El Lado Oscuro de mi Mente

Capitulo IV: El Reflejo

"Guardo emociones encontradas, que viajan hacia el exterior para encontrarse con algo similarmente contrario a lo que son; se ven, se tocan pero no lo controla, se convence de su inexistencia hasta notar  que respira por su propia cuenta. Confunde la realidad y la sumerge al descontrol que propicia su presencia"

Te he contado sobre el temor que me persigue, pero en realidad es la verdad detrás de el a lo que más le temo, y sé que no la puedo comparar, pero también sé que guardan algo similar y que se esconde aferrado a lo inmaterial pero que de igual forma hace notar su presencia.

En una mañana lluviosa veo parado desde la rendija de mi puerta la visita de un cura a mi tía Sara, y es que su estado ha empeorado, es difícil verla así, también veo que el cura lleva en sus manos un poco de agua y aceite, aunque no logro escuchar una sola palabra veo que conversa con mucha preocupación con mi tía Mery y mi madre, que sujeta en sus manos unos de los espejo pintados de negro. 

Es una situación difícil de entender, todo alrededor de esos espejos en esta familia es algo paranoico, convergen en todo este lugar, esconde algo desde allá dentro, lo convierte todo en un laberinto de incertidumbres, lo que provoco acercarme al cuarto silenciosamente y tratar de escuchar, pero lo encontré fuertemente cerrado.

Decidí bajar al patio de la casa. Al salir observo que nuevamente la anciana se encontraba en su ventana, y como si pudiera ver miraba fijamente a los cuartos de arriba, imagino que después de todo si puede ver un poco, en eso salen mis primos de la casa y sin ánimo de querer compartir me acerco al muelle del lago, y para despegar mi mente de todo esto comienzo a lanzar piedras a él, es relajante para mí, me siento, y comienzo a rociar el agua con mis pies, descalzo, pienso de todo, todo pasa por mi mente, me recuesto, y respiro profundo el frio aire que recorría, lo escucho, es increíble su poder para transportarse a otros lugares, veo mis recuerdos con mi padre, en las colinas de flores de su familia; como quisiera volver estar allí, es lo que pienso. Me levanto y noto en el reflejo del agua alguien parado a mi lado, y al voltear veo a una joven mujer con vestido gris, un largo escapulario, por ello supuse que era una religiosa que acompañaba al cura; en eso me dice:

—No pude evitar de ver tu enojo contra este pobre lago—

—Es solo un poco de estrés—conteste agachando mi cabeza y mirando hacia el lago.

— ¿Puedo decirte algo? — Pregunto — Sé que no entiendes muchas cosas de las que le pasan a tu tía, esas cosas afectan a todos sin duda, esas cosa, dios no las combate desde su lugar, desde el cielo, por ello estamos aquí, no te preocupes tu tía estará bien—

Se levantó, y se retiró.

Con esas palabras entiendo que es lo que sucede, en realidad en este lugar hay cosas que no entiendo yo y los demás quizás, porque esas cosas no pertenecen aquí, y justo en ese momento miro al lago y noto que donde debería verse mi reflejo, no se refleja nada es como si fuera invisible, rápidamente me pongo de pie y miro hacia los lados y nada, no veo nada, corro hacia la casa, quizás el estrés ya esté afectando algo en mi fue lo que pensé.

Cuando me estoy acercando a la casa, asustado, siento el frio cada vez más fuerte, miro, y veo que ya el cura estaba de salida, me detengo, y dirijo mi mirada al auto que traía, y veo en la parte trasera a la religiosa, quien me mira y rápidamente me quito la mirada y agacho su cara, y partieron de este lugar.

Al entrar a la casa veo en el sillón sentadas a mi madre y mi tía Mery, quien lloraba desconsoladamente y mi madre que la abrazaba como para calmarla, cuando me acerco y mi tía Mery me ve, me dijo:

—Creo que es mejor que se vayan, este no es lugar para ustedes—

Con lágrimas en sus ojos nos miraba, yo veía el sufrimiento, pensé que algo malo sucedió, por lo que pregunte:

— ¿le paso algo a mi tía Sara?—

—No, solo que su estado puede empeorar—contesto mi madre.

— ¿Y por qué no la llevan a un médico? ¿Acaso el cura es un medico?—pregunte.

Pero las dos se miraron y no contestaron a mi pregunta. El silencio que recorre los pasillos de este lugar, también es producto de lo que guardan sus habitantes, deciden no exponerlo para mantener algunas cosas en su lugar, es lo que creo, veo y siento.

Al término de la incómoda situación que provoco mi pregunta subí al cuarto de mi tía Sara, al llegar consigo a Livia peinando su pelo con total delicadeza al acercarme veo a mi tía allí acostada, inerte , como sin vida, provoco en mí una fuerte sensación de conmoción, miro a mi prima y me fijo en su rostro con ojos llorosos, agarra su mano y acaricia su frente, me siento en la cama, y agarro su otra mano y decidí respetar el momento de silencio que guardaba Livia, un momento después comienza hablar Livia para contarme:

—Cuando era joven, me ocurrió algo que me marcaria para siempre, estando aquí en la casa de la abuela, donde todo era alegría y sonrisas, todo cambio, cambio de un momento a otro. Un día estaba yo parada en el espejo grande del pasillo, peinándome, como todos los días, cuando comienzo a escuchar unos pasos, que se aproximaban lentamente desde el otro pasillo, también como si arrastrara algo pesado, algo de metal, volteo, y aunque seguía escuchándolo, no vi nada, y entonces comienzo a escuchar un silbido, claramente, fue cuando entonces que miro en el espejo, y miro que pasa un hombre, silbando y arrastrando un hacha, y desde el otro pasillo, voltea y me mira, quede paralizada, sentí como se congelo mi sangre, ese hombre nuca lo había visto, pero al voltear no había nada, nada. Grite tan fuerte como pude, cuando mi abuela escucho, subió rápidamente y me encontró llorando. Al contarle lo que había visto me abrazo pero no dijo nada. Al otro día conseguí los espejos pintados de negro, nunca supe por que, hasta el día del funeral de la abuela, estaba en el baño y escuche nuevamente el mismo silbido, sentí como todo se congelaba nuevamente de igual manera a la anterior, al mirar en el espejo paso el mismo hombre detrás de mí, mirándome, solo que su hacha reposaba en su hombro, llena de sangre y con el collar que me regalo la abuela colgando. Nunca olvidare eso, entonces decidí arrojar el collar al rio, y es en este lugar donde me siento segura, pero no te puedo mentir a veces escucho ese silbido, y se me viene a la mente ese rostro, he vivido con eso desde entonces, ahora creo que no solo estaba detrás de mí—




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