El rodaje de ese día fue una tortura para mí y para Manuel, ya que el guion decía que tenía que acercarse a uno de las jugadoras que eran candidatas, excepto Agatha. El problema era que la chica, no tenía límites, lo que molestó a Manuel innumerables veces y obligó al director a interrumpir varias veces para hablar con ella. Finalmente, después de horas, la chica se dio cuenta de que, si no se controlaba, no iba a ganar de ninguna manera y conseguimos terminar una hora más tarde de lo normal.
― No se vayan, quieren anunciar algo muy importante.
Estas fueron las palabras de Esther esa noche, justo al terminar el rodaje. Ya habían pasado dos meses desde que empezamos y no podía creer que sólo quedara un mes de tortura. No era fácil para Manuel y para mí tratar de parecer indiferentes el uno al otro, pero habíamos encontrado códigos para hablar entre nosotros. Su propio "no te aguanto más" era su forma de decir "te quiero" y yo siempre respondía con un "lo mismo, casanova de la miseria" que era mi "te quiero". Los que nos veían juntos nunca sospecharon que hubiera el más mínimo amor entre nosotros. Al menos desde esa perspectiva, estábamos a salvo. Esther nos protegía, y también César, pero también nosotros debíamos tener cuidado.
Mi trabajo como Cyrano femenina continuó, pero por supuesto sólo con la bendición de Manuel. Le gustó, me dijo, que se sintiera como si fuera yo frente a él y no Agatha. La chica estaba completamente desprevenida y en parte me daba pena, pero no se podía evitar. Además, si ganaba, tal vez nunca tendría a Manuel como propio, pero habría conseguido lo que quería. Fama y dinero.
― Me pregunto qué querrán decirnos ―, se preguntó la chica en voz alta, con los ojos constantemente fijos en mi novio, que hablaba con Esther un poco lejos de nosotros.
― Quién sabe... tú, ¿estás bien? Te vi un poco deprimida hoy ―. Se encogió de hombros con indiferencia, pero era obvio que algo la estaba consumiendo. ― Puedes decírmelo, Agatha, puedes confiar en mí ―, insté, mientras en mi interior sentía una agitación porque en realidad me estaba aprovechando de ella.
― Es una tontería ―, se rió tímidamente. ― Veo que Manuel se lleva bien con otra chica y estoy celosa. Tengo miedo de perderlo.
Tú y yo juntas, pensé. ¿No se me pasó la idea por la cabeza? El corazón funciona con sus propias reglas y no obedece a nadie. Era demasiado fácil despertarse un día y sentir algo más por una de las chicas que le rodeaban. Al fin y al cabo, ya sólo quedaban cinco y tres de ellas eran personas con las que podía verle salir.
― Agatha, ¿te has enamorado realmente de él? ― me atreví a preguntar, aunque ya sabía la respuesta.
― No fue difícil enamorarse de él ―, se disculpó ella.
La entendía, ¿a mí me tomó demasiado tiempo? Claro que no. Pero eso no significaba que mis celos no estuvieran de fiesta. Me parecía extraño que me relacionara con alguien que decía estar enamorada del hombre que yo amaba. Más extraño aún era lo que estaba haciendo, asegurando de reavivar su interés por él. Tenía que parar este juego, ahora mismo.
― Tengo que irme ―, sonreí amistosamente.
― Espera... ¿qué se supone que debo hacer? ¿Decírselo?
― No sé... ― Hice una pausa, insegura. ― Sabes, tal vez no es correcto que te guíe de aquí en adelante porque estamos entrando en la recta final y es injusto. Además, últimamente nos vigilan de cerca y si me pillan ayudándote...
― Tienes razón, ha sido injusto por mi parte pedirte algo que podría meterte en problemas ―, me interrumpió en tono de disculpa. ― Va a pasar lo que pase, ¿no?
― Sí ―, estuve de acuerdo, y me alejé, sintiendo que los problemas se me quitaban de encima. Al menos ya no tenía que reírme de Agatha. Me caía bien y me sentía mal por haberla convertido en un juguete entre mis manos.
Tardamos una hora en reunir a todos para hablar con nosotros de la producción. Una hora me mantuvieron alejada de los brazos de Manuel y mis nervios estaban a flor. Me puse a su lado y sonreí cuando sentí que sus dedos acariciaban discretamente los míos. Ni siquiera nos miramos, no hacía falta, los dos sabíamos que cuando volviéramos a casa nos derretiríamos en los brazos del otro.
― Su atención, por favor ―, habló primero el jefe de Esther. ― Tenemos noticias sobre nuestra producción. Íbamos a empezar el programa a principios de septiembre, pero al final empieza a emitirse, a partir de mañana ―. Un revuelo entre los murmullos de la multitud le obligó a hacer ruido con las manos para restablecer el orden. ― Una de las concursantes rechazadas rompió su contrato y habló con la prensa. Desgraciadamente, no pudimos evitar que todos los periódicos reprodujeran lo que ella dijo, lo que significa que perdimos el elemento sorpresa de quién era el soltero. Así que no tiene sentido esperar un mes más hasta que se muestre el juego. Se jugará todos los días, a las nueve, y la final en la que se desvelará el ganador se emitirá en directo ―. Más murmullos. Miré a Manuel, a la vez feliz de que el calvario terminara antes de tiempo, y desconcertada de que la final fuera en directo. ― Esther, les hará saber el nuevo calendario de rodaje. Obviamente, muchas cosas cambiarán, pero me gusta pensar que todo es para bien.
Con estas palabras terminó su discurso y dio paso a Esther, que nos informó de que tendríamos dos semanas de rodaje y luego un largo descanso hasta que llegara el momento de la final. Nuestra alegría no estaba escondida. Nos dieron un mes de regalo, un mes de libertad en el que pudimos disfrutar de la vida y de nuestro amor.
― Como comprenderán, a partir de ahora emprenderemos acciones legales contra quien incumpla las condiciones del contrato. Por favor, no nos hagan llevarlos a los tribunales, por favor ―, dijo Esther, y no pudimos evitar notar que miraba en nuestra dirección cuando dijo esas palabras. Esto significaba que bajo ninguna circunstancia nadie debía entender nada de mí, de Manuel y de nuestra relación, de lo contrario, yo pagaría los platos rotos.