El Lado Oscuro de mi Mente

Capitulo VIII: Estremecedor Silencio.

“Atravieso un sentir de lo perturbado, más allá de los caminos de mi destino, aterrado, escondido y callado, vulnerable de lo inexistente, callo cada palabra, pero susurro cada grito, dentro del descontrol de lo paranormal, camino andante lejos de mí, pero cerca de ellos como su propio demonio, sin saber abro un puente que los enfrenta ante el terror de su propia vida, en la luz del silencio descubro un nuevo camino, pero en el silencio existen caminos con un solo retorno, pero muchos son hacia el castigo de la muerte”

Livia:

— ¿Has hecho esto alguna vez?—

Juan:

—No—

Livia:

—Primero que nada, debes saber que esto no es un juego. Todo lo que suceda, absolutamente todo, no será pura coincidencia, todo será completamente real. Lo segundo, y más importante, nunca pidas su presencia o incites hacerlo, porque aunque puedas contactar al espíritu, nunca sabrás lo que puedas traer—

Nada es más confuso que la realidad misma, nada es más oscuro que lo inexistente, dentro de la penumbra de este cuarto, solo escucho esas palabras de mis primos Livia y Juan, cada segundo se hacían visibles para mí, o yo me hacía presente a su alrededor. Cuando pude ver con más claridad, estaban sentados en la sala de la casa, y yo con ellos, inexistente, me sorprende al ver una tabla guija en medio de ellos dos, cuando juan continua diciendo:

—Tu pareces saber mucho de esto—

—Mi tía Sara me conto algunas historias, a lo mejor esto nos puede ayudar un poco—le respondió.

— ¿Así como la ayudo a ella?—le dijo.

—Esta vez será distinto, solo basta con seguir las reglas. Pero está bien sino lo quieres hacer—y se paró Livia con la tabla algo enojada, y juan le dice:

— ¡Espera! Está bien, hagámoslo, solo por curiosidad—

Yo los miraba fijamente, al mismo tiempo me daba cuenta que estaban solos en la casa.

Juan:

— ¿Crees que sea buena idea? —

Livia:

—Debemos intentar todo—

Y ambos se sientan uno en frente del otro, y en medio la tabla, yo igualmente me siento a la izquierda de mi prima Livia, tan aterrado e incomprendido.

Livia:

—Coloca tu mano junto a la mía, encima del oráculo, juntos abrimos la puerta, juntos la debemos cerrar. ¿Entendido?—le dijo a Juan.

Juan:

—Si—le dijo juan mirándola, un tanto angustiado.

Livia:

—Mi nombre es Livia Terry y estoy junto a mi hermano Juan Terry, y ambos queremos saber; ¿si hay un espíritu que nos escucha?—

Desde aquí siento como el frío dice presente, y como el silencio aturde mis oídos, pero no sé si ellos sienten algo, o lo mismo, fueron unos segundos cruciales, llenos de suspenso, sin ningún tipo de movimiento en la tabla. Los miraba ambos, mi primo pendiente de que se moviera, y mi prima con los ojos cerrados, a la espera de lo mismo. No basto el tiempo, todo permanecía intacto e inmóvil. Ellos se miran, frustrados, y Livia vuelve a preguntar:

— ¿Hay un espíritu que nos escuche?—

Fue en ese instante que comienzo a escuchar como la puerta que me trajo hasta acá comienza a cerrarse y desaparecer, al mismo tiempo que deja una estela de humo olor a vela, los vuelvo a mirar a ambos, y decido ser yo quien mueva ese oráculo, lo lleve hasta el Si escrito allí, juan no podía creerlo, y prima estaba con una pequeña sonrisa en su rostro, y yo no podría describir lo que sentí al hacerlo, y lo que sentía cada segundo. Ellos se atrevieron a preguntar algo más.

— ¿Vives en esta casa?—

Volví a señalar que Sí.

El rostro de juan era un poema, sabía que estaba aterrado, pero mi prima no parecía sorprenderse, y Livia continúa preguntando:

¿Eres la abuela?—

Señale que No. En eso juan reacciona de repente y pregunta:

— ¿Quién eres?—

Sabía que mi respuesta los podía confundir y aterrar, y aun así les señale T-O-M.

Los dos se miran y dicen:

— ¡Tom!—

El rostro de ambos decía todo menos felicidad, alterados se levantan, Livia con lágrimas en sus ojos, y juan completamente con la sangre fría, lo sé, cuando le dice enojado a Livia:

—No dijiste que el contacto era con espíritus, me puedes explicar eso, dime que fuiste tú quien movió la pieza esa—

—No tengo ni idea de lo que paso—respondió Livia totalmente nerviosa.

Pero ambos sabían que no podía por solo eso, Livia calmo a Juan convenciéndolo que sentara una vez más, Juan acepto y en su desesperanza y terror pregunto sin esperarlo:

— ¿Dónde estás? ¿Por qué no estás aquí con nosotros?—

Livia se alteró al instante porque sabía que estaba incitando su presencia, mi presencia, pero fuese como fuese, no es tan sencillo, yo no podía hacerlo, algo me motivo a hacer lo que hice, y sé que hay fuerzas que no controlo.

Livia:

—No debiste hacer esa pregunta—

Al término de estas palabras, todos vimos como la tabla guija repentinamente voló desde donde estábamos hasta la ventana de un costado de la casa, al caer al piso se veía por detrás de las cortinas una sombra, claramente una silueta de un hombre, Livia y juan se levantan muy rápido y se dirigen a la puerta de salida, pero allí también se nota la misma sombra parado detrás de ella, se detienen y lentamente caminan hacia atrás, sin el más mínimo ruido, cuando se escucha el timbre sonar una vez. Nerviosa Livia pregunta:




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