El juego del amor

Capítulo 16

Me tumbé encima de él durante un rato, con mi cara escondida en su cuello. Nuestras respiraciones luchaban por volver a la normalidad después de la incontrolable pasión que nos había arrastrado. Si pudiera, repetiría este momento una y otra vez porque, por Dios, no creía que nunca podía sentir que su amor me cansaba. Al contrario, su amor me daba alas. Levanté la cabeza apenas para mirarle y me reí porque tenía una sonrisa de suficiencia que decía claramente que estaba orgulloso de que hubiéramos acabado así. Hice un movimiento para apartarme de él, pero me detuvo llevando su mano detrás de mi cabeza para poder tirar de mí hacia él. Pegó su boca a la mía y con un movimiento repentino, pero cuidadoso al mismo tiempo, me encontré debajo de él.

— No, tenemos que volver, Esther nos estará buscando —, le regañé mientras comenzaba a besarme desafiantemente de nuevo.

— No te preocupes, lo tengo todo resuelto con ella.

— ¿Qué quieres decir? — le pregunté, apartándolo de mí para poder verle la cara.

— Hemos hecho nuestros arreglos.

— ¿Qué demonios has hecho?

Sabía que no me calmaría hasta que me explicara lo que se había visto obligado a hacer para poder estar juntos. Admiraba su persistencia y lamentaba que la mía fuera inexistente cuando contaba. Pero por mucho que sintiera remordimiento por ello, el hecho era que estaba pensando en sus mejores intereses. Él mismo lo sabía aun estando enfadado conmigo incluso ahora.

— Le prometí venderle el guion de uno de mis libros —, sonrió socarronamente. — Me lo habían pedido otros canales, pero entonces dije que no, pero ahora no podía negarme. Así que, cambié mi libro, por ti.

Levanté una ceja, impresionada, pero también conmovida por el hecho de que "sacrificara" uno de sus libros. — Sin embargo, de nuevo saldrás ganador, y por partida doble. ¿Y por qué no se te ocurrió antes? Te habrías ahorrado participar en el juego.

— No me mires así, no soy tan inteligente como parezco —, suspiró enfadado y se levantó del sofá. Empezó a tirar mi ropa para que me vistiera mientras él se vestía al mismo tiempo. — Otros se ponen como locos por ver sus libros en películas o series y yo decía un no tras otro. Por supuesto, cuando luego quise vender los derechos, ningún canal los quiso porque, como ves, pensaban que yo era un snob y de un carácter difícil. Quería tener la primera y la última palabra en el guion para que no me arruinaran la historia y eso no les gustó mucho. Pero Esther es inteligente y sabe lo que le conviene.

— Bueno, no me voy a quejar para nada de tu trato —, dije y le besé la espalda. — Eso no significa, por supuesto, que no debamos tener cuidado. No podemos vernos juntos porque no puedo vender mi riñón para pagarles si no cumplo el contrato.

Me acercó bruscamente a él y acercó su cara a la mía. — ¿No me merezco un riñón? — Se quejó, provocando mi risa.

— ¿Me dejarías renunciar a mi riñón? — Le contesté.

Me miró con los ojos entrecerrados y luego me besó la punta de la nariz. — Vale, tendremos cuidado, no quisiera que le pasara nada a tu riñón —, suspiró, como si me hiciera un favor.

— Y tú, te mantendrás concentrado en la meta, hasta el final.

Se arregló el cuello de la camisa y sonrió burlonamente. — Le enseñaste bien a Agatha, aunque...

— Pensé que, si te iba a perder por alguien, que fuera por ella. Parece una buena chica, y vosotros dos hacéis buena pareja.

— Me agrada, pero es una copia barata de ti —, susurró y se lamió los labios eróticamente, haciendo que mis rodillas temblaran, una vez más. — Sin embargo, sigue ayudándola, eso hará más fácil mi decisión —. Me besó apasionadamente y contuvo un poco la respiración cuando rompió el beso. — No olvides nunca que eres mi primera y única opción.

— No hay nada de malo en recordármelo de vez en cuando, sobre todo cuando aparecen mis inseguridades y cuando besas a otras chicas —, le dije, volviendo a mencionar lo mucho que me había dolido aquel beso con Agatha.

— Puedo oler nuestra primera pelea —, refunfuñó.

— No es la primera —, bromeé, y finalmente, escuché su hermosa y melódica risa. — Sé que es parte del juego, pero estoy celosa...

— Yo también estaría celoso si estuvieras besando a otra persona —, susurró con tristeza. — Mantendré mis labios alejados de otros labios, excepto los tuyos que probaré cada vez que pueda —, prometió y selló la promesa con un profundo beso que me hizo perder la noción del tiempo.

Fui la primera en salir del tráiler, con la bolsa de Esther en la mano. Había pasado mucho tiempo desde el momento en que me separé de ella. Temía que Agatha o alguien de la producción me estuviera buscando, y no me equivocaba, porque en cuanto Agatha me vio de lejos, corrió hacia mí.

— ¿Dónde has ido? Te he buscado por todas partes —, dijo aterrada.

— Tenía un trabajo que hacer. ¿Ha pasado algo?

— No... quiero decir, sí...

— Dame un minuto para darle la bolsa a Esther y vuelvo enseguida —, la interrumpí en cuanto vi a mi amiga. Corrí hacia ella y se tragó una sonrisa mientras le entregaba la bolsa. — Te agradezco mucho lo que has hecho —, hablé primero.

— No lo hice sin un beneficio en mi bolsillo.

— Lo sé, pero, aun así, muchas gracias.

— Agradézcame más tarde —, respondió y me entregó un sobre. — Ábrelo más tarde. Tengo que irme, César me está esperando. Oh, pásalo bien en nuestro día libre de mañana —, me guiñó un ojo y se alejó tarareando una canción.

Más tarde miraría el contenido del sobre, ya que Agatha parecía estar con el alma en un hilo. Su ansiedad podría iluminar una ciudad entera si quisiera. La llevé de la mano al buffet de empleados y le di un vaso de agua para calmarla.

— ¿Por qué parece que quieres desmayarte? — pregunté finalmente cuando noté que respiraba con normalidad.

— Nos besamos y fue... fue... indescriptible... no tengo palabras.



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En el texto hay: misterio, romance, aventura

Editado: 17.07.2022

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