El karma de papá

⁸Sospechas

—Lo siento, señor, lo mejor es que me vaya. No quiero causar problemas.

—Por fin has dicho algo sensato, mujer. Se nota la clase de persona que eres, una mojigata que…

—Basta, Suzanne. Respeta a la señorita Judith.

—No insista, señor. Es mejor que me vaya.

—No te vayas. Además, el tío Jarek viene por ti. Suzanne, Judith no tiene nada con papá, a ella le gusta el tío J…

—Judith no irá a ninguna parte. Si lo hace, me veré en la penosa decisión de interponer una demanda en su contra por incumplimiento de contrato. Haga el favor de esperarme en su puesto. Tú, Eli, ve con ella y asegúrate de que no se vaya.

Suzanne se cruzó de brazos, mirándome de una manera muy extraña.

—¿Vas a seguir negando que te gusta? La estás poniendo por encima de mí. Estás eligiendo a esa mujer y no me estás dando mi lugar.

—No más, Suzanne, no más. No tengo nada con Judith.

—¿Por qué no aceptaste que trabaje aquí? Conozco el funcionamiento de las cosas. A esa mujer se le nota que algo siente por ti.

—Está saliendo con Jarek —dije, cansado de la situación, pero observando cuidadosamente su reacción.

Me giré hacia el escritorio, sintiéndome un cobarde. Aunque claramente ella no sentía nada y yo tampoco, mentir al respecto no había sido una buena decisión.

—Eso solo deja ver lo facilona que es, puede que…

—Basta, Suzanne. ¿Cuál es tu problema con Judith?

—Que conozco a las de su clase.

—¿Por qué? Dime cómo es que las conoces. ¿Tienes experiencia acaso? —pregunté, acercándome con mirada juzgadora.

La vi tragar con dificultad cuando me acerqué mirándola directo a los ojos, esperando su respuesta.

—¿Me estás acusando de algo?

—No, solo hice una pregunta. Por cierto, conoces mi talla. ¿Por qué las camisas?

—¿Cuáles camisas? ¿Ahora me cambias el tema?

—No, solo debí haberme confundido. Está bien, Suzanne, puedes venir a trabajar conmigo. Tengo nuevos clientes potenciales, la compañía crecerá y, por lo tanto, nuestro patrimonio.

Se acercó y me rodeó con los brazos.

—Es una buena decisión, amor. Excelente noticia.

—¡Lo es! —respondí, agradeciendo que no notara la caja—. Siento mucho lo que ha estado pasando. Tienes razón, siempre has sido una buena mujer. No te he dado tu lugar.

—Lo entiendo, Chris. Sé que te esfuerzas por no cometer los errores del pasado. No me importa lo que hayas sido o hecho; me enamoré del hombre maravilloso que siempre ha habido en ti.

Acaricié su rostro, conteniendo mi frustración. Ya había pasado por demasiados falsos, incluso yo había sido un experto en mentir y fingir. ¿Qué rayos me estaba pasando? Era evidente que no estaba siendo honesta.

—¿Qué piensas? —preguntó, abrazándome de nuevo.

—No mucho. Creo que quizá exageré un poco con mi reacción. Sé que Madison y Leo tienen derecho a estar juntos, como yo con mi hija.

—No, cariño, deja las cosas como están. Somos una familia y estamos bien. Madison lo entiende, no quiero más malos entendidos en nuestra familia.

—De acuerdo. Judith se queda.

Suspiró profundo, y aunque su rostro mostraba alivio, sus ojos revelaban otra cosa.

—Ok, confío en ti, cariño. —se acercó y me dio un beso.

Fruncí el ceño al ver llegar a Jarek. Le entregó un ramo de flores a Judith, la emoción de Eli llamó la atención de Suzanne.

—Ah, es cierto, esa mujer está detrás de Jarek. No pierde su tiempo. Supongo que también te debo una disculpa, amor.

—No, no me la debes a mí. Se la debes a ella —señalé a Judith, recibiendo las flores.

—No, no veo la necesidad de disculparme con esa mujer.

—Su nombre es Judith y le faltaste al respeto sin motivos. Fui yo quien le pidió quedarse, quien pidió su ayuda.

Dejó los ojos en blanco.

—Está bien, vamos. Saludo a Jarek, y me disculpo con esa muj… con Judith.

Asentí y la seguí. Se acercó a Jarek mientras yo me dirigía a Judith.

—No es necesaria su renuncia, Judith. Le pido una disculpa. Como ya sabe, Suzanne es un poco celosa. Algo innecesario, dado su relación con Jarek.

Su gesto se me hizo un poco divertido.

—No tengo nada con el señor. Es una cena que acepté por cortesía.

—Es un alivio saberlo… —ella me miró con desconcierto—, no, no es eso lo que quería decir. Es…

—Venía a disculparme contigo —interrumpió Suzanne—. De hecho, he propuesto a Jarek que, ya que van a cenar y teníamos una salida con mi esposo, ¿por qué no cenamos los cuatro juntos?

—No, no tenemos por qué ser inoportunos, Suzanne —dije, rodeando su cintura con mi brazo.

—Estoy de acuerdo con el señor —agregó Judith en un tono frío.

—Jarek dijo que sí —respondió Suzanne—. Y yo estoy de acuerdo con él. La pasaremos increíble los cuatro. Jarek, Eli, vengan, vengan. —Suzanne comenzó a vociferar.

Mientras mi hija caminaba al lado de Jarek yo miraba a las dos mujeres frente a mí y sus actitudes.

Necesitaba confirmar mis sospechas. Suzanne parecía demasiado interesada en mantener ciertas apariencias, y su comportamiento errático me hacía sospechar que había algo más.

Con un semblante incómodo, Judith esperó hasta que se acercaron y dijo:

—Lo siento, Jarek, acepté tu invitación, pero no me gusta que tomen decisiones por mí. Si la cena era en casa del señor, debiste mencionarlo antes. No soy hipócrita; no iré a donde sé que no soy bienvenida. Con permiso, Eli, nos vemos pronto.

Judith se alejó, y Jarek fue tras ella.

—Digna y orgullosa —murmuró Suzanne—. Bien, ya que ella no quiso, ¿podemos ir a casa?

—¿Las camisas son para papá? —preguntó Eli.

Suzanne la miró incrédula.

—Cariño, ven, ayúdame a recoger —dije, sujetando a Eli por los hombros—. No digas nada al respecto —murmuré, evitando la mirada de Suzanne—. Suzanne, cariño, espéranos en el auto si quieres.

Ella asintió y pidió que llevara su bolso al salir.

—Papá, ¿qué pasa? ¿De verdad te vas a hacer el ciego otra vez?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.