Marina llegó a su apartamento más tarde de lo habitual, con la carpeta de informes apretada contra su pecho y la cabeza llena de pensamientos.
Cassian Lincoln la estaba poniendo a prueba.
Sabía que ese encargo no era más que una excusa para demostrarle que tenía poder sobre ella. La había expuesto frente a toda la sala de juntas, dejándola sin opción de negarse.
Pero lo peor de todo era que, aunque odiaba admitirlo, una parte de ella aún reconocía al hombre que él solía ser.
El muchacho que le había prometido un futuro juntos.
El mismo al que ella había destrozado con sus propias palabras.
Sacudió la cabeza con fuerza. No podía pensar en eso.
No cuando tenía cosas más importantes en las que enfocarse.
—¡Mami!
La voz alegre de Callie la recibió tan pronto como entró por la puerta, y Marina se sintió aliviada.
Nada más importaba cuando Callie estaba con ella.
—¡Hola, mi amor! —sonrió, agachándose para recibirla en un abrazo.
Callie se aferró a ella con fuerza antes de separarse y mirarla con curiosidad.
—Llegaste tarde.
—Tuve mucho trabajo hoy —respondió Marina, quitándose los zapatos y dejando su bolso sobre la mesa.
—¿Tu jefe nuevo es malo?
La pregunta inocente hizo que su corazón se detuviera un segundo.
Si supieras…
—No, cariño. Solo es exigente —respondió con una sonrisa falsa—. Pero todo está bien.
Callie frunció los labios, como si no estuviera muy convencida, pero luego se encogió de hombros.
—Bueno, entonces me ayudas con mi tarea antes de cenar, ¿sí?
—Por supuesto.
Marina sabía que esa era la única parte del día en la que podía olvidarse de todo lo demás.
De Cassian.
De su trabajo.
De la verdad que debía seguir ocultando.
Horas más tarde, cuando Callie ya dormía, Marina se sentó en la mesa de la sala con los informes que Cassian le había dado.
No tenía elección. Debía terminarlos cuanto antes.
Suspiró y comenzó a leer, intentando ignorar el hecho de que la letra de Cassian aparecía en varias anotaciones.
Intentando ignorar la forma en que su mente la traicionaba, trayendo recuerdos de cuando él le escribía pequeñas notas de amor en el instituto.
Sacudió la cabeza.
Eso quedó en el pasado.
Pero mientras revisaba los documentos, un pequeño sobre cayó de entre las hojas.
Frunció el ceño y lo abrió con cautela.
Dentro había una sola nota, escrita con la caligrafía impecable de Cassian.
"No intentes escapar de mí, Marina. Este es solo el comienzo."
El papel tembló en sus manos.
Cassian no iba a detenerse.
No hasta hacerla pagar.
Y lo peor era que, en el fondo, Marina sabía que tal vez se lo merecía.