El Lago De Las Brujas

Capitulo 4

Durante el día de ayer, sábado, no hizo nada. Decidió que necesitaba un día descanso después de todos los sucesos, por lo que se quedo en su habitación relajadamente y disfrutando de la tranquilidad. Pero hoy, domingo, sabía de sobra que tenía que volver a ponerse manos a la obra, ya que los enemigos nunca descansaban, así que hoy tendría un largo día de investigación.

– Oye, David. No nos dijiste nada de la fiesta, ¿fuiste a la casa de los ricos, no? – Le preguntó su abuela mientras desayunaban tranquilamente en el salón.

– Se llama…

– Sabemos de sobra como se llaman – se adelantó su abuelo –. Ayudaron a construir la mitad del pueblo.

– Me sorprende que alguien de su nivel te invitase a una fiesta como esa, la verdad – añadió su abuela –. Nosotros nunca fuimos invitados a nada…

– Fue Sophia, es más maja de lo que pensáis…

– Nunca puedes confiar en los ricos, nunca – refunfuñó su abuelo, que estaba leyendo el periódico –. Solo les interesa la gente de su tipo.

– Pues yo creo que Sophia no es así, parece…

– David nunca se juntaría con alguien como esa, ¿a qué sí? A ti te interesa la otra, a ver como se llamaba… – Se lo pensó durante unos segundos –. ¡Valeria! ¡Eso es!

– ¡¿Qué?! – Se exaltó David –. A mí no me interesa nadie – negó con la cabeza –. Valeria es solo una amiga que ha llegado hace nada al pueblo. Tan solo la estoy ayudando a adaptarse a todo esto…

– Bobadas, siempre decís lo mismo y luego no es así – le contestó su abuela –. ¿En dónde decías que vivía? – Se interesó.

– No te lo voy a decir – soltó de manera decidida –. Porque luego sacáis contextos en donde no los hay…

– No me digas que vive en la calle de los ricos – comentó su abuelo mientras bajaba el periódico para verle la cara.

– ¡No! – Respondió David sin necesidad de mentir, ya que la calle de los ricos era otra respecto a dónde se encontraba Valeria.

– El chico dice la verdad – el abuelo volvió a subir el periódico para retomar su lectura.

– ¿Por qué no la…

– Es demasiado pronto aun, abuela – David se levantó de golpe –. Tan solo nos conocemos de unos pocos días, ¿puedes darme un poco más de tiempo? Gracias – se marchó de allí un poco mosqueado.

– ¡David! No quería hacerte enfadar, yo…

David subió las escaleras y se dirigió hacia su habitación cuando se acordó de que primero iba a bajar el baúl de las armas del trastero, así que se dio media vuelta para dirigirse hacia arriba y bajarlo.

Tras entrar en su habitación con el pesado baúl y dejarlo encima de su cama, echó el candando que tenía en su puerta por si las moscas, ya que de vez en cuando sus abuelos entraban sin permiso. Y lo último que quería, era que le pillasen con armas, así que se aseguró dos veces de que el candado estaba bien echado.

Nada más comprobarlo y ver que todo estaba correcto, se dirigió hacia el baúl y lo abrió con la misma curiosidad que la primera vez. Aunque esta vez no se sorprendió y empezó a sacar todas las armas de su interior para dejarlas de manera ordenada encima de su cama. A pesar del viejo aspecto que presentaban algunas, parecía que todas funcionaban correctamente, o eso pensó él tras analizarlas exteriormente, ya que no se atrevía a probarlas. Y menos ahí dentro, así que cuando tuviera otro momento libre, se tendría que ir al bosque para ponerlas a prueba.

En cuanto hizo inventario en una de las hojas de un cuadernillo que había comprado exclusivamente para cosas sobrenaturales, se puso a sacar los distintos frascos que había en el interior. Todos eran del mismo tamaño y todos portaban líquidos extraños con diferentes texturas y colores. De hecho, se dio cuenta de que cada probeta estaba identificaba con un nombre que estaba escrito en la tapa. Así que no dudo en apuntarlo también.

Tras dejar constancia de todo lo que tenia, se dispuso primero a guardar los frascos de manera ordenada. Pero en cuanto fue a depositar las dos primeras probetas, se dio cuenta de que había algo extraño en el fondo del baúl, así que sacó de nuevo los líquidos y echó un vistazo detenidamente. Observando que el fondo del baúl estaba hecho de distinto material respecto a lo demás, así que llevó su mano hacia el interior y dio dos ligeros golpes, llevándose una sorpresa al escuchar un sonido hueco.

– ¿Un compartimento secreto? – Llevó sus dedos hasta el final del baúl y presionó hacia el fondo, haciendo que la tapa se levantase por el otro lado –. ¡Bingo! – Agarró la tapa y lo depositó encima de su cama, descubriendo que había dos libros escondidos –. Secretos de la magia… – Leyó de la portada del libro que estaba más al fondo y que parecía estar más cuidado de los dos, ya que el otro no tenía ningún nombre en la portada y se encontraba bastante roto. Por lo que lo cogió con mucho cuidado y lo abrió lentamente, descubriendo la letra de su padre en un índice personalizado que había hecho él –. Armas, trucos, puntos débiles, toma de decisiones, planificación… – Leyó por encima alguno de los apartados del índice. De hecho, le dio tanta curiosidad que se lo empezó a leer.

El apartado de armas, que era el primero, se le hizo bastante denso, ya que abarcaba temas como el cuidado de armas, la modificación de las mismas en caso de necesidad, las diferentes categorías que había, las nomenclaturas que poseían, las municiones que podían usar cada una, las ubicaciones de posibles lugares en donde conseguirlas y por último, un breve resumen de cada una de ellas en la que contaba cual era la más útil para cada tipo de monstruo.




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