Solté el maletín e, ignorando a las chicas, me acerqué, agarré al imbécil por el cuello.
—¿Qué rayos haces aquí? ¿Cómo te atreves a venir a mi casa?
Él levantó las manos en señal de paz, lo que me llevó a apretarle aún más la camisa.
—¡Papá, papá, suelta a mi papá! —gritó Madison jalándome, hasta que Elianny se acercó para apartarla.
—Cálmate, hija —la sujeté.
—Te lo dije, te lo dije, papá —señalaba furiosa.
—Christopher, estoy aquí para ofrecerte una disculpa. Lo que hice estuvo mal —dijo Leo, abrazando a su hija al igual que yo a Eli.
—Lárgate —le señalé la puerta.
—Si mi papá se va, yo me iré con él —dijo Madison.
—¿Te ayudo con las maletas? —preguntó Elianny.
—Mi padre solo quería disculparse. Yo también, ¿por qué eres así, Christopher?
Madison comenzó a llorar, lo que me hizo entrar en razón.
—Hablemos afuera, Leo —propuse.
—¡Papá! —exclamó Elianny, sujetándome la camisa—. ¿De verdad vas a caer en su juego?
—Hija, por favor, es un asunto de adultos.
Dejó los ojos en blanco y se retiró al sofá.
—Christopher, te debo una disculpa. Además, quisiera agradecerte lo que has hecho por mi hija. Suzanne es una gran mujer. La perdí y ahora duele verla con alguien más. He escuchado tu historia, creo que puedes entender. La he estado provocando, me había rechazado hasta…
—¿Se supone que debo creerte? —lo miré con el ceño fruncido—. ¿Qué te hace pensar que confiaré en tu palabra?
—El amor paternal. Quiero lo mejor para mi hija. Me explicó lo felices que son. Me pidió no interferir en lo que tú y su madre tienen, le creo. Créeme, por ella haría cualquier cosa.
Me quedé pensativo. Justo cuando me disponía a responderle, Suzanne llegó.
—¿Tú qué haces aquí? Te dejé claro que no quería saber nada de ti, que nos dejaras en paz, Leo.
—Solo vine para aclarar el malentendido y despedirme de Madison. Debo viajar unos días.
—Pudiste llamarla, no venir aquí. Christopher, amor, te aseguro que no sabía, que no tengo nada con él.
—No le insistas, mamá. Papá ya le explicó que fue su error. Si no te cree, no deberíamos estar aquí. —se acercó Madison, abrazando a su padre.
—Lo siento, Suzanne, no quería arruinar las cosas para ustedes.
—Lárgate, Leo. No vas a arruinar nuestras vidas otra vez. —Suzanne comenzó a golpearlo con el bolso.
—Cálmate, mujer, ya dije que lo siento. Hija, lo siento, prometo no volver a insinuar o hacer nada que las afecte.
—Lárgate ya, no confío en ti —dijo Suzanne.
Leo se marchó tras disculparse y despedirse de Madison.
—Lamento tanto esto, Chris —se abrazó a mí.
Suspiré sin decir nada.
—Y tú, jovencita, tenemos que hablar. No debiste traer a tu padre a casa después de lo que pasó.
—Lo siento, mami. Chris, por favor, discúlpame. Solo quería arreglar las cosas. Mami y yo te queremos, ¿puedes perdonarnos?
Extendió sus brazos.
—Por favor, por favor.
—Está bien, vamos a olvidar el malentendido. Pero debemos hablar sobre cómo funcionarán las cosas en adelante.
—Te amo, mi vida. ¿Qué te parece mi nuevo look?
—Te ves hermosa. Volvamos adentro, Suzanne.
Mientras íbamos hacia el interior, las escuchaba prometerme que entenderían que en esta ocasión no pudiéramos viajar y que apoyarían a mi hija en todo lo necesario.
Ambas afirmaron que harían todo lo posible para mejorar la relación, así que solo restaba hablar con Elianny.
Al ingresar, la vi mirándome con gesto negativo. Me encogí de hombros al sentir su decepción.
—Hablaré con ella y luego lo haremos todos durante la cena —luego me aparté para llegar ante ella—. Princesa, ¿podemos hablar?
—No hace falta, Christopher. Mamá me ha enseñado a respetar las decisiones de los demás. ¿La habitación de siempre?
—Sí, pero me gustaría que…
—Lo siento, tengo una clase pendiente. No te preocupes, estamos bien. Lo escucharon Madison y Suzanne, estamos bien.
—Entonces quédate a cenar con nosotros, hija.
—Te agradezco, papá, pero tengo una clase y unas prácticas. Lo haremos en los próximos días; estaré algunos meses aquí.
Se levantó y me dio un beso en la cabeza. Pretendía marcharse y sujeté su mano.
—Perdóname si de algún modo te estoy decepcionando, hija. Hago mi mayor esfuerzo por ser un buen padre, un buen hombre. Buen esposo.
—Lo sé, Christopher. Es solo que es irónico. Por alguna razón no conozco muchos detalles de cómo fue tu relación con mi madre y tu pasado, pero sé que con ella debiste ser como eres con esta mujer. No importa, si tú eres feliz, yo estaré feliz. Ahora tal vez estoy un poco indignada, pero se me pasará y te apoyaré, lo prometo. Te quiero.
—Te amo, hija.
La vi alejarse y la seguí con la mirada. Les ofreció a Suzanne y a Madison una sonrisa fingiendo naturalidad. Luego pasó a mi lado y me sonrió, reconfortándome ver que se esforzaba a su modo.
Dejé caer mi cabeza en mi mano unos segundos; lo que había dicho me dejó pensativo.
—Amor, ¿quieres que hable con ella? —se acercó Suzanne, apoyando su mano en mi hombro.
—No, déjala, tiene deberes que hacer.
—Te amo, les di el día libre a las empleadas. Haré la cena. ¿Quieres algo en especial? —se acercó, mordiendo el lóbulo de mi oreja—. Tengo un postre para ti.
Tragué grueso y miré en busca de Madison; se había retirado.
—Bien, amor, iré a ponerme algo cómodo para luego venir a preparar la cena. Ojalá que Elianny cambie de opinión y se una.
Le ofrecí una sonrisa, ambos nos dirigimos a la habitación, aunque me desvié a la que ocupaba mi hija.
Llamé con suaves golpes.
—Hola, princesa, veo que ya estás acomodada. ¿Te falta algo?
—No, Chris, todo está en orden. Gracias y, de verdad, no te preocupes. Mañana estaré de mejor ánimo, socializaré para que todo funcione.
—Te amo y agradezco que lo comprendas. Por decisión de tus padres, no conoces mi pasado, pero influye mucho en mis decisiones presentes. No quiero cometer errores. Hace años perdí todo y no quiero que eso ocurra de nuevo.