El Lago De Las Brujas

Capitulo 13

Al día siguiente, y tras recuperarse Valeria del todo, regresaron a clase tras la aprobación de las autoridades tras comprobar que no quedaba ningún tigre en la zona, quedándose los cuatro en el comedor durante el recreo, sentándose en la mesa más alejada de todo el lugar.

– Hemos estado investigando acerca de lo que nos contasteis – habló Matilda en voz baja para que nadie les escuchara.

– ¿No sería mejor hablarlo fuera? – Comentó Valeria –. Aquí hay demasiados ojos y oídos…

– Así lo que logramos es pasar más desapercibidos – le corrigió ella.

– Quizás para vosotros, pero para mí que siempre estoy en el patio… Quizás es algo raro – respondió David.

– A lo que íbamos – Matilda pasó de esos comentarios –. Creemos saber un lugar en dónde poder encontrar información acerca de… Ellas dos – soltó en plan disimulación total –. Dijisteis que no sabíais en donde encontrarlas, ¿verdad?

– Sí, claro – afirmó David –. Aunque nunca hemos ido a comprobar la casa del lago…

– Ese sitio sería el último lugar en el que inspeccionar… – Susurró Jhon –. Solo tiene una entrada y una salida… Por lo que sería jugárnosla demasiado, ya que si vamos hacia allí, sería para ir con todo…

– ¿Entonces? – Quiso saber Valeria –. Si no vamos al sitio más evidente de todos… ¿En qué otro lugar pueden estar?

– Normalmente la bruja más poderosa es la que se quedaba en sus aposentos – explicó Jhon –. Y manda a sus súbditos, en este caso, sus hijas, al mundo exterior para hacer sus recados.

– Aun así… Si están en el pueblo… ¿Nadie las ha reconocido? – Se sorprendió Valeria –. Tengo entendido que fue un accidente muy famoso, ¿no? Todo el mundo debería saber quiénes son.

– Eso pensamos nosotros mismos – respondió Matilda –. Pero todo tiene una explicación, y creemos que las brujas se mueven durante la noche, mientras que el resto de personas está durmiendo.

– Pero me atacaron dos veces durante el día – reconoció David –. Eso no tiene sentido, ¿no?

– La desesperación hace acto de apariencia muchas veces… Y parece ser que te quieren muerto ya – pausó –. Además, si se mueven de noche… ¿Cuándo te iban a atacar si no? Si solo sales de día…

– Pero… Si saben en donde vivo… ¿Por qué no me han atacado durante la noche? – Llegó David a ese razonamiento –. Es el momento más…

– Ahí viene nuestra segunda teoría – le interrumpió Jhon –. Creemos que son brujas de hechos.

Los dos se quedaron atónicos sin entender nada.

– Básicamente… Son brujas que no pueden entrar en las casas de los demás – agregó Jhon –. Así que tu casa es el lugar más seguro que tienes.

– Mierda… – Susurró David mirando a la mesa –. Por eso invocaron tigres – miró a Valeria –. Porque los animales sí que pueden entrar en las casas…

– Exacto – exclamó Jhon.

– Pues eso – continuó Matilda hablando –. Creemos que en la biblioteca sobrenatural habrá información acerca de la familia, ya que normalmente, después de algún suceso importante, un equipo de expertos se encarga de analizar todo lo afectado.

– ¿Fue un suceso importante? – Se sorprendió Valeria.

– El problema fue que el incendio lo vio gente normal… Entonces… Fue ahí cuando se realizó una pequeña investigación para intentar crear la tapadera perfecta – explicó ella –. Y toda esa información creemos que está en la biblioteca sobrenatural.

– ¿Y en dónde se supone que está esa biblioteca? – Preguntó David.

– Está cerca de aquí, en la villa de las granjas – respondió Jhon –. Aunque hay un problema… Y es que necesitamos de autorización para acceder a la biblioteca… Ya que solo pueden acceder gente muy selecta.

– ¿Y entonces? ¿Cómo pretendes entrar? Ya que nosotros somos de todo menos eso… – Susurró David.

– Tenemos que ir a Down Town para hablar con un conocido nuestro – respondió Matilda –. Puede hacernos una autorización falsa que nos permita entrar a la biblioteca durante unos minutos… Aunque siendo quien es… Seguro que nos pedirá algo a cambio – reconoció ella –. Y tengo miedo – miró a Jhon –. Ese hombre no está bien de la cabeza y puede pedirnos cualquier cosa…

– Pero es nuestra única opción que tenemos para averiguar algo – respondió Jhon –. Así que… ¿Qué os parece la idea?

– Si de verdad es la única opción que tenemos… Pues habrá que aceptarla pase lo que pase, ¿no? – David miró a Valeria –. De alguna manera tendremos que acabar con todo esto, yo no aguanto más…

– Las posibilidades de que nos de la autorización son mínimas… – Reconoció Matilda –. Pero tampoco hemos pensado en ninguna otra posibilidad, ya que creemos que es la mejor oportunidad que tenemos – admitió.

– Os recogemos después de clase, ¿vale? – Les dijo Jhon mientras se levantaba de su sitio para ir a hablar con otros de sus amigos.

– Pronto acabará todo esto – añadió Matilda marchándose también, quedándose los dos solos mientras se miraban con algo de esperanzas en sus cuerpos.

 

La mañana en el colegio transcurrió como cualquier otra, con unas clases aburridas, con otras clases entretenidas y con todo tipo de rumores circulando por los pasillos y aulas. Así que tras comer cada uno en su casa, Jhon les fue recogiendo en su coche, poniendo rumbo a la villa de las granjas en cuanto estuvieron los cuatro sentados.




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