agitando hacia el final mientras llegaba a su bebida.
—¿Qué estás haciendo, Adam? —Y, cuando él ignoró su pregunta, ella siseó sin parar—. ¿Qué estás haciendo? —Sarah podía sentir el tinte de locura y agitación detrás de su voz y ahora realmente quería saber qué estaba haciendo.
Adam sonrió antes de inclinarse en su asiento.
—¿Qué estoy haciendo? Te estoy mostrando los hechos. Tú empezaste diciéndome que Max es mejor que yo —Los ojos de Sarah se entrecerraron por un momento antes de que su boca quedara abierta.
—¿Es por eso? Y… y, ¿quién empezó? Tú… no puedes venir a decirle a nadie que su marido es un servidor del cliente… rebajándolo como si… Tú lo empezaste.
—No, eres mi ex. Por supuesto, tengo que ver que saliste del pasado y ahora clasificar algo como ¿esto? ¿Max? Si estabas tan desesperada por casarte, podrías haber acudido a mí. Te habría mostrado mejores pretendientes…
—¡Adam! —siseó Sarah antes de tirarle la servilleta que tenía en el regazo a la cara y se volvió para mirar a Max, que parecía ocupado hablando de algo con Andrea.