—Tienes razón, Suzanne.
Caminé sintiéndome un poco decepcionado. ¿De verdad creía que era tan idiota?
Abrí la puerta del auto para ella, y Eli ya esperaba sentada atrás. Subimos y permanecimos en silencio hasta que Suzanne recibió una llamada de su madre avisando que Madison se quedaría esa noche con ella.
Al finalizar, acarició mi pierna. Su móvil comenzó a sonar; el remitente no estaba registrado.
—¿No vas a responder?
—No, amor. Debe ser una chica que intenta venderme unos productos.
—¿A estas horas, Suzanne? —comprobé la hora, igual que ella.
—Amor, no sabes lo intensas que son las mujeres que venden por catálogo. Sobre todo cuando ven que el cliente tiene dinero.
—No vieron a mi padre, no entiendo —dijo Elianny—. Él es el único que tiene dinero aquí.
—Sí, ya sé que el dinero de tu padre no es mío, Elianny.
—No vayan a comenzar, por favor.
Ambas se quedaron en silencio. Conduje hasta llegar a casa. Suzanne bajó adelantándose. Me dio igual su actitud, si estaba o no molesta. Ayudé a Eli con sus cosas y caminamos hasta el interior.
Suspiré al ver a las empleadas en la cocina. Saludé y me asomé; aparentemente, ya tenían mucho adelantado.
—Cenaré en mi habitación, Chris, así pueden estar solo ustedes. Te quiero. Saldré más tarde a saludar a Judith.
Asentí y me acerqué a dejar un beso en su frente. Caminé hasta la habitación y escuché a Suzanne en la ducha.
—Chris, amor, ven. Duchémonos juntos.
Acepté su propuesta, aunque no estaba emocionado, no fue impedimento para que pasáramos un buen momento. Costumbre en ella creer que podía dominarme con sexo, aunque evidentemente a veces le funcionaba, debilidad masculina.
HORAS DESPUÉS.
Suzanne estaba sentada en el sofá, revisando su móvil cada tantos segundos. Aunque intentaba concentrarme en los documentos que tenía delante, me resultaba imposible. Finalmente, dejé los papeles y me acerqué a ella. Suzanne dejó su móvil y me recibió con una sonrisa afectuosa.
—Hablaba con Madison. La están pasando bien con sus primas y amigas. Tal vez Eli quiera unirse la próxima vez.
—Puede ser. Suzanne, quiero hacerte una… —Justo en ese momento llamaron a la puerta. Suspiré—. Yo abriré.
Las empleadas estaban ocupadas en la cocina, así que me ofrecí. Eran más de las 9, y aunque me parecía algo ridículo cenar a esa hora, preferí que Judith cenara ahí, en lugar de arriesgarse a pescar un resfriado o aburrirse a solas con Jarek.
Abrí la puerta y quedé impactado al ver a Judith. Me quedé paralizado hasta que Jarek me saludó.
—Adelante, por favor.
Judith llevaba un vestido negro que le quedaba estupendo, muy diferente a su uniforme habitual.
«Christopher, eres un hombre casado. Prometiste no volver a cometer los mismos errores. Debes controlarte. Ya no eres ese hombre.»
Jarek y Judith entraron, saludaron a Suzanne, y Eli, que había escuchado el timbre, salió de su habitación.
—Wow, Judith, estás hermosa, pareces una modelo —dijo Eli.
—No exageres, tú eres la hermosa.
—Es porque me parezco a mi padre.
Las vi sonreír. Suzanne frunció los labios antes de decir:
—Vamos, la cena está lista. Elianny, eres la princesa de la casa, cámbiate y cena con nosotros.
La falsa modestia de Suzanne era evidente incluso para mí, que me negaba a aceptar que algo iba mal.
—No quiero incomodar, pero agradezco la invitación, Suzanne.
—No, insisto. Ve a cambiarte y únete a nosotros.
El móvil de Suzanne vibró y lo miró. Mi mandíbula se tensó.
—¿Quieres que esté aquí, papá?
—Me encantaría —le dejé un beso en la frente.
—Ven, Judith, vamos a mi habitación —dijo Eli, tomando la mano de Judith y llevándosela sin esperar respuesta.
Las empleadas avisaron que podíamos pasar a la mesa. Caminé al lado de Jarek mientras Suzanne se adelantaba.
—¿Viste eso? Tienes que echarme una mano. Judith es una mujer bellísima.
—No me meto en la vida personal de mis empleados, no podré ayudarte con lo que sea que planeas. ¿Cómo la convenciste de que viniera?
—No fui yo. No sé qué le dijo Suzanne, pero la persuadió justo cuando estaba a punto de irse.
Nos sentamos y cambiamos de tema. Suzanne se unió a la conversación. Su interés en los negocios me parecía extraño, pero podría ser porque quería trabajar de nuevo en la empresa.
La conversación transcurrió hasta que Judith y Eli regresaron. Sirvieron la cena. Se discutieron algunos temas de negocios, y escuchamos a Eli con sus ocurrencias.
Judith y Suzanne apenas aportaban a la conversación. Cada cierto tiempo, Suzanne miraba su móvil, justificando que hablaba con su hija. La conocía lo suficiente para saber que no debía ser ella. No era la primera vez que Madison dormía fuera de casa.
—¿Por qué una mujer tan hermosa como tú está soltera, Judith? —preguntó Jarek.
—No deberíamos tocar temas tan íntimos delante de Eli —respondió ella, bebiendo un sorbo de vino.
—A mí me gustaría saberlo —agregó Suzanne—. No es un tema grave, Eli puede escucharlo.
—Prefiero no hablar de eso —Judith se mantuvo firme.
—Como quieras, lo único que me interesa es que me hayas dejado claro que mi esposo no te interesa en lo más mínimo.
Casi escupo lo que estaba bebiendo. Me disculpé, justificando que no eran temas adecuados para mi hija, lo que me generó cierta molestia.
—Mejor hablemos de algo más, por ejemplo ustedes. Son una pareja sólida. Creí que estarían de viaje, celebrando su aniversario —dijo Jarek intentando aliviar la tensión.
—Hubo prioridades —respondió Suzanne—. Fue algo planeado que al final no se dio, pero nos da igual siempre que estemos juntos y felices. Lo demás se puede lograr en cualquier momento. El viaje no se dio, tal vez no sea posible, pero…
—Sí, es posible —interrumpí—. Suzanne, iremos a ese viaje. No será inmediato, debo gestionar algunas cosas y…