El Lago De Las Brujas

Capitulo 17

Tal y como habían planeado ayer, esperaron a primera hora de la mañana siguiente para poder realizar el ataque, así que tras descansar, o intentarlo, ya que los nervios estaban a flor de piel, se reunieron todos en la desértica plaza principal del pueblo. Donde una vez estaban todos, se marcharon hacia el cementerio en silencio y con tensión en sus cuerpos.

– ¿Creéis que saldrá bien? – Comentó Jhon a sus amigos en voz baja, iban los últimos y si hablaban en alto, los escucharía todo el mundo –. Un plan así requiere de mucha sincronización.

– Tampoco te pases – respondió David –. Que tan solo nos separamos en tres grupos y ya está.

– Más que sincronización… Se necesita suerte y habilidad – agregó Matilda –. Ya que uno nunca está listo para el ataque.

– Ella tiene razón – la chica de pelo azul de ayer al parecer les escuchó, retrocediendo hasta ir a la altura de ellos –. Es un ataque simple, unos van de frente y los otros están en la retaguardia esperando por si huye, así que lo importante es la valentía y la estrategia de los que atacan primero, ya que de ellos depende que no huya o al menos de que salga herida.

– Así que todo dependerá de nosotros – soltó Valeria.

– ¿Por qué tenemos que ir primero? – Masculló Matilda –. Deberíamos de estar en algún equipo de huida.

– Porque mis padres nos quieren tener cerca y vigilados – contestó David.

– Y también porque forma parte de la estrategia al fin y al cabo – agregó la chica –. La bruja te quiere a ti y a tu padre, ¿así que cual es la mejor de manera de hacer que no huya? – Pausó –. Llevando lo que más quiere a su puerta. Además, ¿serias capaces de detenerla en caso de que huyera? – Les miró y nadie dijo nada –. ¿Veis? Todo es parte del plan, tranquilos… – Se callaron en cuanto llegaron a la puerta del cementerio.

– Muy bien – habló su padre –. Lo primero, muchas gracias por venir todos – se giró hacia ellos –. Y lo segundo, ya sabéis lo que hay que hacer, así que suerte… Y recordad, confiar siempre en vuestro compañero de al lado, ya que nunca se sabe cuando necesitas de su ayuda – y a continuación dos grupos de personas, de tres y de cuatro, rodearon el cementerio y desaparecieron de la vista de ellos, quedándose el otro grupo frente a la puerta del lugar –. Todo depende de nosotros – comentó ahora su padre –. Así que para que todo vaya bien, tenemos que comunicarnos en todo momento, ¿vale? – Miró a todos –. Nada de hacer heroicidades para quedar guay frente a todos, ya que puede ser fatídico.

Tras ese comentario final, su padre se giró y abrió la puerta del cementerio, siendo el primero en entrar junto a su madre y la chica del pelo azul, que les dejó de lado a ellos para acompañar a sus padres. Así que a medida que fueron entrando todos, fueron poniéndose en las posiciones que habían decidido ayer, siendo ellos cuatro los últimos del pelotón, que iban juntos y sin separarse ni un centímetro entre sí.

La casa del cementerio se encontraba al final del camino principal, ya que al parecer era un lugar en donde se hacía antiguamente las misas y las celebraciones, por lo que tan solo tenían que recorrer ese camino de tierra para llegar hasta allí. Aunque tuvieron que reconocer, que por cada paso que daban, se sentían más nerviosos, así que David agarró la mano de Valeria por instinto y continuaron así hasta llegar a la casa. Una edificación de madera y que se encontraba en un estado deplorable.

– Que la suerte esté con nosotros – susurró su padre preparándose para luchar mientras sacaba una especie de daga con dos hojas afiladas. Entonces, un hombre chiquito que había a su lado, hizo un sprint para dirigirse hacia la puerta, pero no llegó ni a subirse al porche, cuando de repente, la bruja apareció de golpe delante de la puerta.

– Siempre tan tontos como siempre – sonrió ella con una cara vacilona.

– ¡Estás acorralada! – Gritó Jessica en modo defensivo –. Te recomendados que nos lo pongas fácil para no hacerte sufrir.

– ¿Sufrir? – La bruja se empezó a reír –. Sufrir es lo que vais a hacer vosotros – alzó la mano y chasqueó los dedos, haciendo que cada uno de ellos se teletransportase a otro lugar, aunque David y Valeria lo hicieron al mismo sitio.

– ¿En dónde estamos? – Valeria le soltó y echó un vistazo a su alrededor, observando que estaban al final de una especie de pasillo, aunque puso sus ojos en la pared que tenían detrás, ya que había apuntado una serie de palabras –. Bienvenidos al laberinto de la confianza – leyó.

– Espera, ¿qué? – David se giró y se acercó hacia allí, leyéndolo en voz baja –. Mierda… – Se volvió a girar hacia el otro lado, hacia donde el pasillo continuaba en línea recta –. ¿No será como el libro?

– ¿Qué libro? ¿De qué estás hablando? – Quiso saber ella.

– Hace poco me leí un libro que se llamaba exactamente igual que eso – David señaló hacia la escritura de la pared –. Y empezaba exactamente igual que lo que nos ha ocurrido ahora – bajó la mano –. Un grupo de amigos se fue en busca de corroborar una leyenda de una bruja, entonces, y cuando entraron en su casa, fueron teletransportados a un laberinto similar a este en el que cada uno de ellos fue separado en un camino distinto – pausó –. Un camino que nunca se cruzaría con el de cualquier otro, tan solo se encontrarían con sus compañeros al final del todo, cuando logré salir del laberinto. Aunque no todo es tan sencillo, ya que en cada camino había tres pruebas que tenían que pasar para continuar con su camino.




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