—Basta, Suzanne. Las cosas no funcionan así. ¿Crees que soy un imbécil? Te vi con tu exmarido. Lo mejor es que te vayas; creo que debemos divorciarnos. Nunca le he puesto una mano encima a mi hija y jamás permitiré que alguien lo haga. Creo que…
Me silenció con un beso, al que me resistí, alejándome hasta la puerta para indicarle que saliera.
—Amor, no iba a pegarle, solo perdí los estribos. Chris, mi vida, amor, solo quería comprobar que sentías celos. La llama de nuestra pasión ha estado apagada, pero verte celoso me ha hecho comprender que te amo más de lo que puedas imaginar.
Comenzó a tocarme, estimulando mi pasión y haciendo que dejara de pensar con lógica. Sus palabras y la manera en que me provocaba, además de sus promesas, me hacían sentir débil.
—No, Suzanne, lo nuestro ya no funciona. Es mejor que…
—Mejoraré mi relación con Elianny, tienes razón, no he hecho mucho, así que Madison y yo lo intentaremos. —Cerró la puerta con llave—. Sé que me extrañas tanto como yo a ti. Te amo.
Me dejé llevar por sus besos, el deseo y la falta de actividad, me debilitaron, conduciéndola al escritorio, donde consiguió su objetivo.
—Te aseguro que no tengo nada con él, es solo el padre de mi hija y lo sabes, un hombre al que jamás perdonaré su abandono. Vi la oportunidad de ponerte celoso y eso hice. Mira, nos ha servido, hacía mucho que tú y yo…
—No me convence tu explicación. Eres quien se ha estado negando a mejorar las cosas. Mi hija no es tu enemiga y, si decido quedarme antes que viajar, es por la importancia de sus estudios y ensayos.
—Lo sé, amor, tienes razón. Y créeme que me disculparé con ella. Es más, haré una cena hoy.
—¿Tú? Creí que para eso estaban las empleadas.
—Lo siento. Chris, amor, no dejemos que una tontería termine con lo nuestro. Démosle una oportunidad a nuestro matrimonio. Tú más que nadie sabes de la importancia de las oportunidades.
Intenté responder cuando escuché la voz de Eli y Judith.
—Mira, amor, ahí está Eli. Iré a disculparme con ella.
Nos acomodamos la ropa rápidamente. Ella salió y la seguí.
Bajé la mirada al estar ante la señorita Judith. Me importaba mucho su reacción y expresión en ese momento.
—Creo que mejor nos vamos de nuevo —dijo Elianny sujetándole la mano a Judith.
—Eli, espera, por favor. Cariño, tu padre y yo hemos hablado y sé que te debo una disculpa. Sé que reaccioné mal y dije tonterías, debió ser el estrés.
—¿Estrés? ¿Por qué, si lo único que haces es gastar el dinero de mi padre?
—Eli —intervine.
—Pero sí es la verdad, Christopher.
—Suzanne está haciendo un esfuerzo, por favor no compliques más la situación.
Elianny cruzó los brazos sobre su pecho.
—Retírate y tráenos algo de beber —dijo Suzanne refiriéndose a Judith.
—No es su trabajo. Judith, lo siento. Vamos a la oficina —indiqué a ambas.
Les cedí el paso y miré a Judith, que había agachado su rostro. Me acerqué.
—Yo… siento la manera en que Suzanne le habla, Judith. No es necesario que nos lleve nada, solo continúe con lo que tenga pendiente y gracias por pasar tiempo con Eli.
—Descuide, señor —respondió mientras fingía organizar su escritorio.
Puse una mano en mi bolsillo y continué. Entré y vi cómo Suzanne intentaba hablar con Elianny.
—Papá, no le creo nada —dijo acercándose a mí, señalándola.
Suspiré y miré a Suzanne. Era mi esposa y quería arreglarlo. De algún modo, quería pensar que todo cambiaría y que tenía razón al decir que solo había querido provocarme.
Me aparté con Elianny y le pedí que me escuchara.
—¿Vas a confiar en ella?
—Elianny, Suzanne ya me explicó. No tiene nada con él. Hija, sé que no te agrada, pero haz un esfuerzo. Es mi esposa.
—¿Te hace feliz? ¿De verdad eres feliz? —me preguntó en voz baja.
Me quedé pensativo unos minutos.
—No fui un buen hombre en el pasado, la vida me dio muchas oportunidades, como estar a tu lado, crear este lugar y alguien que me aceptó por lo que era y…
—Por tu dinero, Chris.
—Eli, apenas comenzaba con la empresa. Suzanne fue de mis primeras empleadas, confió en mí.
—Dejó de ser esa mujer que describes, papá. ¿Por qué no puedes ver que solo le importa tu dinero?
Suspiré.
—¿Crees que no merezco ser amado? Ya me estoy haciendo viejo, no tengo muchas opciones, tengo la oportunidad de trabajar en mejorar mi matrimonio. Hija, inténtalo por mí. Sé que será diferente. Ella está dispuesta.
Esta vez fue ella quien suspiró profundo. Dejó caer sus hombros y me abrazó.
—Tienes más oportunidades de las que imaginas. He visto cómo te miran algunas profesoras, madres, clientes y, sobre todo, ella —miró en la dirección donde la señorita Judith parecía concentrada en su laptop.
—Por favor, princesa, estos son temas que aún no puedes comprender, pero te pido que lo hagas por mí.
—Como quieras, papá —se apartó y caminó con desánimo hasta donde estaba Suzanne.
—Elianny, cariño —le extendió los brazos. Elianny retribuyó de mala gana el gesto—. Discúlpame por lo que sucedió. Mady y yo haremos lo mejor y, para demostrarlo, ¿qué te parece si te acompañamos a tu presentación?
—No, iré con Chris y Judith.
—Oh, ¿con esa mujer? —señaló a Judith, aún ocupada.
—Su nombre es Judith, y sí, con ella. Espero que no te moleste, pero es mi mejor amiga.
Suzanne me miró. Me encogí de hombros.
—Ok, supongo que podremos hacer otras cosas. Ir de compras, un día de chicas, spa y…
—No me agradan esos planes. Pero gracias y no te preocupes, estamos bien. Iré a hablar con Judith.
Antes de que pudiera decir algo, salió.
—¿Lo ves? Prefiere a esa mujer antes que a tu familia. Estoy poniendo de mi parte, pero bueno, supongo que no será tan fácil —se acercó y se colgó de mi cuello—. Estaremos bien, amor. ¿Cenamos fuera mañana? Así las chicas aprovechan y se conocen mejor.